Nicolás Guillén
Poeta cubano nacido en Camagüey en 1902. Desde muy joven se inclinó por las actividades culturales. Su inclinación posmodernista y vanguardista lo convirtió en el autor más destacado de la poesía afro-antillana. Sus principales obras son: "Motivos de son" (1930), "Sóngoro Cosóngo" (1931), "El son entero", "La paloma de vuelo popular", "Tengo", "Poemas de amor", El gran zoo", "Por el mar de las Antillas anda un barco de papel", etc. Ocupó cargos importantes en la diplomacia después del triunfo de la revolución cubana. Falleció en La Habana en 1989.
"Nuestro canto
es como un musculo bajo la piel del alma,
nuestro sencillo canto"
DE QUE CALLADA MANERA poesía de Nicolás Guillén
¡De que callada manera
se me adentra usted sonriendo,
como si fuera la primavera!
¡Yo, muriendo!
Y de que modo sutil
me derramo en la camisa
todas las flores de abril
¿Quién nledijo que yo era
risa siempre, nunca llanto,
como si fuera
la primavera?
¡No soy tanto!
En canbio, ¡Qué espiritual
que usted me bride una rosa
de su rosal principal!
De que callada manera
se me adentra usted sonriendo,
como si fuera la primavera
¡Yo, muriendo!
LA TARDE PIDIENDO AMOR
La tarde pidiendo amor,
Aire frío, cielo gris.
Muerto sol.
La tarde pidiendo amor.
Pienso en sus ojos cerrados,
la tarde pidiendo amor,
y en sus rodillas sin sangre,
la tarde pidiendo amor,
y en sus manos de uñas verdes,
y en su frente sin color,
y en su garganta sellada...
La tarde pidiendo amor,
la tarde pidiendo amor,
la tarde pidiendo amor.
No.
No, que me sigue los pasos,
no;
que me habló, que me saluda,
no;
que miro pasar su entierro,
no;
que me sonríe, tendida,
tendida, suave y tendida,
sobre la tierra, tendida,
muerta de una vez, tendida...
No.
¿PUEDES?
¿Puedes venderme el aire que pasa entre tus dedos
y te golpea la cara y te despeina?
¿Tal vez podrías venderme cinco pesos de viento,
o más, quizás venderme una tormenta?
¿Acaso el aire fino
me venderías, el aire
(no todo) que recorre
en tu jardín corolas y corolas,
en tu jardín para los pájaros,
diez pesos de aire fino?
El aire gira y pasa
en una mariposa-.
Nadie lo tiene, nadie.
¿Puedes venderme cielo,
el cielo azul a veces,
una parcela de tu cielo,
el que compraste, piensas tú, con los árboles
de tu huerto, como quien compra el techo con la casa?
¿Puedes venderme un dólar
de cielo, dos kilómetros
de cielo, un trozo, el que tú puedas,
de tu cielo?
El cielo está en las nubes.
Altas las nubes pasan.
Nadie las tiene, nadie.
¿Puedes venderme lluvia, el agua
que te ha dado tus lágrimas y que te moja la lengua ?
¿Puedes venderme un dólar de agua
de manantial, una nube preñada,
crespa y suave como una cordera,
o bien agua llovida en la montaña,
o el agua de los charcos
abandonados a los perros,
o una legua de mar, tal vez un lago,
cien dólares de lago?
El agua cae, rueda.
El agua rueda, pasa.
Nadie la tiene, nadie.
¿Puedes venderme tierra, la profunda
noche de las raíces; dientes
de dinosaurios y la cal
dispersa de lejanos esqueletos?
¿Puedes venderme selvas ya sepultadas, aves muertas,
peces de piedra, azufre
de los volcanes, mil millones de años
en espiral subiendo? ¿Puedes
venderme tierra, puedes
venderme tierra, puedes?
La tierra tuya es mía.
Todos los pies la pisan.
Nadie la tiene, nadie.-
Nicolás Guillén
Imágenes: pinturas de la artista rusa Yulia Luchkina (Moscú, 1980)
Publicación de Quique de Lucio para "Nos Queda
la Palabra"
quique de lucio@gmail.com
twitter@quiquedelucio
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