Sus últimos libros de poemas fueron: "Estancias" (1980), "Tres lecciones de tinieblas" (1980), "Mandorla" (1982), "El Fulgor" (1984), "Nueve Poemas" (1986), "Al dios del lugar" (1989), "No amanece el cantor" (1992), "Fragmentos de un libro futuro", (2000), etc.
"Cima del canto.
El ruiseñor y tú
ya sois lo mismo"
EL ADIÓS poesía de José Ángel Valente
Entró y se inclinó hasta besarla
porque de ella recibía la fuerza.
(La mujer lo miraba sin respuesta.)
Había un espejo humedecido
que imitaba la vida vagamente.
Se apretó la corbata,
el corazón,
sorbió un cafe desvanecido y turbio,
explicó sus proyectos
para hoy,
sus sueños para ayer y sus deseos
para nunca jamás.
(Ella lo contemplaba silenciosa.)
Habló de nuevo. Recordó la lucha
de tantos días y el amor
pasado. La vida es algo inesperado,
dijo. (Más frágiles que nunca las palabras.)
Al fin calló con el silencio de ella,
se acercó hasta sus labios
y lloró simplemente sobre aquellos
labios ya para siempre sin respuesta.-
ANÁLISIS DEL VIENTRE
Aquel vientre era para ser observado con lupa,
pues bajo el cristal cada pequeño pliegue,
cada rugosidad se hacía
multiplicado labio.
El amor, demasiado brutal,
jamás repararía,
el petulante de la viril pasión
que el aire agota de un solo trago inútil
jamás repararía.
Más nosotros, mi amiga, analicemos
con la frialdad habitual a la que sólo
el poema se presta
la difícil pasión de lo menos visible.-
CERQUÉ, CERCASTE
Cerqué, cercaste,
cercamos tu cuerpo, el mío, el tuyo,
como si fueran sólo un solo cuerpo.
Lo cercamos en la noche.
Alzose al alba la voz
del hombre que rezaba.
Tierra ajena y más nuestra, en lo lejano.
Oí la voz.
Bajé sobre tu cuerpo.
Se abrió, almendra.
Bajé a lo alto
de ti, subí a lo hondo.
Oí la voz en el nacer
del sol, en el acercamiento
y en la inseparación, en el eje
del día y de la noche,
de ti y de mí.
Quedé, fui tú.
Y tú quedaste
como eres tú, para siempre
encendida.-
EL TEMBLOR
La lluvia
como una lengua de prensiles musgos
parece recorrerme, buscarme la cerviz,
bajar,
lamer el eje vertical,
contar el número de vértebras que me separan
de tu cuerpo ausente.
Busco ahora despacio con mi lengua
la demorada huella de tu lengua
hundida en mis salivas.
Bebo, te bebo
en las mansiones líquidas
del paladar
y en la humedad radiante de tus ingles,
mientras tu propia lengua me recorre
y baja,
retráctil y prensil, como la lengua
oscura de la lluvia.
La raíz del temblor llena tu boca,
tiembla, se vierte en ti
y canta germinal en tu garganta.-
José Ángel Valente
Imágenes: pinturas del artista francés Edgar Degas (París, 1834-1917)
No hay comentarios:
Publicar un comentario