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lunes, 24 de septiembre de 2012

La isla

                                                 Eduardo García, poeta y ensayista español de origen brasileño, nacido en San Pablo en 1965. En Madrid se licenció en Filosofía, especializándose luego en Estética. Además de su labor poética y ensayística, es columnista de prensa, conferencista, editor y traductor de algunos poetas ingleses. Como poeta ha publicado: "Las cartas marcadas" (1995), "Horizonte o frontera" Premio Antonio Machado en Baeza 2003, "No se trata de un juego" Premio Juan Ramón Jiménez y Premio Ojo Crítico de Radio Nacional de España (1998), "Refutación de la elegía" (2006), "La vida nueva" Premio Fray Luis de León 2008 y Premio Nacional de la Crítica 2008. En la actualidad es profesor de Filosofía en Córdoba, ciudad donde reside y se ocupa del diseño de la colección de poesía "Cajaalta" de la editorial Gens.


                                     "Tu vida ese violín que va borrando
                                     las sombras de tus días, conjurando
                                     tristeza con tristeza a su manera"


LA ISLA    poesía de Eduardo García

Tus caricias. El mar. Los cocoteros. La sábana enredada entre tus piernas.
El maitre del hotel, su voz de frío:
"Veinticuatro horas, ¡ya sabe!".
Supe que un día era un plazo inconcebible,
que tan sólo unas horas bastarían.
Conocí el huracán, la madreselva.
Conocí el ancho cielo interminable.
Conocí las espadas y el enigma,
la boca del dolor, la del deseo,
la súplica que anuncian los labios no besados,
qué tibio el corazón cuando se precipita.
Cuantas mujeres hay en este mundo
las conocí por ti. En ti dormían.-


AL OTRO LADO

Te digo que esta vez lo digo en serio.
No consigo dormir, me asusta el tiempo
que tengo que pasar sin ver tu risa
liviana apoderarse de la casa.
Noche tras noche vienes y me dejas
más solo que la luna. Ese recuerdo
me basta para hacer un melodrama
del día que me espera, sin un beso
que llevarme a la boca. Mi mujer
no sospecha de ti; sólo pregunta
de dónde ese aire huérfano, esa leve
sonrisa que me vuelve transparente
me llegan
                    y hacia dónde me conducen.
Ya no voy a fingir. Hoy es el día.
Esta noche nos vemos para siempre.
Cruzaré en un descuido la pantalla.
Me quedaré contigo al otro lado.-




                                LA MIRADA

                                Hay un dolor más hondo.
                                Hay una más profunda mordedura.
                                Un peor desenlace de tinieblas.
                                Una bala que acecha tus latidos.

                                Más allá del vaivén de los deseos.
                                Más allá de palabras sin orillas.
                                Más allá de la súbita desgracia.
                                Más allá del insomnio y la caída.

                                Mírale, ya llegó; es el desprecio.
                                No puedes sostener esa mirada.
                                Observa cómo escoge a quien más quieres.
                                Contémplate en sus ojos de verdugo.-


TIERRA DE NADIE

Y entre todos los días y sus noches,
y entre todas las vidas que aquí arrojan,
en esta habitación que no es de nadie,
sus sombras paralelas,
tu cuerpo de gacela apresurada:

Piel arriba la sangre remonta hasta tus labios,
te inundan las hogueras con clamor de jungla,
desnúdate -me dices-, olvida las palabras,
y entre mis brazos huecos yo te siento temblar
como luna en el agua, contra mi pecho oscuro,
y me siento rozar el techo de los cielos,
tierra, fuego y ardor, cenizas que se yerguen,
coronas mi cintura con aluvión de vértigo,
se desertiza el mundo en torno de esta cama
y mis manos se aferran a la vida en las tuyas,
una lluvia muy honda te riega noche adentro,
la carne se disuelve con su rumor de sombra
y un vasto corazón nos pertenece.

Esta escena transcurre por mi piel,
entre mis brazos huecos, contra mi pecho oscuro,
mientras tus manos vuelan muy lejos de las mías,
tumbado en esta cama,
en esta habitación que no es de nadie.-



                                                                Eduardo García


Imágenes: pinturas del artista polaco Wladislaw Slewinski  (1854-1918)





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