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lunes, 11 de junio de 2012

El adiós

                         José Ángel Valente, poeta, ensayista y traductor español nacido en 1929 en Orense, donde pasó su infancia y adolescencia. Inició estudios de Filología Romántica en Santiago de Compostela y los terminó en Madrid. Fue profesor de literatura en la prestigiosa universidad de Oxford y funcionario de varios organismos internacionales en diversos países. Está considerado como una de las voces más representativas de la poesía española. Sus trabajos se caracterizan por una gran exigencia verbal. Ha traducido poesía alemana y francesa y escrito ensayos sobre literatura española.  Le fue concedido el Premio Adonais en 1955, Premio de la Crítica en 1960, Premio Príncipe de Asturias de las Letras en 1988, Premio Nacional de Poesía en 1993 y Premio Reina Sofía en 1998. Falleció en Madrid en el año 2000 y se le otorgó en 2001 el Premio Nacional de Poesía (Póstumo).
Sus últimos libros de poemas fueron: "Estancias" (1980), "Tres lecciones de tinieblas" (1980), "Mandorla" (1982), "El Fulgor" (1984), "Nueve Poemas" (1986), "Al dios del lugar" (1989), "No amanece el cantor" (1992), "Fragmentos de un libro futuro", (2000), etc.



                                                "Cima del canto.
                                                El ruiseñor y tú
                                                ya sois lo mismo"


EL ADIÓS     poesía de José Ángel Valente

Entró y se inclinó hasta besarla
porque de ella recibía la fuerza.

(La mujer lo miraba sin respuesta.)

Había un espejo humedecido
que imitaba la vida vagamente.
Se apretó la corbata,
el corazón,
sorbió un cafe desvanecido y turbio,
explicó sus proyectos
para hoy,
sus sueños para ayer y sus deseos
para nunca jamás.

(Ella lo contemplaba silenciosa.)

Habló de nuevo. Recordó la lucha
de tantos días y el amor
pasado. La vida es algo inesperado,
dijo. (Más frágiles que nunca las palabras.)
Al fin calló con el silencio de ella,
se acercó hasta sus labios
y lloró simplemente sobre aquellos
labios ya para siempre sin respuesta.-


ANÁLISIS DEL VIENTRE

Aquel vientre era para ser observado con lupa,
pues bajo el cristal cada pequeño pliegue,
cada rugosidad se hacía
multiplicado labio.

El amor, demasiado brutal,
jamás repararía,
el petulante de la viril pasión
que el aire agota de un solo trago inútil
jamás repararía.

Más nosotros, mi amiga, analicemos
con la frialdad habitual a la que sólo
el poema se presta
la difícil pasión de lo menos visible.-


CERQUÉ, CERCASTE

Cerqué, cercaste,
cercamos tu cuerpo, el mío, el tuyo,
como si fueran sólo un solo cuerpo.
Lo cercamos en la noche.

Alzose al alba la voz
del hombre que rezaba.

Tierra ajena y más nuestra, en lo lejano.

Oí la voz.
Bajé sobre tu cuerpo.
Se abrió, almendra.
Bajé a lo alto
de ti, subí a lo hondo.

Oí la voz en el nacer
del sol, en el acercamiento
y en la inseparación, en el eje
del día y de la noche,
de ti y de mí.
Quedé, fui tú.
Y tú quedaste
como eres tú, para siempre
encendida.-




           EL TEMBLOR

           La lluvia
           como una lengua de prensiles musgos
           parece recorrerme, buscarme la cerviz,
           bajar,
           lamer el eje vertical,
           contar el número de vértebras que me separan
           de tu cuerpo ausente.

           Busco ahora despacio con mi lengua
           la demorada huella de tu lengua
           hundida en mis salivas.

           Bebo, te bebo
           en las mansiones líquidas
           del paladar
           y en la humedad radiante de tus ingles,
           mientras tu propia lengua me recorre
           y baja,
           retráctil y prensil, como la lengua
           oscura de la lluvia.

           La raíz del temblor llena tu boca,
           tiembla, se vierte en ti
           y canta germinal en tu garganta.-


                                      José Ángel Valente


Imágenes: pinturas del artista francés Edgar Degas (París, 1834-1917)


         


quiquedelucio@gmail.com

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