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jueves, 20 de marzo de 2014

Dulce nombre

          Una antojadiza antología de la poesía hispanoamericana de todos los tiempos,
                                 seleccionada por el escritor Quique de Lucio                                     

                                           
                                                     Werner Ovalle López

Poeta guatemalteco nacido en Salcajá el 18 de mayo de 1928 y fallecido en 1970.  Graduado de Médico y Cirujano en la Facultad de Medicina de la Universidad de San Carlos de Guatemala. Sus principales obras : "Tiempo conquistado" (1949), "El canto vivo- poesía suburbana" (1952), "Padrenuestro Maíz" (1952), "Poeta en órbita" (1960), "Raíz de incendio" (1962), etc. En 1960 recibió la Orden del Quetzal por sus méritos literarios y el Primer lugar en Verso por sus "Poemas de la búsqueda".
                                 

                                              "Nadie puede negar que el ruiseñor 
                                               tiene alas de Maíz en la mirada"





                                t


DULCE NOMBRE  


Bastaría un pedazo de aurora en la
garganta
un átomo de lágrima debajo de la
lengua
decir el nombre de mi madre.

La aurora en la garganta
se vuelve luz y canta.
La lágrima en la lengua
se vuelve amor amor y amengua
tan sólo con su nombre
mi antiguo dolor de hombre.

Bastaría tres pétalos de perpetua
fragancia
María de mi infancia.

Bastaría tres lirios con llama
de consuelo
María de mi duelo...

Bastarían tres sílabas habitadas de
cielo
María del anhelo.

Bastaría, María del tránsito celeste,
que no te hubiesen dado a saborear
la llama
definitiva y sola del hondo viaje
agreste
que retornó tus ojos a la tierra que
te ama...

Bastaría, María de mi sien de poeta,
que no hubieses dejado mi
esperanza vacía
ni mi vida inconclusa ni mi sangre
incompleta.
Bastaría tu diaria compañía,
María...


RESURRECCIÓN

Pude atrancarme todo lo que ataba
mis manos,
Quemá las viejas naves decadentes y
oscuras.
Abrí firme los ojos hacia este mundo
nuevo,
me lavé el corazón con agua de
esperanza
y en una noche envejecí diez años.

Los que ya no creían en mí,
resucitaron.
Y los que en mí creyeron sin
comprenderme nunca
siguen sobre la tierra, pero están
enterrados.
¡Perdónalos, Señor, si saben lo que
hacen!...

¡Pude arrancarme todo lo que ataba
mis astros!...

Ahora, voy de frente, camino de la muerte,
de una más clara muerte feliz y
razonada:
viviré mucho tiempo persiguiéndola
libre
y quedaré en sus brazos de huesos
luminosos
con mi viaje redondo de niño que
retorna
a la madre que un día lo colocó en la
tierra.

(No quiero que me llores,
fiel muchacha de junio,
no quiero que me llores).

(Le he dicho adiós a todo lo que
detrás se queda.
Sólo tú, niña mía, caminas adelante
dentro del mundo nuevo donde no
habrá más puro
ni más limpio pecado que no
haberte amado antes.

Ahora sé, muchacha, qué latitud
celeste
tiene tu amor de espiga, de aurora y
de bandera:
Espiga en que tu amor es el pan de
mis hambres,
aurora en que tu amor tiene luz
colectiva,
bandera en que tu amor toma la voz
de un pueblo).-


                                             
                                                       Werner Ovalle López



Imágenes: Pinturas de Orlando Arias Morales  (Potosí, Bolivia, 1954)

Publicación de Quique de Lucio para "Nos Queda 
la Palabra"
quiquedelucio@gmail.com

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