"El silencio pasa rozándote
rozándonos los labios
hablándome de ti"
GUERRA SUCIA poesía de Carlos Alcorta
Sospecho que jamás volveré a verte.
Sospecho que será mi amor tan corto
como el viaje en un tren de cercanías,
que no apartarás, durante el trayecto,
la mirada del libro que sostienes
con firmeza entre las manos, ajena
a la lluvia, al paisaje, a mi presencia.
Mientras, el silencio pasa rozándote,
rozándonos los labios
hablándome de ti,
de la noche que se acerca insegura,
humilde y vacía como la próxima
estación, como el próximo fracaso.
Indiferente y sola, te marchaste.
En el aire viciado del vagón
quedó flotando el poso
de la nostalgia. Perseguí a través
del cristal el fantasma de un recuerdo,
si hermoso o terrible, lo desconozco.
Pero no renunciaré -porque me pertenece-
a la lectura de ese joven cuerpo
a la deriva, a inventar un pasado,
a defender la bondad de los sueños.
Tal vez, años después, ya casi viejo,
me arrepienta de las horas perdidas
observando como el deseo mancha
las paredes insomnes de la casa,
cómo cubren de escombros y hojas muertas
el jardín. Tal vez piense que, en el fondo,
todo tiene un precio, que fabriqué
una historia, una vida fantástica,
irreal que -como advertía Rilke-
debo olvidar para hacerla únicamente
mía y que desdibujo sin pudor
como argumento para emborronar
unas cuartillas y engañar así
al inocente lector que me cree
sincero y siente, quizá, en su propia
carne la herida informe, no cerrada
del amor tricionado.
Depende de mí, de si continúo
o no este juego que vivas o mueras.
Con un golpe de suerte, con los dados
trucados puedo desenmascararte.-
(de "Corriente subterránea")
DESCENSO ALPINO
Algo no marcha bien.
Desconecta el auricular. Desoye
las órdenes del equipo. Agudiza
el oído tratando de averiguar de dónde
procede el amenazador silbido
que agarrota sus músculos
y desvía su esfuerzo ahora decreciente
hacia un dios cuyo rostro
adivina entre sombras galopantes.
Interrumpe por fin el pedaleo.
En el descenso
frena suave a la entrada de una curva
pero no evita que los tubulares
se deslicen romos por el arcén
y siente como si le deslumbrara
una luz negra cuando se reintegra
al asfalto. Confunde la fricción
en las llantas de pinzas y zapatas
con el trino de mirlos y jilgueros,
con un son de punzones que percuten
regulares en las piedras de cantera,
con el violín del viento entre las frondas.
Cuando cruce la meta,
ensayando un ceremonial privado,
rezará una oración infantil que mitigue
su infundada desesperanza,
como cuando siendo un adolescente
el deseo era tan intenso
que lograba paralizar su mente
y rogaba a ese dios en el que aún
creía, que suministrara arrojo
a sus manos promiscuas, vacilantes
sobre la cima oscura del pezón
que se yergue complaciente.-
(Poema inédito de Carlos Alcorta
enviado a Antón Castro para publicar en su blog)
Carlos Alcorta
Imágenes: pinturas del artista ruso Boris Kustodiev (1878-1927). Destacado escenógrafo.
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