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martes, 4 de diciembre de 2018

Laurel


Octavo año de una antojadiza antología de la poesía de todos los tiempos, seleccionada por el escritor Quique de Lucio. Esta pretende ser una antología cuyo sentido radica en la actividad del lector, en su lectura que organiza los textos como un proyecto de su propia aventura y goce creadores. Difundiendo a más de 3.000 escritores, respetando el derecho de autor.






Publicación N° 2.225-


                                                                                                                           Margarita Michelena

Poeta, crítica literaria y periodista de México, nacida en Hidalgo en 1917 y fallecida en el D. F. en marzo de 1998. Estudió en la facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Inició su carrera literaria en la revista América y posteriormente fue editora de El Libro y El Pueblo de la Secretaría de Educación Pública. En 1980 fundó el periódico "Cotidiano", producido exclusivamente por mujeres. Parte de su obra  lo componen sus libros. "El país más allá de la niebla" (1969), "Reunión de imágenes" (1969), "Notas en torno a la poesía mexicana contemporánea" (Ensayo, 1959), "La tristeza terrestre" (1954), "Tres poemas y una nota autobiográfica" (1953), "Laurel del ángel" (1948), "Paraíso y nostalgia" (1945), etc.


                                                                                                 "Aún es mi camino de palabras
                                                                                                   aún no me disuelves de tu música,
                                                                                                   aún no me confundes y me salvas,
                                                                                                   más tú me tomarás desde mis pasos"













LAUREL

Aquí estás, en la tierra que me duele
por la corola abierta y emigrada
y justo en el invierno que atravieso
para ir de mi dolor a mis palabras.
Mira aquí, en la tiniebla que te sigue,
tu desolado rostro y estas lágrimas,
tan hondas que te brotan inconclusas
y te llenan de estrellas desgarradas.

Debajo de tu piel hay como un niño
que no salió a la sombra de los árboles
ni sintió la dulzura con que instala
su dolor y su júbilo la sangre.

Yo te he amado en la sombra
de mi predio espantable y transitorio.
Mas no con brazos de mujer te he amado,
ni con los dedos de esperanza y hambre
que tejen mi tapiz, mientras desciende
sobre mi sol desértico el eclipse
del ala que me falta y vuelve el ángel:
con el dolor te amé de ver un río
ausente de su cauce.

No nos une el tiempo sino un llanto
que no tuvo garganta en que alojarse
y la tibia estación de una caricia
de cuyas manos vi la arquitectura
adentro de mí misma desplomarse.

Eres toda la tierra que contengo,



POEMA II

Cuando me dividiste de ti, cuando me diste
el país de mi cuerpo y me alejaste
del jardín de tus manos,
yo tuve, en prenda tuya, las palabras temblorosas
espejos donde a veces sorprendo tus señales.
Sólo tengo tus palabras, sólo tengo
mi voz infiel para buscarte.
Reino oscuro de enigmas me entregaste
y un ángel que me hiere cuando te olvido y callo
y es lengua oliente y una copa sellada.
Esto es la poesía. No un don de fácil música
ni una gracia riente.
Apenas una forma de recordar, apenas
-entre el hombre y tu orilla-
una señal, un puente.

Por él voy con mis pasos,
con mi tiempo y mi muerte,
llevando en estas manos prometidas al polvo
que de ti me separa, que en otra me convierte
y que es mi frontera inexpugnable.
Un hilo misterioso, una escala secreta,
una llave que a veces
abre puertas de sombra,
una lejana punta de velo
centelleante.

Eso tengo y nada más. Una manera
de zarpar por instantes de mi carne,
del límite del nombre que me diste,
del ser y el tiempo en que me confinaste.
Has querido dejarme un torpe vuelo,
la raíz de mis alas anteriores
y este nublado espejo, teatro apenas
de la memoria que me arrebataste.

Y yo que fui contigo solamente
una sonora gota de tu música oceánica,
lloro bajo la cifra de mi nombre,
en esta soledad de ser yo misma,
de ser entre mi sangre un nostálgico huésped
que su idioma ha olvidado, mas no olvida
que es hoja separada de su ramo celeste.-





                                                                                                                       Margarita Michelena






Imágenes: Pinturas de Vittorio Reggianini  (Italia)





quiquedelucio@gmail.com

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