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miércoles, 12 de noviembre de 2014

Alargaba la mano

Cuarto año de una antojadiza antología de la poesía de todos los tiempos, seleccionada por el escritor Quique de Lucio. Esta pretende ser una antología cuyo sentido radica en la actividad del lector, en su lectura que organiza los textos como un proyecto de su propia aventura y goce creadores. Difundiendo a los hacedores, respetando el derecho de autor.


                                                             Antonio Gala

   Poeta, narrador y ensayista español nacido en Brazatortas, Ciudad Real, el 2 de octubre de 1930


                 
                                             "Arrebátame, amor, águila esquiva,
                                             mátame a desgarrón y a dentellada,
                                             que tengo ya la queja amordazada
                                             y entre tus garras la intención cautiva"




ALARGABA LA MANO Y TE TOCABA

Alargaba la mano y te tocaba,
te tocaba: rozando tu frontera,
el suave sitio donde tú terminas,
sólo míos el aire y mi ternura.
Tú moras en lugares indecibles,
indescifrable mar, lejana luz
que no puede apresarse.
Te me escapabas, de cristal y aroma,
por el aire, que entraba y que salía,
dueño de ti por dentro. Y yo quedaba fuera,
en el dintel de siempre, prisionero
de la celda exterior.

La libertad
hubiera sido herir tu pensamiento,
trasponer el umbral de tu mirada,
ser tú, ser tú de otra manera. Abrirte,
como una flor, la infancia, y aspirar
su esencia y devorarla. Hacer
comunes humo y piedra. Revocar
el mandato de ser. Entrar. Entrarnos
uno en el otro. Trasponer los últimos
límites. Reunirnos...

Alargaba la mano  te tocaba.
Tú mirabas la luz y la gavilla.
Eras luz y gavilla, plenitud
en ti misma, rotunda, como el mundo.
Caricias no valían, ni cuchillos,
ni cálidas mareas. Tú, allí, a solas,
sonriente, apartada, eterna tú.
Y yo, eterno, apartado, sonriente,
remitiéndote pactos inservibles,
alianzas de cera.

Todo estuvo de nuestra parte, pero
cuál era nuestra parte, el punto
de coincidencia, el tacto
que pudo ser llamado sólo nuestro.

Una voz, en la calle, llama y otra
le responde. Dos manos se entrelazan.
Uno en otro, los labios se acomodan;
los cuerpos se acomodan. Abril, clásico,
se abate, emperador de los encuentros.
¿Esto era amor? La soledad no sabe
qué responder: persiste, tiembla, anhela
destruirse. Impaciente
se derrama en las manos ofrecidas.
Una voz en la calle...Cuánto olor,
cuánto escenario para nada. Miro
tus ojos. Yo miro los ojos tuyos;
tú, los míos: ¿esto se llama amor?

Permanecemos. Sí, permanecemos
no indiferentes, pero diferentes. Somos
tú  yo: los dos, desde la orilla
de la corriente, solos, desvalidos,
la piel alzada como un muro, solos
Tú y yo, sin fuerza ya, sin esperanza.
Idénticos en todo,
sólo en amor distintos.
La tristeza, sedosa nos envuelve
como una niebla: ése es el lazo único;
Esa la patria en que nos encontramos.
Por fin te identifico con mis huesos
en el candor de la desesperanza.
Aquí estamos nosotros: desvaídos
los dos, borrados, más difíciles,
a punto de no ser...¿Amor es esto?
¿Acaso amor es esta no existencia
de tanto ser? ¿Es este desvivirse
por vivir? Ya desangrado
de mí, ya inmóvil en ti, ya
alterado, el recuerdo se reanuda.
Se reanuda la inútil existencia...
Y alargaba la mano y te tocaba.-


BAGDAG

Tenía tanta necesidad de que me amaras,
que nada más llegar te declaré mi amor.
Te quité luces, puentes y autopistas,
ropas artificiales.
Y te dejé desnuda, inexistente casi,
bajo la luna y mía.
A las princesas sumerias,
cuando fueron quemadas con joyas rutilantes,
les brillaban aún sus dientes jóvenes;
se quebraron sus cráneos antes que sus collares
se fundieron sus ojos antes que sus preseas...
Bajo la luna aún brillaban sus dientes,
mientras te poseí desnuda y mía.-


CÓMO RETUMBA AMOR

Cómo retumba amor, cómo resuena
tu nombre, suelto en flor, por los collados:
Su aletear de palomos azorados
ni el orden de la noche lo serena.

Cuánta luna y qué olor de luna llena
empapan con su lino los sembrados.
Brilla tu nombre en los desiertos prados,
y en el tobillo siento su cadena.

Vendrá la luz, regresará la hora
en qué abierta, la luz despavorida
vierta sonora sangre de granada.

Vendrá otra vez la sangre más sonora
golpeando en las llagas de la vida,
pero estará la vida ejecutada.-



                                                                 Antonio Gala




Imágenes: Pinturas del artista español Ramón Casas i Carbo  (Barcelona, 1866 - 1932)




quiquedelucio@gmail.com

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