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jueves, 22 de septiembre de 2016

En primavera


Sexto año de una antojadiza antología de la poesía de todos los tiempos, seleccionada por el escritor Quique de Lucio. Esta pretende ser una antología cuyo sentido radica en la actividad del lector, en su lectura que organiza los textos como un proyecto de su propia aventura y goce creadores. Difundiendo a más de 1.400 escritores, respetando el derecho de autor.


Publicación N° 1.479-



                                                                                                        Eduard Morike

Poeta y narrador alemán, nacido en Ludwigsburg el 8 de septiembre de 1804 y fallecido en Stuttgart el 4 de junio de 1875. Fue profesor de literatura en un colegio femenino de Stuttgart. En 1838 aparecieron por primera vez sus poemas reunidos, en parte ya publicados en revistas, el volumen fue ampliado varias veces hasta su cuarta y última edición en 1867. Los compositores Robert Schumann, Johannes Brahms y Hugo Wolf, entre otros,  compusieron canciones con textos poéticos suyos.



                                                                                            "Ah, querrías decirle a ella
                                                                                              que conozco cosas mucho más dulces:
                                                                                             ¡Nada hay más delicioso en este mundo
                                                                                              que abrazar y besar!"   








EN PRIMAVERA

Aquí estoy en la colina primaveral;
las nubes pasan a ser mis alas,
un pájaro vuela por delante de mí.
¡Ah, dime mi solo y único amor,
donde estás, para que pueda estar contigo!
Pero tú y las brisas no teneís casa.

Mi alma se ha abierto como un girasol,
anhelante,
expandiéndose
en amor y esperanza.
Primavera, ¿qué es lo que quieres?
¿Cuándo me apaciguaré?

Veo pasar las nubes y el río,
el sol besa su resplandor dorado
profundamente dentro de mis venas;
mis ojos, maravillosamente encantados,
se cierran, como si se durmieran,
sólo mis oídos siguen oyendo
a la abeja zumbando.

Pienso en esto y en aquello,
anhelo y, sin embargo, no puedo decir qué:
es mitad dicha, mitad lamento:
dime, corazón mío,¿qué recuerdos tejes
en las hojas verdes y doradas en la penumbra?
¡Dios antiguos e innombrables!.-




A UN VIEJO CUADRO

En la floración estival de un verde paisaje,
entre aguas frescas, cañas y juncos,
¡mira como el nocente niño
juega libremente
¡Y Allí, en el delicioso bosque,
ay, verdea ya el tronco de la Cruz.-



LA DONCELLA ABANDONADA

Pronto, cuando los gallos cacarean,
antes de que se disipen las estrellas,
debo estar junto al hogar,
debo encender el fuego.

Es hermoso el brillo de las llamas,
saltan las chispas;
contemplo su crepitar
sumida en la tristeza.

De pronto recuerdo,
muchacho infiel,
que por la noche
he soñado contigo.-



VIAJE A PIE

Cuando, con mi cayado recién cortado,
bien de mañana,
atravieso los campos,
subo y bajo colinas,
como el pajarillo entre las hojas
canta y revolotea,
como los dorados racimos de uvas
restallan de dicha
con el primer sol de la mañana:
así siente también mi viejo y querido
Adán la fiebre del otoño y la primavera,
el espíritu divino,
los nunca perdidos
primeros deleites del paraíso.

Tu no eres tan malo, oh viejo
Adán, como dicen los severos maestros:
no has dejado de amar y alabar,
no has dejado de cantar y glorificar,
como un día de la creación eternamente nuevo,
a tu amado Mantenedor.

¡Que así me sea concedido
y mi vida entera sería
entre el ligero sudor del caminante
un paseo matutino como este!.-



ENCUENTRO

¡Vaya tormenta la de esta noche
hasta que ha asomado la mañana!
¡Cómo han limpiado los desabridos escobazos
las chimeneas y las callejuelas!

Llega una muchacha por la calle,
que mira timidamente en su alrededor;
como rosas agitadas por el viento,
así se sonroja vacilante su carita.
Un apuesto joven sale a su encuentro,
quiere acercársele lleno de dicha:
¡cómo se miran alegres y turbados,
los pícaros pipiolos!

Él parece preguntar si su amada
ha arreglado ya sus trenzas,
alborotadas por la tormenta nocturna
en su cuartito desabrigado.

El joven sueña aún con sus besos
que le dio su dulce muchacha,
inmóvil, extasiado con su encanto,
ella se apresura entretanto tras la esquina.-




                                                                                                          Eduard Morike




Imágenes: Pinturas de la página Saachi Art




quiquedelucio@gmail.com




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