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lunes, 3 de noviembre de 2014

Todos los dioses

Cuarto año de una antojadiza antología de la poesía de todos los tiempos, seleccionada por el escritor Quique de Lucio. Esta pretende ser una antología cuyo sentido radica en la actividad del lector, en su lectura que organiza los textos como un proyecto de su propia aventura y goce creadores. Difundiendo a los hacedores, respetando el derecho de autor.


 
                                                    María Elena Hernández Caballero

Poeta, ensayista y traductora cubana nacida en La Habana en 1967. Ha publicado, entre otros, los libros de poesía: "Donde se dice que el mundo es una esfera que Dios hace girar sobre un pingüino ebrio", con el que obtiene el Premio David de Poesía otorgado por la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, en 1987. "Elogio de la sal" (1996), "Electroshock-Palabras" editado en Argentina en 2011, "La rama se parte"  (Madrid, 2013), etc.


                                          "De algún modo yo entro en la multitud como en mi casa.
                                           De algún modo tenemos el mismo rostro,
                                           la misma ansiedad, la misma mesa.
                                           A nadie preguntaría qué árbol tumbó anoche"




TODOS LOS DIOSES

Rolando Lopez Dirube: Los combatientes
todo sea dicho en tu nombre.
Ha invadido los últimos recintos.
Los ángeles rabiosos se apresuran,
llevan su carne al matadero. Pasan
entre las arqueadas piernas de los dioses.

Todo se ha cumplido.
Antes del alba
un cuerpo saldrá a flote.
Ya nada los conmueve.
Ni su propia miseria.-


DAVID

A causa de tus enemigos construiste la
fortaleza.
Fuera de tus dominios nada parece vibrar.
Sabemos que el pez respira porque se agita
bajo su rigidez.
El ave porque en el aire dejó su aliento.
La cebra, el caballo, porque hemos visto
frescas huellas en el camino.
Y ahora que tu cabeza está más muerta que
estas ciudades ruinosas
qué hacer con sus muros ?

El tiempo es sobre ti la vaguedad de un ala.


PUNTO MUERTO

Yo no recuerdo a mis maestros delante del pizarrón;
se detuvieron allá en mi pañoleta con un dolor agudo,
          nunca soporté
los lunes rayados por un lápiz.
Y mientras, los amigos, querían meterse en mis dibujos,
encontrarse en el camaleón que rápido cruzó la ventana
      alborotándonos los ojos y las manos.
Y ese verde en apretado horizonte
      nos invitaba a dar un paseo.
En verdad, no nos alcanzaba la primera juventud;
(el hombre vive un pedazo en la Tierra y el otro,
a gran altura)
Pero los maestros, qué sabían de nubes y nubes,
       tanta Botánica
y eran ciegos al árbol que afuera desparramaba
       sus frutos;
       tanta Literatura
y eran sordos al griterío
que producen los que sueñan.
Yo no perdono a los maestros detenidos
        allí,
delante del pizarrón.-


ABISMOS

Que no tenga un río para fijar mis días.
Una vela o una claridad.
Estoy paralitica y no tengo preguntas.
No baja del mar a los abismos
quien de su abismo vive.
Y aunque a veces cargada penetre
y deje mi estela como una pregunta
para responderme no tengo espejos.
Narciso sin manos para romper el agua.-


MAPA DEL PAÍS

¿Tienes sed? Extraña lengua la tuya.
Vámonos de excursión qué importa.
El camino es largo y no duele. ¿Tus zapatos?
¿La ruta? la marcarán los mapas.

Más tarde pedirás la argolla
y tirarás de ti como de una res.

Los extravié qué importa no los necesitaba.
Silencio, ¿quieres unirte al silencio?
Tu oquedad es vacía árida y sangro por la nariz.
Silencio, ¿quieres sangrar en silencio?

No abonarás los sucios ni cortarás las yerbas.
Ni los frutos ácidos de la tierra más hermosa.-


AÑO NUEVO

En el corazón de Rusia
sobre la nieve pisoteada
Anna Ajmátova no escribe
cuenta
los álamos derribados por la barbarie.
Yo
escribo en términos abstractos
la pérdida de las navidades
la vacuidad del humo.
También en el dolor los extremos se tocan.-


VIAJERO

El que se marcha levanta el cuello del abrigo.
El que inmóvil, el que impasible espera,
no comprende los signos que en la tierra traza.
Los días anula con una mano:
Adiós lejana aventura de la carne oh lejano tiempo.
Levanta el cuello del abrigo y ese roce borra todo.
Todo desaparece bajo la mirada ágil de los que tienen prisa.
Ningún mensaje, ninguna carta entregues.
Olvidará los teléfonos, trastocará las direcciones.
No con amor ni odio te nombrarán si es que te nombran.
Un roce suave del abrigo lo borra todo.
Pero el que nunca parte un doble exilio guarda.
Nostálgico de sí y de los otros. Sin mapas ni equipaje.
      El viajero es él.-


                                                    María Elena Hernández Caballero







Imágenes: Pinturas del artista italiano Matteo Arfanotti.



quiquedelucio@gmail.com

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