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miércoles, 14 de mayo de 2014

Isabel

Una antojadiza antología de la poesía hispanoamericana de todos los tiempos, seleccionada por el escritor Quique de Lucio. Para difundir a los creadores, respetando el derecho de autor.


                                                   Miguel Gómez Yebra

Poeta y narrador español nacido en Sarría, Lugo en 1952. Es Licenciado en Matemáticas y en Filosofía y Ciencias de la Educación. Fue finalista en el II Premio de Poesía "El ermitaño" con su libro "Árbol de otoño", y en el V Premio de Poesía María Luisa García Sierra (2003) con el poemario "Visiones de crisálida", que se publica en el año 2006. En marzo de 2012 publicó su último libro de poesía "Amnesia". Su novela "Almíbar" quedó finalista en el Premio Felipe Trigo del 2009 y en el Premio Ciudad de Badajoz de 2010.


                                              "¿por qué nos tortura 
                                               el otoño con luces satinadas
                                               volviendo como siempre
                                               para enseñarnos su alma rota de cobre?" 





ISABEL

Porque Isabel prefiere el centro urbano
al arrabal pujante y decidido
a conquistar el resto del planeta
yo también me he impregnado con las ruinas
y con la arquitectura de otros siglos,
que echa viejos como si echara moho,
y cafés en esquinas de museos
tan preñados de estatuas que se mueren
por no saber parir mármol ni bronce.

Pero sigo su sombra adonde vaya
y si no hay sombra yo le sigo el rastro.
el rastro de su piel por todo el cosmos.
Si pretende anidar en buhardillas
me haré pintor romántico
que repita obsesivo
su esbozo sobre el lienzo,
si busca apartamento sin balcones
yo sabré convertirme en jardinero
que suplante petunias y geranios,
si baja a los infiernos
no seré guía ni tampoco un ángel
que quiera rescatarla
tan solo un lazarillo que confunda
sus pasos y la lleve
de vuelta a las aceras y a los parques
a audaces pajarillos y a las fuentes
donde beber el agua con sus labios
para sentir su espíritu en el mío.

Porque Isabel no añora los suburbios
yo me quise perder en el asfalto
y hacerme ajedrecista en adoquines
moviéndome entre iglesias solitarias
descubriendo obeliscos y palacios
donde ella no reinó ni yo fui príncipe
que la invitara a un vals,
únicamente pude
conseguir que un extraño nos hiciera una foto
sacando unos jardines y una cúpula,
pero no me importaba
no hay cúpula que iguale sus cabellos
cuando desciende el sol
para buscar su cuna
y yo encuentro un segundo su sonrisa.

Porque Isabel prefiere el centro urbano
yo seré lluvia que le limpie el aire
y aire que aleje toda la hojarasca
y hojarasca que invente árbol y selva
y selva para huir
con nuestros corazones
unidos divisando el universo.-


SAN VALENTÍN

Yo no regalo rosas. Sé que las rosas pueden
disfrazar sentimientos, eludir las palabras
valer una sonrisa pocas veces auténtica
arrancar un te quiero, o el no definitivo.
Dicen que hay joyerías sin ánimo de lucro
que ofrecen el cariño muy bien cristalizado,
si eso es la garantía de la fidelidad
los diamantes resultan, desde luego, baratos,
pero he visto subastas de diademas malditas
que encerraban traiciones, amarguras y muerte,
con ellas se extinguieron algunas dinastías
y otras aún aguardan. Mientras pujan, ¿ignoran
el coste que supone su perdición final?
Si me piden que crea
yo no estoy muy dispuesto,
nunca porté banderas ni llevé escapularios,
por no seguir, a veces, no me sigo a mí mismo
y me cuesta aceptar que el amor se presente
con código de barras. Confesaré, no obstante
que no parezco raro, o al menos no tan raro
como piensa ese mimo fantasmal de mi espejo:
permanece la alianza en mi dedo anular
de la mano derecha, la misma que acaricia
la misma que no escribe nunca cartas de amor.

Ella es tenaz y alegre, aunque con llanto fácil,
claro que últimamete lo tenemos los dos,
y sufre cuando sufro, me anima si decaigo,
nos contamos los planes, confidencias y chistes.
A sus ojos azules me asomo día a día
y diviso, apacible, el cercano horizonte
de su alma que me espera como entrañable océano
donde bogar en calma con rumbo hacia el ahora
olvidando el futuro que acecha imprevisible.
Yo no regalo flores, pero pido disculpas
por no saber decir de otro modo las cosas
y utilizar palabras, fugaces, intangibles,
cuando le hablo al oído, y siento condensarse
el amor como un néctar sin pistilos ni cáliz
sin pétalos que enturbien su desnudez sublime
simplificando el mundo para quedar nosotros
cómplices en la vida, cómplices de un sueño
que compartimos siempre desde la madrugada.-


                                                     Miguel Gómez Yebra




Imágenes: Pinturas de Zula Kenyon  (Wisconsin, Estados Unidos, 1873-1947)


Publicación de Quique de Lucio para "Nos Queda
la Palabra"
quiquedelucio@gmail.com

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