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domingo, 20 de mayo de 2012

Me dueles

Jaime Sabines, el excelente poeta y ensayista mexicano, nació en Tuxtla Gutierrez en 1926. Se radicó en la ciudad de México desde 1949 cuando inició sus estudios de Filosofía y Letras. Fue allí en la universidad donde escribió "Horal" a la edad de veintitrés años. Su obra tiene un marcado acento informal que lo convierte en un poeta de todos los tiempos. Su prosa vehemente  y su verso sentido y sensual, nos hacen viajar por un mundo de realidades vividas. En 1985 recibió el Premio Nacional de Ciencias y Artes. En 1986, con motivo de sus sesenta años fue homenajeado por la UNAM y el INBA. Ese mismo año el Gobierno del Estado de Tabasco le entregó el Premio Juchimán de Plata. En 1991, el Consejo Consultivo le otorgó la Presea Ciudad de México y en 1994 el Senado de la República lo condecoró con la medalla "Belisario Dominguez".  Por su libro "Pieces of Shadow", antología de su poesía traducida al inglés y editada en edición bilingüe, obtuvo el Premio Mazatlán de Literatura 1996.
Tras una larga enfermedad falleció en Ciudad de México en 1999.



                      "Me tienes en tus manos
                      y me lees lo mismo que un libro.
                      Sabes lo que yo ignoro
                      y me dices las cosas que no me digo"



ME DUELES                   poesía de Jaime Sabines


Mansamente, insoportablemente, me dueles.
Toma mi cabeza. Córtame el cuello.
Nada queda de mí después de este amor.

Entre los escombros de mi alma, búscame,
escúchame.
En algún sitio, mi voz sobreviviente, llama,
pide tu asombro, tu iluminado silencio.

Atravesando muros, atmósferas, edades,
tu rostro (tu rostro que parece que fuera cierto)
viene desde la muerte, desde antes
del primer día que despertara al mundo.

¡Qué claridad de rostro, qué ternura
de luz ensimismada,
qué dibujo de miel sobre hojas de agua!

Amo tus ojos, amo, amo tus ojos.
Soy como el hijo de tus ojos,
como una gota de tus ojos soy.
Levántame. De entre tus pies levántame, recógeme,
del suelo, de la sombra que pisas,
del rincón de tu cuarto que nunca ves en sueños.
Levántame. Porque he caído de tus manos
y quiero vivir, vivir, vivir.-


NO ES QUE ME MUERA DE AMOR

No es que me muera de amor, muero de ti.
Muero de ti, amor, de amor de ti,
de urgencia mía de mi piel de ti,
de mi alma, de ti y de mi boca
y del insoportable que yo soy sin ti.

Muero de ti y de mi, muero de ambos,
de nosotros, de ese,
desgarrado, partido,
me muero, te muero, lo morimos.

Morimos en mi cuarto en que estoy solo,
en mi cama en que faltas,
en la calle donde mi brazo va vacío,
en el cine y los parques, los tranvías,
los lugares donde mi hombro
acostumbra tu cabeza
y mi mano tu mano
y todo yo te sé como yo mismo.

Morimos en el sitio que le he prestado al aire
para que estés fuera de mí,
y en el lugar en que el aire se acaba
cuando te echo mi piel encima
y nos conocemos en nosotros,
separados del mundo, dichosa, penetrada,
y cierto, interminable.

Morimos, lo sabemos, lo ignoran, nos morimos
entre los dos, ahora, separados,
del uno al otro, diariamente,
cayéndonos en múltiples estatuas,
en gestos que no vemos,
en nuestras manos que nos necesitan.

Nos morimos, amor, muero en tu vientre
que no muerdo ni beso,
en tus muslos dulcísimos y vivos,
en tu carne sin fin, muero de máscaras,
de triángulos oscuros e incesantes.
Muero de mi cuerpo y de tu cuerpo,
de nuestra muerte, amor, muero, morimos.
En el pozo de amor a todas horas,
inconsolable, a gritos,
dentro de mi, quiero decir, te llamo,
te llaman los que nacen, los que vienen
de atrás, de ti, los que a ti llegan.
Nos morimos, amor, y nada hacemos
sino morirnos más, hora tras hora,
y escribirnos y hablarnos y morirnos.-



Se ha vuelto llanto este dolor ahora
y es bueno que así sea.
Bailemos, amemos, Melibea.

Flor de este viento dulce que me tiene,
rama de mi congoja:
desátame, amor mío, hoja por hoja,

mécete aquí en mis sueños,
te arropo con mi sangre, ésta es tu cuna:
déjame que te bese una por una.,

mujeres tú, mujer, coral de espuma.

Rosario, sí, Dolores cuando Andrea,
déjame que te llore y que te vea.

Me he vuelto llanto nada más ahora
y te arrullo, mujer, llora que llora.-


                                                       Jaime Sabines

Imágenes: pinturas de Ricardo Fernández Ortega (Durango, México), contemporáneo.



quiquedelucio@gmail.com
twitter@quiquedelucio

2 comentarios:

  1. Agradezco haber descubierto este espacio, donde letras y arte humanizan, un poco más, el camino que lleva de la oscuridad a la luz, que nos acerca un poco más a un concepto de vida que supero el mero concepto de existencia.

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    1. Gracias Emilio, tus palabras me ayudan mucho a continuar en esta tarea , día a día. Un abrazo.
      Quique de Lucio

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