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jueves, 30 de junio de 2016

Magisterio de la luna

Sexto año de una antojadiza antología de la poesía de todos los tiempos, seleccionada por el escritor Quique de Lucio. Esta pretende ser una antología cuyo sentido radica en la actividad del lector, en su lectura que organiza los textos como un proyecto de su propia aventura y goce creadores. Difundiendo a más de 1.300 escritores, respetando el derecho de autor.



Publicación N° 1.403-


                                                                                                   Eugenio Da Silva Ramos

Poeta de Brasil, nacido en Lorena en 1919 y fallecido en Sao Paulo en 1992. Fue además traductor, ensayista , crítico literario y profesor universitario. De su extensa obra poética, se pueden citar: "Lamentación floral" (1946), "Sol sin tiempo" (1953), "Luna de Ontem (1960), "Futuro" (1968), "La noche de la memoria" (1988), etc, en el año 1972 reunió su trabajo en el libro "Poesía casi Completa". Los textos que acompañan esta entrada fueron preparados y traducidos por Gabriel Rodríguez para la Fundación Editorial de la Cultura.



                                                                                                  "Cuando las madreselvas se callen
                                                                                                   en los setos y el viento del cielo
                                                                                                   disuelva los últimos pájaros,
                                                                                                   quizás pueda quedar cantando"









MAGISTERIO DE LA LUNA

Para encontrarse con el amado,
aquella mujer se cubrió con telas costosas
y pedrería
y se envolvió en una neblina de perfumes,
y salió radiante como el sol en los duraznos.

-¿Cómo te atreves, insensata,
a traer el sol en tus cabellos
cuando la noche ya ha caído?
¿A qué dioses supones tentar?
¿Por qué esas telas de fuego
y esos aromas de condenación
cuando en el umbral de mis campos
hay una simple higuera estéril
como dádiva de los cielos?

Báñate en el agua de las fuentes
y vestida con tu propia desnudez
preséntate a la puerta de la casa
de mis padres,
como si fueras una fuente que brota
de las tinieblas:
sólo como realmente eres, así
entrarás en la casa de mis padres,
y serás la sal de mis días.


***

¿Por qué tiras ventanas afuera el oro de las mañanas,
como si tus arcas estuvieran desbordantes?
Pesa en tus manos el trigo de la simplicidad:
no lo atesores ni lo disipes.

La mayor gloria está en comunicarse con alegría,
espíritu elevado,
en transmitirse como el vino
que da vida a las copas:
piensa en que los otros merecen oír la música
y sentarse a las bodas de Cana.

El claro de luna es selectivo,
y el sol, cuando alumbra, es la luz de todos.-



TEOLOGÍA ONÍRICA

Sin él, todo se derrumbaría,
y cielos y techos,
quedaríamos perdidos en la existencia;
él es el rostro exacto de la verdad,
el pecho, la cara, la frente de la verdad,
           en su cándida desnudez:
porque la verdad más vulgar
es la simple cabellera,
la nuca, el dorso,
línea del cuerpo que se precipita
hacia el suelo general, definitivo.

Sin él, sin el sueño, el cielo se desplonaría,
la sombra tragaría al mismo Dios,
que sueña y es el sueño que es soñado por él mismo,
ora serena, ora perdidamente,
las manos llenas de estrellas, en las pupilas
el brillo de las galaxias,
desnudez sagrada y centelleante
para henchir la noche cuando el sueño sueña:
que el sueño es que sueña y crea el tiempo,
este espejismo, la fuente y su rumor de nubes,
la vida y la muerte, como un rostro y su perfil.-



EPITAFIO

Las olas nacen,
las olas mueren,

en un solo minuto:

pero el pensamiento
puede eternizarlas.

Las rosas nacen,
las rosas mueren;

pero el pensamiento
puede concebirlas inmortales.

Por eso las saqué del mar,
¡oh olas!

Por eso las saqué del lodo,
¿oh rosas!
Sin embargo las hice etéreas y flamantes
para que brillen sobre el polvo
en que habré de
convertirme.-



ELEGÍA

Había estrellas
cuando empalideció la carne;
y sol, y pájaros, y flores,
cuando quedaste, para siempre,
en tu casa de silencio.

(Ah, también tú, padre mío!)

Tu rostro, como las fuentes,
huye bajo la tierra.

Amargo.¿Pero qué importa?
Perdiste la cara que mostrabas a tu hijo,
pero, bien sé,
que es luz subiendo hacia la luz,
y, si no puedo verte,
siento que caminas sobre la noche,
como el humo de los altares
que se elevan hacia el infinito.

Sí, para el Dios de amor que llora con los afligidos;

para ese Dios de paz que indica y muestra
el puerto a las naves
que se extravían junto
al Cabo de las Tormentas.-




                                                                                                       Eugenio Da Silva Ramos




Imágenes: Pinturas del artista italiano Matteo Arfanotti (contemporaneo).





quiquedelucio@gmail.com 

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