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sábado, 4 de agosto de 2012

Para la soledad

                                              Eugenio Florit, poeta cubano nacido en Madrid en 1903. Hijo de padre español y madre cubana, desde temprana edad residió en La Habana, donde transcurrió su formación académica y su creación literaria, convirtiéndose en uno de los autores más trascendentes de la poesía cubana. En 1940 se trasladó a Estados Unidos donde vivió hasta su muerte en el año 2000, en Nueva York. Ese fue el escenario de casi todo su trabajo como ensayista, crítico literario y traductor. De su ámplia obra se destacan: "Trópico" (1930), "Conversación a mi  padre" (1949), "Asonante final" y "Lo que queda" en 1995. Recibió en 1994 el Premio "Fray Luís de León", de la Universidad Pontificia de Salamanca y el "Premio Mitre" concedido por The Hispanic Society of América", en Nueva York. En 1991, 1994 y 1995 fue uno de los tres candidatos presentados para el Premio Cervantes por la Academia Norteamericana de Lengua Española.  

                                                               "Tu júbilo, en el vuelo;
                                                               tu inquietud, en el aire;
                                                               tu vida, al sol, al aire, al vuelo"


CANCIONES PARA LA SOLEDAD    poesía de Eugenio Florit


Tú no sabes, no sabes
cómo duele mirarla.

Es un dolor pequeño
de caricias de plata.

Un dolor como un árbol
seco por la mañana.

Un dolor sin orilla
para dormir el agua.

Un dolor como el rastro
de la nube que pasa.

Tú no sabes, no sabes
cómo duele mirarla.-

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Desde la nieve convertida en agua,
desde el sucio periódico sin dueño,
desde la niebla, desde el tren hundido
con sus cientos de manos que buscan asidero;
desde la fantasía de los anuncios luminosos
y el ruido sin piedad de las bombas de incendio;
desde la noche que nos cae encima
-losa de cielo sin estrellas-;
desde cada momento perdido entre las calles
donde todos los solos del mundo pasan desconocidos;
desde el árbol sin hojas y el camino sin gente,
otra vez, como ayer, como mañana,
acaso ya como todos los días que vendrán, si es que vienen,
entro al silencio.-


EL POEMA

Sí, se te pone un nudo en la garganta
y no sabés que hacer para soltarlo.
Tal vez llorar es bueno,
pero tal vez eso no basta.
Porque si lloras te saldrán los llantos
con un gusto de amargo sentimiento.
Y, además, que llorando no te calmas.
No se te calma el nudo ni la angustia,
que es como si todo un cielo se te hundiera
o como si nadando por el agua
con las flores del agua te enredaras.
Como soñar que vas cayendo,
yendo cayendo que caerás sin prisa
y que nadie te espera al fin de la caída.
Es como que te ahoga un pensamiento
que quiere hablar, salir, saltar, volar,
y cada vez da con la jaula.
Miras el libro abierto
y ni te fijas en la página,
miras el cielo por alzar los ojos
pero no ves ni la nube que pasa,
miras la flor, no te enamora,
miras el árbol, no te espanta
oyes el ruiseñor entre la noche
y no comprendes lo que canta.
Has de volver a ti las soledades
con que vas habitando tus moradas,
y pensar poco a poco las palabras,
y formar el poema con la angustia
que te mordía la garganta.

(después de todo bienvenido
si como mariposa te me quedaste fijo
clavado por las alas).-




                               Los pobres en amor, qué pobres somos.
                               Ya ni la tierra nos parece hermosa,
                               ya ni la noche, ni la tarde clara,
                               ni el árbol, ni la flor nos enriquecen.
                               ¿Qué nos da el calor la mano abierta,
                               de compañía la callada estancia,
                               del piano la voz desvanecida,
                               de la luz el brillar, de la presencia
                               el hálito fugaz que se evapora?

                               Pobres de amor, pasamos de camino
                               con la desilución por compañera
                               y un preguntar que nadie nos responde
                               queda vibrando al aire del silencio;
                               y al aire van las voces y la pena
                               y todo el aire es un lugar de olvido.

                              ¿Quiéres amor? Más quiero la riqueza
                              de este seguro estar en mi pobreza.-


                                                 Eugenio Florit


Imágenes: pinturas del artista impresionista español, Joaquín Sorolla ( Valencia, 1863- Madrid, 1923).     

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