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domingo, 18 de febrero de 2018

La razón amante


Séptimo año de una antojadiza antología de la poesía de todos los tiempos, seleccionada por el escritor Quique de Lucio. Esta pretende ser una antología cuyo sentido radica en la actividad del lector, en su lectura que organiza los textos como un proyecto de su propia aventura y goce creadores. Difundiendo a más de 2.500 escritores, respetando el derecho de autor.







Publicación N° 1.950-


                                                                                                           


                                                                                                                                Alejandra Menassa

Poeta y ensayista argentina, nacida en Buenos Aires, en 1972. Residente en Madrid, España. Escribe poesía en un Taller de Poesía de la Escuela de Psicoanálisis Grupo Cero desde los 18 años. Ha publicado, entre otros, "Primera inquietud" (1995), "Al oído del viento" (1999), "La llave de los días" (2002), "La muerte en casa" (20039, "La piel del deseo" (2005), etc. Y en ensayo: "Psicoanálisis y Medicina (Editorial Grupo Cero, 2001), "Medicina Psicosomática - Cuestiones preliminares" (2005), etc. Obtuvo el Premio Nueva Gente 2001 de la Asociación Internacional de Escritores y Artistas al mejor libro de poesía.


                                                                           "No me advertiste que tenías un volcán en la boca
                                                                             me muero porque su lava invada todos mis rincones.
                                                                             No me dijiste que tus labios eran la cuna del fuego:
                                                                             mi ardiente Prometeo, robaré tus labios cada noche"














EL SUBTERFUGIO DE LA RAZÓN AMANTE

Con este quebrado de insospechable resultado,
dividendo de pasiones y anhelos,

te haré un cuerpo de besos
y mantearé la noche para que las estrellas
despedidas nos alumbren.

Matemática precisión de lo impreciso,
precario hilo de seda donde mecer la dicha:
el porvenir se teje en las manos amantes,
crece el insomnio hasta tocar el día.

¿Cómo dormir si el poema espera
los dedos licenciosos,
la miel libada,
la falta de decoro al amarnos,
en este cuadrilátero
donde lucho por desprenderme de tu sangre,
y en cada movimiento más me atrapa
la lujuria de tu aliento?

Renuncio a conocer
la savia de los días por venir,
la huella del misterio,
a querer saber tu nombre,
la fecha de la muerte
de este amor recién nacido;
el calendario de los días en que nos besaremos,
los horarios de retorno del tren del paraíso,
el plan de ataque exacto de tus manos,
la ruta indescriptible del deseo,
los subterfugios de la razón amante.-




ESCRITURA

No te empeñes
en trepar en la
noche,
por las enredaderas
de mis sombras.

La escritura
es un clavo,
que me fija a la silla
y me mueve las manos.

Ella late,
y respira, y siente
frío, y se abriga
de letras y silencios.

Hay un hombre en el poema,
un hombre que no teme,
sabe que lo inmortal
son las palabras.

La escritura es
un clavo,
que me fija a la silla
y me mueve las manos.

Hay un aire en el poema,
un aire que viene
recogiendo los versos,
un aire de otros poetas.

La escritura es el surco
por el que el poeta sabe,
ha de llevar la azada.

Miénteme, dime
que no está escrito
aquello que nos pasa.-



UN ABISMO SE OCULTABA EN MEDIO DE LAS NUBES

Era el quinto día del naufragio,
entre las sábanas estábamos
perdidos en tempestades de lujuria
yo buscaba una honda para derribar a Dios
para que cesara de caer esa lluvia insistente sobre los dos
era el día del hacha y de la rabia,
y tenía en el pelo una orquídea amarilla
y en la liga el cuchillo del alba.

Era el quinto día de la muerte del sol,
yo buscaba una hormiga que en la almohada
fundó su campamento
y tu explorabas para encontrar las migas del amor
que atraían insectos a libar el licor de nuestros sexos,
ya éramos en la noche las sombras del averno,
el descanso sin retorno al abismo del tiempo,
que se ocultaba quieto entre las nubes,
como callado espectro.

Era el quinto día del relámpago y del trueno,
una luz eléctrica proyectaba en la pared
nuestras sombras, que como un torpe gigante
hacía huir a los fantasmas,
llegaste con la pala de los días,
a abrir surcos en mi piel buscando el mineral
la precisa distancia entre los cuerpos,
la fruta madurada a costa de libarla.

Era el quinto día y tocaba a su fin esta batalla,
la lucha cuerpo a cuerpo,
la huida en desbandada al país de los ayes,
el recorrer de una esquina a otra la ciudad de la cama
los altos edificios del placer,
las farolas nocturnas erectas e irisadas,
el final de salivas y de savias destiladas
cómplice del suicidio de manos, voces y miradas.-





                                                                                                                          Alejandra Menassa






Imágenes: Pinturas de Malcon Liepke  (contemporáneo)





quiquedelucio@gmail.com      

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