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martes, 9 de junio de 2015

Vera Mística

Quinto año de una antojadiza antología de la poesía de todos ls tiempos, seleccionada por el escritor Quique de Lucio. Esta pretende ser una antología cuyo sentido radica en la actividad del lector, en su lectura que organiza los textos como un proyecto de su propia aventura y goce creadores. Difundiendo a los hacedores, respetando el derecho de autor. 



                                                                                  Alejandra Mendé

Poeta y editora argentina, nacida en Buenos Aires en mayo de 1956. Ha publicado: "Hebra mojada" (1997), "Laberinto poético" (2011), "La obra del Señor Joyce" Ensayo-2012, "Letras cardinales" (2013) y la obra de teatro "Cuadro Conjetural" (1997). En la actualidad coordina web de talleres literarios, de la Comisión Nacional Protectora de Bibliotecas Populares. Fue miembro del Consejo de Redacción de OMERO Poesía y dirigió "La Juntaluz" Letra y Arte, publicación cultural independiente de 1997 a 2002.


                                                                                        "La belleza, ay, ay, ay
                                                                                         su belleza no tiene lugar
                                                                                         en tu boca, ni hoy, ni ayer,
                                                                                         ni todavía"



 
VERA MÍSTICA
I

Entre la verdad y el escrúpulo.
Magna, la de la orilla
del círculo y la esfera,
escogidas por temblor
de manos y labios.
Obertura,
que en jeroglíficos y eyaculaciones,
la poesía evapora y la
naturaleza agita.
La tierra se vuelve nodriza de la piedra.
La tempestad su argumento.
Ingeniería imaginable donde
lobos y cabras
alimentan el nonato de la bestia,
la palabra.
Dormida, Magna, Hermafrodita,
en el último paraje
del principio me descarna.-

II

Abre las fauces.
Desnuda a Hermes.
Mastica vestiduras.
Adiscursa, excomulga la voz,
acopla, desentona y escupe
la babosa enquistada en el aire.
Después recobra su relieve sanguíneo,
su traza magnética, luz
y brillo de mortaja.-

III

Piso los rombos y elipses del suelo ornamental.
El monje toma la mano del anciano.
Arquitecto de sombras en la mampostería.
Abogado del color en la penumbra.
El más sabio de los dos concibió al otro.-

IV

El dios de las horas matará lo imposible.
El corazón hecho pájaro enjuagará sus pies
y alguien habrá llenado el templo de cumbres.-

V

Ahora cuatro mujeres
de cuatro mundos diferentes,
paradas en un paisaje lunar.
La primera, con la sombra de un hombre en la cabeza,
la segunda, la de sin razón o bestia
la tercera,con pensamiento de pájaro
y la cuarta, con la sagacidad de un lince.
La trama tuvo sus consecuencias.-

VI

Mi Vera entrañable bajo su luz de nunca.
Mi Vera verdad de siempre dicha.
Tu aroma palabra deshojada de
caricias a los siglos venideros.
De Vera verdad como futuro,
por puro callar la desvergüenza.
Para tenerte secular entre los dientes
para morderte a la vida como sea.-


DE LA FOGATA AL MARGEN

Proclives a perder todo,
como si no supieran hacer
sino atizar y quemar objetos
que hubieran servido el día anterior
o el que estaba por venir.
Bien sea una camisa,
un cuaderno,
el papel pegado a la lata,
un reloj, un par de zapatos,
una silla, o lo que fuere.
Hasta las botellas de plástico tóxico,
arden en la fogata
improvisada al atardecer,
entre el paredón y la vía.
Se deshacen de esas cosas
que llegan a sus manos,
sin otro porvenir que la ceniza,
porque no hay nada que temer,
salvo ese poco de calor y de humos.
Acumulan cajones y maderas
que quiebran con los pies.
Mientras las mujeres,
atraídas como moscas,
revolotean sus siluetas
cerca de las llamas
para vociferar palabras agudas,
lejanas, risueñas,
que estiran los peltrechos.
Las llamas son altas
y ellas gritan con creces
la inconsistencia del pasaje
por la noche estéril.
A veces bailan en pareja,
a veces conversan,
a sabiendas que los dragones del lado oeste,
pueden usar los fierros
bajo la luz de la luna.
Que los borrachos de la estación
duermen colgados
sobre el ronquido del policía,
que hace temblar en el patrullero,
frente a la barrera,
Toda la noche dejarán pasar sus zonas lúcidas
y pretenden calentar el mundo con la quema,
para cegar el estupor de los días hábiles
o la voracidad de los feriados.
Atraídos por las chispas
que suben haciendo serpentinas.
Enfrascados en las cuevas
que forman los leños iridiscentes,
Los cuerpos se acarician al calor,
se mueven por la música,
atentan contra el cansancio,
en espasmos dispares y gestos,
que se desploman en esa práctica nocturna.
Hasta que entre las ramas de los árboles,
los pájaros, comienzan a cantar
insolentes y laboriosos su mañana...
Entonces, la del vestido azul
se acurruca con una manta.
El de camisa gris
se abraza a la de remera floreada.
Y los demás se van o se están yendo.
Los pocos que quedan
para develar el misterio del día
o todo lo que no llega
después de la oscuridad,
se apropian del rescoldo
y hacen pobres infusiones
hasta que pasa el primer tren
lleno de piernas y rostros
desplazados del mundo perfecto.
Eso, sí:
aún al calor del sol, en las almohadas de verdín
(no lo dudes) siempre se extrañan los fuegos.-



                                                                                     Alejandra Mendé 








Imágenes: Pinturas del artista Lim Zin (Corea del Sur, radicado en Estados Unidos)





quiquedelucio@gmail.com

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