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sábado, 24 de marzo de 2012

Una muchacha azul bajo la lluvia

                                     "No guardes tesoros donde
                                      la humedad, los bichitos los mordisqueen.
                                      No guardar tesoros.

                                      El tesoro es no guardarlos.
                                      El tesoro es creer.
                                      El tesoro es ser"

FUE EN LOS ROBLES DONDE ELLA, QUE SABÍA    Poesía de Roberto Fernández Retamar

Dijera la verdad. Aquella noche. Estaban dadas todas las estrellas.
Tiempo de suspirar juntos las bocas.
Parpadeaba una luz, alguien volvía
a hacer la hoguera frente a la caverna.
Marcharon entre aromas a la gloria.
Nada en su cuerpo, suave como el agua,
anunciaba los hijos de su cuerpo.
Era toda alma en la soñada cama,
era un incendio, era una primavera,
una muchacha azul bajo la lluvia,
una bahía en quien entrar a gritos,
una bandera ondeando en el combate,
una batalla de azucenas cálidas.
Era ella.-

Roberto Fernández Retamar (La Habana, Cuba 1930).
Poeta cubano. Se licenció en Filosofía y Letras y luego se doctoró en La Sorbona, Francia y en la Universidad de Londres. Obtuvo el Premio Nacional de Poesía por su libro "Patrias" en 1951. El Premio Latinoamericano de Poesía Rubén Darío, el Premio Internacional de Poesía de Bulgaria por su trayectoria, el Premio de la Crítica Literaria por "Aquí" en 1996 y le fue otorgada en Francia la Medalla Oficial de las Artes y de las Letras, en 1998. Le fue concedido el Doctor Honoris Causa en prestigiosas Universidades de Europa.
De su extensa obra poética, se destacan: "Vuelta de la antigua esperanza", "Con las mismas manos", "Buena suerte viviendo", "Qué veremos arder", etc. Dirige la publicación de la Casa de las Américas desde 1965.

ESTÁ

Ella está echada en la penumbra humedeciendo la
        madrugada inicial.
Hay un jardín en ella y él está deslumbrado con ese jardín.
Florece entera para él, se estremecen,
callan con el mismo
         rumor.
La noche va a ser cortada por un viaje
         como por una espada.

Intercambian libros, papeles, promesas.
Ninguno de los dos sabe aún lo que se han prometido.
Se visten, se besan, se separan.
Ella sale a la oscuridad, acaso al olvido.
Cuando él regresa al cuarto,
la encuentra echada en la
         penumbra húmeda.
Nunca ha partido, nunca partirá.-

UN HOMBRE Y UNA MUJER

Si un hombre y una mujer atraviesan calles que nadie ve
              sino ellos,
calles populares que van a dar al atardecer, al aire,
con un fondo de paisaje nuevo y antiguo más parecido
a una música que a un paisaje;
si un hombre y una mujer hacen salir árboles a su paso,
y dejan encendidas las paredes,
y hacen volver las caras como atraídas por un toque de
               trompeta
o por un desfile multicolor de saltimbanquis;
si cuando un hombre y una mujer atraviesan se detiene
la conversación del barrio,
se refrenan los sillones sobre la acera, caen los llaveros
              de las esquinas,
las respiraciones fatigadas se hacen suspiros:
¿ es que el amor cruza tan pocas veces que verlo es motivo
de estrañeza, de sobresalto, de asombro, de nostalgia,
como oír hablar un idioma que acaso alguna vez se ha
               sabido
y del que apenas quedan en las bocas
murmullos y ruinas de murmullos?-


                        Roberto Fernández Retamar 

Imágenes: pinturas del artista cubano Víctor Manuel García (1897-1969). El más importante de su generación. Obras: "Gitana tropical", "Los Novios" y "Dos mujeres y un paisaje"




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