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miércoles, 7 de septiembre de 2016

Canción de la lluvia

Sexto año de una antojadiza antología de la poesía de todos los tiempos, seleccionada por el escritor Quique de Lucio. Esta pretende ser una antología cuyo sentido radica en la actividad del lector, en su lectura que organiza los textos como un proyecto de su propia aventura y goce creadores. Difundiendo a más de 1.400 escritores, respetando el derecho de autor.




Publicación N° 1.464-


                                                                                                       José Ángel Buesa

Poeta cubano, nacido en Las Villas -ahora Cienfuegos-  el 2 de diciembre de 1910 y fallecido en Santo Domingo, República Dominicana, el 14 de agosto de 1982, a los 71 años.



                                                                           "El amor que vuelve, siempre vuelve en vano,
                                                                            así como un ciego que tiende la mano.
                                                                            Amor de una noche sin amanecer:
                                                                            ¡Acaso prefiero no volverte a ver!"












CANCIÓN DE LA LLUVIA

Acaso está lloviendo también en tu ventana;
acaso está lloviendo calladamente, así.
Y mientras anochece de pronto la mañana,
yo sé que, aunque no quieras, vas a pensar en mí.

Y tendrá un sobresalto tu corazón tranquilo,
sintiendo que despierta su ternura de ayer,
y, si estabas cosiendo, se hará un nudo en el hilo,
y aún lloverá en tus ojos al dejar de llover.-



CANCIÓN DEL AMOR LEJANO

Ella no fue, entre todas, la más bella,
pero me dio el amor más hondo y largo.
Otras me amaron más; y, sin embargo,
a ninguna la quise como a ella.

Acaso fue porque la amé de lejos,
como una estrella desde mi ventana
y la estrella que brilla más lejana
nos parece que tiene más reflejos.

Tuve su amor como una cosa ajena
como una playa cada vez más sola,
que únicamente guarda de la ola
una humedad de sal sobre la arena.

Ella estuvo en mis brazos sin ser mía,
como el agua en cántaro sediento,
como un perfume que se fue en el viento
y que vuelve en su viento todavía.

Me penetró su sed insatisfecha
como un arado sobre llanura,
abriendo en su fugaz desgarradura
la esperanza feliz de la cosecha.

Ella fue lo cercano en lo remoto,
pero llenaba todo lo vacío,
como el viento en las velas del navío,
como la luz en el espejo roto.

Por eso aún pienso en la mujer aquella,
la que me dio el amor más hondo y largo
nunca fue mía. No era la más bella.
Otras me amaron más. Y, sin embargo,
a ninguna la quise como a ella.-



CANCIÓN DEL VIAJE

Recuerdo un pueblo triste y una noche de frío
y las iluminadas ventanillas de un tren.
Y aquel tren que partía se llevaba algo mío,
ya no recuerdo cuándo, ya no recuerdo quién.

Pero sí que fue un viaje para toda la vida
y que el último gesto fue un gesto de desdén,
porque dejó olvidado su amor sin despedida
igual que una maleta tirada en el andén.

Y así, mi amor inútil, con su inútil reproche,
se acurrucó en su olvido, que fue inútil también.
Como esos pueblos tristes, donde llueve de noche,
como esos pueblos tristes, donde no para el tren.-



CELOS

Ya sólo eres aquella
que tiene la costumbre de ser bella.
Ya pasó la embriaguez
pero no olvido aquel deslumbramiento,
aquella gloria del primer momento,
al ver tus ojos por primera vez
y sé que, aunque quisiera,
no he de volverte a ver de esa manera.
Como aquel instante de embriaguez;
y siento celos al pensar que un día,
alguién, que no te ha visto todavía,
verá tus ojos por primera vez.-



CON LA SIMPLE PALABRA

Con la simple palabra de hablar todos los días,
que es tan noble que nunca llegará a ser vulgar,
voy diciendo estas cosas que casi no son mías,
así como las playas casi no son mar.
Con la simple palabra con que se cuenta un cuento,
que es la vejez eterna de la eterna niñez,
la ilusión, como un árbol que se deshoja al viento,
muere con la esperanza de nacer otra vez.

Con simple palabra te ofrezco lo que ofreces,
amor que apenas llegas cuando te has ido ya:
Quien perfuma una rosa se equivoca dos veces,
pues la rosa se seca y el perfume se va.

Con la simple palabra que arde en su propio fuego,
siento que en mí es orgullo lo que en otro es desdén:
Las estrellas no existen en las noches del ciego,
pero, aunque él no lo sepa, lo iluminan también.

Y así, como un arroyo que se convierte en río,
y que en cada cascada se purifica más,
voy cantando este canto tan ajeno y tan mío,
con la simple palabra que no muere jamás.-




                                                                                                        José Ángel Buesa




Imágenes. Pinturas de Pierre Bonnard  (Francia, 1867 - 1947)






quiquedelucio@gmail.com 

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