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viernes, 27 de abril de 2012

Un poema no es una mesa

                     "Dadle al hombre todo lo que necesite.
                      Las pesas para pesar,
                      las medidas para medir
                      la alegría sin una mancha"


LA LUNA CON GATILLO    Poesía de Raúl González Tuñón

Es preciso que nos entendamos.
Yo hablo de algo seguro y de algo posible.
Seguro que todos coman
y vivan dignamente
y es posible saber algún día
muchas cosas que hoy ignoramos.
Entonces, es necesario que esto cambie.

El carpintero ha hecho esta mesa
verdaderamente perfecta
donde se inclina la niña dorada
y el celeste padre rezonga.
Un ebanista, un albañil,
un herrero, un zapatero,
también saben lo suyo.

El minero baja a la mina,
al fondo de la estrella muerta.
El campesino siembra y siega
la estrella ya resucitada.
Todo sería maravilloso
si cada cual viviera dignamente.

Un poema no es una mesa,
con un pan,
con un muro,
con una silla,
con una bota,
no se puede cambiar el mundo.

Con una carabina,
con un libro,
eso es posible.

¿Comprendeís por qué
el poeta y el soldado
pueden ser una misma cosa?

He marchado detrás de los obreros lúcidos
y no me arrepiento.
Ellos saben lo que quieren
y yo quiero lo que ellos quieren:
la libertad, bien entendida.

El poeta es siempre poeta
pero es bueno que al fin comprenda
de una manera alegre y terrible
cuánto mejor sería para todos
que esto cambiara.

Yo los seguí
y ellos me siguieron.
¡Ahí está la cosa!

Cuando hay que lanzar la pólvora
el hombre lanzará la pólvora.
Cuando haya que lanzar el libro
el hombre lanzará el libro.
De la unión de la pólvora y el libro
puede brotar la rosa más pura.

Digo al pequeño cura
y al ateo de rebótica
y al ensayista,
al neutral,
al solemne
y al frívolo,
al notario y a la corista,
al buen enterrador,
al silencioso vecino del tercero,
y a mi amiga que toca el acordeón:
-Mirad la mosca aplastada
bajo la campana de vidrio.

No quiero ser la mosca aplastada.
Tampoco tengo nada que ver con el mono.
No quiero ser abeja.
No quiero ser únicamente cigarra.
Tampoco tengo nada que ver con el mono.
Yo soy un hombre o quiero ser un verdadero hombre
y no quiero ser, jamás,
una mosca aplastada bajo la campana de vidrio.

Ni colmena, ni hormiguero,
no compareís a los hombres
nada más que con los hombres.

Dadle al hombre todo lo que necesite.
Las pesas para pesar,
las medidas para medir,
el pan ganado altivamente,
la flor del aire,
el dolor auténtico,
la alegría sin una mancha.

Tengo derecho al vino,
al aceite, al Museo,
a la Enciclopedia Británica,
a un lugar en el ómnibus,
a un parque abandonado,
a un muelle,
a una azucena,
a salir,
a quedarme,
a bailar sobre la piel
del Último Hombre Antiguo,
con mi esqueleto nuevo,
cubierto con piel nueva
de hombre flamante.

No puedo cruzarme de brazos
e interrogar ahora al vacío.
Me rodean la indignidad
y el desprecio;
me amenazan la cárcel y el hambre.
¡No me dejaré sobornar!

No. No se puede ser libre enteramente
ni estrictamente digno ahora
cuando el chacal está a la puerta
esperando
que nuestra carne caiga, podrida.

Subiré al cielo,
le pondré gatillo a la luna
y desde arriba fusilaré al mundo,
suavemente,
para que esto cambie de una vez.-


Raúl González Tuñón: (Buenos Aires, 1905-1974) Poeta y periodista argentino.
Participó de la vanguardia literaria argentina de los años veinte y viajó luego viviendo en París y Madrid, ciudades en las que hizo amistad  con poetas como César Vallejo, Rafael Alberti, Miguel Hernández, Federico García Lorca y Pablo Neruda. Se trasladó con el poeta chileno cuando estalló la guerra civil española y ambos poetas con sus respectivas esposas compartieron una casa en Chile.
Tuñón es considerado uno de los fundadores de la corriente moderna de poesía urbana y uno de los máximos representantes de la "poesía social", siempre comprometido con sus ideas socialistas no dudó en viajar por muchos de lugares del mundo para participar en encuentros de intelectuales antifascisistas.  Uno de sus libros claves es "La Rosa blindada" (1935) inspirada en un levantamiento minero en la provincia de Asturias. Otras obras son : "La Calle del agujero en la media" (1930), "Miércoles de ceniza" (1928), "El Otro lado de la estrella" (1934), "Las puertas del fuego" (1938), "La muerte en Madrid" (1939), "La calle de los sueños perdidos" (1941), "Himno de pólvora" (1943), etc.




Imágenes: pinturas del maestro argentino Carlos Alonso (Tunuyán, Mendoza 1929)


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