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viernes, 6 de octubre de 2017

Perdido Túnel

Séptimo año de una antojadiza antología de la poesía de todos los tiempos, seleccionada por el escritor Quique de Lucio. Esta pretende ser una antología cuyo sentido radica en la actividad del lector, en su lectura que organiza los textos como un proyecto de su propia aventura y goce creadores. Difundiendo a más de 2.000 escritores, respetando el derecho de autor.






Publicación N° 1.818-


                                                                                                                Hugo Orlando Ramírez

Poeta, narrador y profesor argentino, nacido en Santiago del Estero en 1954. Es profesor de Lengua y Literatura. Ha publicado, entre otros, los libros: "Tus ojos en las calles" (1991), "Sueños como aullidos" (1999), "Poemas que avanzan retroceden" (2009), etc. Obtuvo Mención Especial Faja de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores  y de la Asociación de Escritores Argentinos en el año 2000 . Fundó y dirigió la revista cultural "Ventana abierta a la vida" y ha participado con sus textos en varias publicaciones , suplementos culturales ,antologías y en recitales poéticos en diversos lugares de Argentina..


                                                                                                   "Llevo tu adiós
                                                                                                     anudado a mi garganta.
                                                                                                     De algún costado del tiempo
                                                                                                     tendrá que aparecer una esperanza" 









PERDIDO TÚNEL

Como pájaros que vuelven
de un cielo de tormentas,
procuras sacudirte la tristeza,
te empeñas en reírte junto a mí.
Hablas de quitar el barro
de las vencidas botas
y vaciar de los bolsillos
el dolor que percude todavía.

Y yo no puedo
recuperar aún a mi alma.

En vano intento
emerger de lo profundo.
Como pájaros que buscan
afanosamente el sol,
te sacas el escombro de los días.
Tú que has sufrido como yo.
Somos, amor, pequeños pájaros
sobrevolando los espesos pantanos
de la muerte.
Ex presidiarios
donde la vida sólo es resto.
Secos silencios
donde la lágrima es nada más
algo que vive.
Porque yo sé que nuestros ojos
llegan en busca de nuevas alboradas
y persisten inconscientes
por un perdido túnel
donde nacen y renacen los colores
sobre un pálido horizonte
que se había quedado sin primicias.-



EN LOS QUIROGA

Desde el ocaso mudo que fatiga
el hábito copioso de tu risa
en Los Quiroga,
aférrate a mi amor
como a este río,
donde sueñas de noche
y te cobija la tierra,
como un vientre marrón
y omnipotente.

Desde el verano agita
el espejo fabuloso
que te llama.
Arrástrame a tu corazón,
tormentera.
Vamos a alumbrar entre horneros,
entre pacientes pescadores de la orilla.
Donde el cielo se incendie
con tu paso,
y sueñe aún la niña
de labriegas trenzas,
entre garzas y canastos y pañuelos,

vamos a andar este camino desprolijo.
Anida en este espacio de América.
No te vuelvas del hechizo salado
que tiene tu piel
en Los Quiroga.-



A TRAVÉS DE MÍ

Ha de romperse alguna vez mi barco.
Ya sé...mi ciudad sucumbirá una tarde.

Porque a veces llega un oscuro rumor
de olas imposibles viajando hacia nosotros.

Después de haber amado moriré.
Después de haber amado tanto.
Después de haberme afincado en esta orilla,
con su arena caliente y caprichosa
yo moriré alguna vez.
Y digo con tan poco sufrimiento: yo moriré,
que puedo incluso morir mañana mismo
sin que sea preciso apurar
este trago saludable.

Yo he vivido cada día repartiendo trazos de mí.
Y sin que tú me reprocharas
he convivido con tu amor a los desesperads.
He tomado a mi cargo tu esperanza
para soltarla entre los deprimidos
He regado esta tierra descreída con anhelos.

¡Tanto has colmado mi corazón!

Tu sonrisa ha pasado a través de mí
para encender mejillas pálidas.
Labios desnutridos del mirar de Dios
He hecho de tanta donación
lo que he querido.
La he jugado como un pródigo o un loco
por alegrar y bendecir a alguien,
a cualquiera,
con tanto mar azul, con tanto cielo,
con que he sido injustamente afortunado
y el rayo furioso no ha querido
dejar en paz a su pradera.

Mira...puedo morir mañana
sin necesidad de duelo.
Morirme en ti.
Morirme en mí.
Morirnos, digo, sin extrañar demasiado
este rincón estrecho.
Esta infinita y repetida rueda
donde acordamos con sólo una mirada,
morir amando.-




                                                                                                        Hugo Orlando Ramírez



Imágenes: Pinturas de Iryna Yermelova (contemporánea)







quiquedelucio@gmail.com

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