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viernes, 27 de julio de 2012

Inmortalidad

                                         Humberto Costantini, poeta argentino nacido en Buenos Aires en 1924. Cuentista, novelista y autor teatral. Participó desde joven en revistas de tono polémico. Entre 1963 y 1975 publicó "Un señor alto, rubio, de bigotes", "Tres monólogos", "Más cuestiones con la vida", "Una vieja historia de caminantes", "Háblame de Funes", "Los héroes de Trelew" y "Bandeo". Por el golpe militar en Argentina, en 1976 se exilia en México. Regresa en enero de 1984, tras un exilio de siete años, siete meses y siete días. Su novela "De dioses, hombrecitos y policía" fue Premio Casa de las Américas 1979, y traducida al inglés, alemán, hebreo y búlgaro. Dejó inconclusa una novela "Rapsodia de Raquel Liberman". Hablar de Costantini es referirse a una generación que eligió, en este caso, la pluma y la acción, la revolución y la humanidad para llevar adelante la vida. Falleció en Buenos Aires en junio de 1987.

                               "El frío. ¿Por qué tiene que venir esto?
                                el frío es como una mano que me agarra
                                como un diablo que me dice
                                Estaré ahí, no te muevas" 



INMORTALIDAD      poesía de Humberto Costantini

Ocurre simplemente que me he vuelto inmortal.
Los colectivos me respetan,
se inclinan ante mí,
me lamen los zapatos como perros falderos.

Ocurre simplemente que no me muero más.
No hay angina que valga,
no hay tifus, ni cornisa, ni guerra, ni espingarda,
ni cáncer, ni cuchillo, ni diluvio,
ni fiebre de Junín, ni vigilantes.
Estoy del otro lado.
Simplemente, estoy del otro lado,
de este lado,
totalmente inmortal.

Ando entre olimpos, dioses, ambrosías,
me río o estornudo, o digo un chiste
y el tiempo crece, crece como una espuma loca.

Qué barbaro este asunto
de ser así, inmortal,
festejar nacimientos cada cinco minutos,
ser un millón de pájaros,
una atroz levadura.
Qué escandalo caramba
este enjambre de vida,
esta plaga llamada con mi nombre,
desmedida, creciente,
totalmente inmortal.

Yo tuve, es claro, gripes, miedos,
presupuestos,
jefes idiotas, pesadez de estómago,
nostalgia, soledades,
mala suerte...
Pero eso fue hace un siglo,
veinte siglos,
cuando yo era mortal.
Cuando era
tan mortal,
tan boludo y mortal,
que ni siquiera te quería,
date cuenta.-


CHE MUNDO, COSA, GENTE

Che mundo, cosa, gente,
vida en serio
no se rajen, tomen
una sopa conmigo.
Sepan,
yo soy un pecador,
anduve con el diablo,
anduve en contrabando de palabras,
supe fabricar vida hablando solo,
me lo pasé en peleas, cayéndome y matando.
Supe vistear con Dios
(una vez lo paré y le pedí fuego,
casi me mata el bárbaro).
Yo soy un pecador,
pero pagué
tuve condena y la cumplí carajo.
Por eso mundo, cosa, gente,
vida en serio,
no se me vayan, tomen
una sopa conmigo,
digo,
si no los comprometo.
Tomen algo.-


SE SUPONE

Se supone que hay dudas sumamente poéticas,

tristezas avaladas por las musas
y además endosadas por la Real Academia,
dulces melancolías que esmaltan los crepúsculos
de colores lindísimos.

Se supone que hay penas que ni hechas de medida
para extasiar niñitas,
soledades que casi son un abrazo
de perfectas,
angustias prestigiosas como heridas de guerra,
rompimientos ya escritos con ritmo de bolero:
debemos separarnos,
me acordaré, te acordarás, etc.

Se supone que hay tedios elegantes
desvelos a los cuales
baja chisporroteando el genio desde el techo,
preguntas y temores que ocasionan sonetos,
neurosis aceptables, llevaderas, simpáticas,
borracheras que nacen con el sello de la celebridad,
cansancios que maduran en corazones sabios.

Se supone,
es lícito aceptar que existen,
que de acuerdo 
a una bibliografía tan bella como extensa
ellos están allí,
demostrando, brillando, guiando, corrigiendo.

Se supone,
fácilmente se admite que deben existir,
no es mi intención negarlo por supuesto,
simplemente
quería decir con toda honestidad,
yo no.-



                                       Humberto Costantini


Imágenes: pinturas del artista plástico argentino, Pablo Solari (Buenos Aires, 1953)



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