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jueves, 6 de septiembre de 2018

Del verano

Octavo año de una antojadiza antología de la poesía de todos los tiempos, seleccionada por el escritor Quique de Lucio. Esta pretende ser una antología cuyo sentido radica en la actividad del lector, en su lectura que organiza los textos como un proyecto de su propia aventura y goce creadores. Difundiendo a más de 3.000 escritores, respetando el derecho de autor.






Publicación N° 2.147-



                                                                                                                                  Montserrat Doucet

Poeta española, nacida en Madrid en abril de 1962. Licenciada en Filología Hispánica por la Universidad Complutense de Madrid. Imparte clases de Lengua y Literatura Española. Coordina el Taller de poesía y narrativa Trascedentalista. Ha representado a España en el IV Festival Internacional de Poesía de Costa Rica (2005) y en el XIV Encuentro de Mujeres Poetas en El País de las Nubes, México (2006). Ha publicado, entre otros, "Culpable de milagros" (2001), "Paisajes hacia lo hondo"-Haikus  (2002), "El invierno de la rosa" (2003), "Serie malevitch" (Aranjuez, 2007), etc.
Ha sido incluido en varias antologías, como: "Aldea Poética III" (Madrid, 2005), "Conjuro de luces" (México, 2006), "Quinta del 63" (Salamanca, 2002), etc.


                                                                                                        "El caminante del cielo me guía
                                                                                                          pero no puede saber, no, no puede,
                                                                                                          que atravieso tu noche
                                                                                                          cuando duermes alejado de mí"












BIOGRAFÍA DEL VERANO

El verano es una isla cercada por tu ausencia.
En él se detienen el tiempo y sus ayeres,
pero fluye invencible la luna
y vuelan los puentes,
y se rompen la noche y sus signos voraces.

Las estrellas se yerguen:
insistentes alientos sore mi vida.
Porque también se despiertan
los espejos inauditos del mar
y sus destellos de arena conmovida.

Quiero pasar como quien cruza
desnuda hasta alcanzar
la transparencia de la tarde,
y ser sólo agua de la luz
en el cielo sin tregua del verano.

¡Ay, el verano,
isla acorralada por tu ausencia !.-



LLAMADA

He llamado a la luz
para que venga
a soltarme el cabello.
Quiero ocultarme en él
para que tú me veas.

He llamado a la luz
tengo miedo de la sombra
que todo lo enreda.-



CIUDAD DEL SUEÑO

Estás ahí, ciudad insomne,
horadada por túneles y por huertas.
Siempre tan prisionera de la delgada noche,
siempre tan cerrada por los ángulos del sueño.

Y te abres, a veces, como el misterio
para mostrarte en las madrugadas
diáfana de presagios,
familiar y terca como el abrazo.-



CULPABLE DE MILAGROS

La primavera estaba toda
subida por los cielos.
Desde el aire el azul
sólo agua, luna, agua...
Contenidos silencios de la piedra y el tiempo.

Te llamé...Y sólo alas cayendo
como estruendo de las hojas sin viento.
Y a lo lejos el boj,
prisionero en su propio laberinto
tan verde y sólo verde,
ahí tan verde entre el excesivo azul.

Quise besarte y eras sólo estatua
transparente y en tu lejana robustez.
¡Líquenes y verdín...y tú callando!

Y Dios abrió sus manos superadas,
cayó la primavera y quedó todo,
culpable de milagros.-



INVIERNO DE LA ROSA

La rosa es algo que no vuelve
tan desnudo -quizá- como el invierno,
que retiene el ayer en su belleza
de flor acariciada, sin prisa, por la nieve.

Álgida es su pregunta
como la escarcha,
inquietante pregunta
de tantas soledades:
"ser rosa de invierno de qué sirve?"

Tu rosa -y cada rosa entre la nieve-
ay, sirve para arder...
También mi alma:
rosa ardiendo de luz
ante el invierno.-


***

Ya pasó el tiempo de la piedra
de la lluvia en las catedrales
del cabello que oculta al centinela

La hora de la tierra
viene por la quebrada de la luna
y sólo el cristal del puente
sabe el camino.

Deprisa, deprisa, más, más deprisa:
que la luz aún no sabe de tu sombra,
que la fruta no sabe de la helada,
que mi corazón sí sabe de la muerte.-






                                                                                                                           Monserrat Doucet



Imágenes: Pinturas de Pino Daeni  (Italia, 1939 - 2010)







quiquedelucio@gmail.com




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