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viernes, 1 de febrero de 2013

El abrazo

                                                        José Lezama Lima

Poeta y ensayista cubano nacido en La Habana en diciembre de 1910 y fallecido en la misma ciudad en agosto de 1976. Es considerado como el escritor más representativo de la literatura hispanoamericana de ese país junto a José Martí. Su estilo barroco ha influido en numerosos escritores de habla hispana. Dirigió numerosas revistas literarias contribuyendo con importantes textos como "Muerte de Narciso" y "Enemigo rumor". En 1966 publicó "Paradiso" donde desarrolló en prosa su sistema poético, es considerada como una de las más brillantes novelas modernas de idioma español. Escribió también varios libros de ensayos.

                                      
                                       "Una oscuridad suave pervierte
                                        aquella luna prolongada en sesgo
                                        de la gaviota y de la línea errante"



EL ABRAZO   poesía de José Lezama Lima

Los dos cuerpos
avanzan, después de romper el espejo
intermedio, cada cuerpo reproduce
al que está enfrente, comenzando
a sudar como los espejos.
Saben que hay un momento
en que los pellizcará una sombra
algo como el rocío, indetenible como el humo.
La respiración desconocida
de lo otro, del cielo que se inclina
y parpadea, se rompe
muy despacio esa cáscara de huevo.

La mano puesta en el hombro de la mujer.
Nace en ellos otro temblor,
el invisible, el intocable, el que está ahí,
grande como la casa, que es otro cuerpo
que contiene y luego se precipita
en un río invisible, intocable.
Las piernas tiemblan, afanosas de llegar
a  la tierra descifrada,
están ahora en el cuerpo sellado.
Comienza apoyándose enteramente,
un cuerpo oscuro que penetra
en la otra luz
que se va volviendo oscura
y que es ella ahora la que comienza
a penetrar.
Lo oscuro húmedo que desciende
en nuestro cuerpo.
Tiemblan como la llama
rodeada de una oscilante cuerpo oscuro.
La penetración en lo oscuro,
pero el punto de apoyo es ligeramente incandescente,
después luminoso
como los ojos acabados de nacer,
cuando comienzan su victoriosa aprobación.

La mano no está ya en el otro hombro.
Se establece otro puente
que respaldan los cuerpos penetrantes.
Ya los dos cuerpos desaparecen,
es la gran nebulosa oscura
que apuntala su aspa de molino.
Los dos cuerpos giran
en la rueda de volantes chispas.
Como después de una lenta y larga nadada,
reaparecen los cabellos llenos de tritones.
Miramos hacia atrás separando el oleaje
y aparece el desierto con alfombras y dátiles.

Los dos cuerpos desaparecen
en un punto que abre su boca.
Lo húmedo, lo blando,
la esponja infinitamente extensiva,
responden en la puerta,
abrillantada con ungüentos
de potros matinales
y luces de faisanes con los ojos apenas recordados.

El dolmen que regala los dones
en la puerta aceitada,
suena silenciosamnete su madera vieja.
Los dos cuerpos desaparecen
y se unen en el borde de una nube.
La manta, la lechuza marina,
seca el sudor estrellado
que los cuerpos exhalan en la crucifixión.
Los dos cuerpos ceñidos,
se enredan y crujen en el casquete boreal.-


ESPERAR LA AUSENCIA

Estar en la noche
esperando una visita,
o no esperando nada
y ver como el sillón lentamente
va avanzando hasta alejarse de la lámpara.

Sentirse más adherido a la madera
mientras el movimiento del sillón
va inquietando los huesos escondidos,
como si quisiéramos que no fueran vistos
por aquellos que van a llegar.

Los cigarros van reemplazando
los ojos de los que no van a llegar.

Colocamos el pañuelo
sobre el cenicero para que no se vea
el fondo de su cristal,
los dientes de sus bordes,
los colores que imitan sus dedos
sacudiendo la ausencia y la presencia
en las entrañas que van a ser sopladas.

La visita o la nada
cubiertas por el pañuelo,
como el llegar de la lluvia
para oídos lejanos
saltan del cenicero,
preparando la eternidad
de sus pisadas o se organizan
inclinándose sobre un montón de hojas
que chisporrotean sobre el jarrón
de la abuela
huyendo del cenicero.-



                                                          José Lezama Lima


Imágenes: pinturas del artista hungaro Lajos Gulácsy  (Budapest, 1882-1932)


Publicación de Quique de Lucio para "Nos Queda
la Palabra"
quiquedelucio@gmail.com
twitter@quiquedelucio



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