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jueves, 14 de febrero de 2019

A una estatua

Octavo año de una antojadiza antología de la poesía de todos los tiempos, seleccionada por el escritor Quique de Lucio. Esta pretende ser una antología cuyo sentido radica en la actividad del lector, en su lectura que organiza los textos como un proyecto de su propia aventura y goce creadores. Difundiendo a más de 4.000 escritores, respetando el derecho de autor.






Publicación N° 2.289-


                                                                                                                                    Alí Chumacero

Poeta, narrador y editor de México, nacido en Acaponeta, Nayarit en julio de 1918 y fallecido en el D. F. en octubre de 2010. Estudió en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, a los 19 años fundó la revista "Tierra Nueva", revista que co-dirigió hasta 1942. Como autor, editor, redactor y corrector fue una de las figuras claves en la historia del Fondo de Cultura Económica, donde trabajó por más de 50 años. Parte de sus publicaciones son: "Páramo de sueños" (1944), "Imágenes desterradas" (1948), "Palabras en reposo" (1966), "Poesía completa" (1979), "Los momentos críticos" (1987), "En la orilla del silencio y otros poemas"  (1997), etc. En 1964 fue elegido como Académico de número de la Academia Mexicana de la Lengua.


                                                                                      "Naciste desde el fondo de la noche,
                                                                                       del sueño donde el tiempo comienza a ser raíz
                                                                                       y la mirada sólo un tibio aire,
                                                                                       cuando aún era apenas un viento suave"  














A UNA ESTATUA

Cesa tu voz y muere
sobre tus labios mi alegría.
No habrá palabra que en tu piel levante
ni un incierto sabor de brisa oscurecida
como el recuerdo que en mis ojos deja
el paso de tu aliento,
porque vives inmersa en tu silencio.

Impenetrable a mis sentidos
y si mis manos en tu piel se posan
inclinas la cabeza,
navegas en un tiempo que escucha tu latido,
y entre sus aguas, inundándote
bajo la tersa forma de su espejo,
estás abandonada,
próxima a ser violenta permanencia,
enemiga de olvidos,
casi perdida en íntima zozobra
y sin más voluntad
que la crueldad entre tus labios muda.


Muere, desnuda forma,
hielo que mata mi alegría,
crueldad vertida en mármol fatigado;
muere ya, y deja que contemple
la lucha de tu cuerpo con la sombra,
el debatir inútil de tus labios
contra el vacío olvido de tus ruinas,
que en ataúd o tumbas duermes
entre un querer o no de tus sentidos.



AMOR ES MAR

Llegas, amor, cuando la vida ya nada me ofrecía
sino un duro sabor de lenta consunción
y un saberse dolor desamparado,
casi ceniza de tinieblas;
llega tu voz a destrozar la noche
y asciendes por mi cuerpo
como el cálido pulso hacia el latir postrero
de quien a solas sabe
que un abismo de duelo lo sostiene.

Nada había sin ti,
ni un sueño transformado en vida,
ni la certeza que os precipita
hasta el total saberse consumido;
sólo un pavor entre mi noche
levantando su voz de precipicio;
era una sombra que se destrozaba,
incierta en húmedas tinieblas
y engañosas palabras destruidas,
trocadas en blasfemias que a los ojos
ni luz ni sombra daban:
era el temor a ser sólo una lágrima.

Mas el mundo renace al encontrarte,
y la luz es de nuevo
ascendiendo hacia el aire
la tersa calidez de sus alientos
lentamente erigidas;
brotan de fuerza y cólera
y de un aroma suave como espuma,
tal un leve recuerdo
que de pronto se hiciera un muro de dureza
o manantial de sombra.

Y en ti mi corazón no tiene forma
ni es un círculo en paz con su tristeza,
sino un pequeño fuego,
el grito que florece en medio de los labios
y torna a ser el fin
un sencillo reflejo de tu cuerpo,
el cristal que a tu imagen desafía,
el sueño que en tu sombra se aniquila.

Olas de luz tu voz, tu aliento y tu mirada
en la dolida playa de mi cuerpo;
olas que en mí desnúdanse como alas,
hechas rumor de espumas, oscuridad, aroma tierno,
cuando al sentirme junto a tu desnudo
se ilumina la forma de tu cuerpo.

Un mar de sombra eres, y entre su sal oscura
hay un mundo de luz amanecido.-



                                                                                                                               Alí Chumacero



Imágenes: Pinturas de Francoise Fressinier  (1968)







quiquedelucio@gmail.com
                                                                                                             

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