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miércoles, 11 de octubre de 2017

No te mueras


Séptimo año de una antojadiza antología de la poesía de todos los tiempos, seleccionada por el escritor Quique de Lucio. Esta pretende ser una antología cuyo sentido radica en la actividad del lector, en su lectura que organiza los textos como un proyecto de su propia aventura y goce creadores. Difundiendo a más de 2.000 escritores, respetando el derecho de autor.




Publicación N° 1.822-



                                                                                                                 Jorge Charpentier

Poeta de Costa Rica, nacido en 1933. Cursó la Licenciatura y el Doctorado en Filosofía en la Universidad de Madrid, en la cual se doctoró en 1962. Su extensa obra poética comienza en su país con la publicación de "Rítmico salitre" (1968), y continua, entre otros, con "Poemas de la respuesta" (1977), "Donde duermen las mariposas" (1981), "Tú tan llena de mar y yo con un velero" (1984),"Cómplice del alba" (1991), "Arrodillar la noche" (1988), "No preguntes la noche" (1995), "El abuelo en el espejo" (1997), etc. En España publicó tres libros de poesía: "Diferente al abismo" (1955), "Poemas para dormir a un niño blanco que dijo que no" (1959) y "Después de la memoria y lo posible" (1961).



                                                                                                "salgo a a noche y grito a los pies
                                                                                                  mi calor nuevo, tiento el espacio
                                                                                                  imaginario de la voz y mi crujido,
                                                                                                  en la calle me conoce la nieve"









NO TE ME MUERAS PRONTO

No te me mueras pronto.
¿Con quién tendría el amor de las palabras?
¿Con quién hacer la historia de mis dedos?
¿Con quién dejar el sueño vespertino
cuando la tarde moja acalorada
tu frente en mi mejilla?

¿A quién decir
la dulce geografía de la luz apagada?
¿A quién helar de luz
en el cielo del invierno?

Falta le harás a mi garganta
para nombrarte en diálogo.

¿Si te me mueres pronto,
con quién destruyo el tiempo
hasta encontrarte?.-



VIII

Y ahora, alerta, amor, alegre, toma tu azada,
recoge poco a poco el ruido
de la mes en los graneros,
y deja que se pueblen las flores
de casas y caminos.

Unos querían cama de mar y techo de montaña.
Querían la casa de madera y sal
y rocas asomando en la ventana.

Otros querían empezar desde la tarde,
construir las puertas con espuma,
beber el vino en cerrados peces
como copas.

Pero yo no quise tanto.
Pedí sólo no talar el árbol,
ni el techo transparente
de la flor extendida
que es el mar.

No pedí descansar sobre la vida
como sobre el pecho
de una madre inmensa.
Pedí ser madre para parir la vida
y no descansar de tal hija luminosa.

Como un filo extendí una mano
para cortar campanas a mitad de sonido
y beber la copa de mi vino.

Como nadie llegó todo me lo di.
Como sólo pedí de la vida otra vida
he ido creciendo hacia
muchos horizontes subterráneos.
Allí te hallaré, copa de pez,
roca disminuida hasta campana, amor,
que como nadie me dio yo me daré.-



PRESAGIO CON ÁRBOL

Hoy no ando de suerte,
un pájaro extraño como una servilleta
se me prendió a las manos
y empezó a cantar
dedo con dedo.

Hoy no estoy para naipes.

Se me ocurrió entrar al parque
y un ángel verde me cayó en la manga
mientras leía los libros que hacen agua.
Hoy, como si maleficio se pusiera
en mi tomar el desayuno,
el cigarrillo se abrió de par en par
humedecido.

A quién echar la culpa
si los sueños
fueron brujos inmediatos agoreros
advirtiéndole al alma
no salir de casa.

Hoy no ando de amatista
que proteja mi luna.

Amanecí apagado
poblado de noviembre
y llueve sobre el aire.

Hoy no ando
para preguntas tuyas
de cuál va a ser tu destino
si no me alejara.

Amanecí con cuervos azules
que me avisan dejarte.-



EPÍLOGO

Siempre al final del desahogo sórdido
me quedo tendido en forma de esqueleto
sobre una mesa de mimbre.
Y cuando oigo hervir a lo lejos alguna voz conocida
que me llama,
a mí, a mi esqueleto, a mi soledad sin hormiguero,
busco cosas que ofrecerle: aros de pan,
alimentos cohibidos como el amor,
odios destilados en los tímpanos.
Entonces aturdo mis anímicos esquemas
y acuerdo consolarme dando un nombre a mi esqueleto,
que suene como un bélico andamiaje,
que llene sus vacíos de dulzura
y se que de aquí conmigo, tan yo mismo,
en la mesa mimbre y rota que madruga.-




                                                                                                                     Jorge Charpentier



Imágenes: Pinturas de Ivan Savlinski  (Rusia, contemporáneo)






quiquedelucio@gmail.com






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