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viernes, 24 de noviembre de 2017

Anna


Séptimo año de una antojadiza antología de la poesía de todos los tiempos, seleccionada por el escritor Quique de Lucio. Esta pretende ser una antología cuyo sentido radica en la actividad del lector, en su lectura que organiza los textos como un protycto de su propia aventura y goce creadores. Difundiendo a más de 2.500 escritores, respetando el derecho de autor.







Publicación N° 1.866-



                                                                                                                          Ana Vidal Egea

Poeta y narradora de España, nacida en Murcia, en 1984. Licenciada en Periodismo, haciendo la tesis doctoral sobre teatro contemporáneo. Ha vivido en Buenos Aires, Edimburgo y Helsinki. Actualmente está radicada en Madrid.  Finalista del Premio Literario de Jóvenes Talentos 2006 convocado por la Editorial Planeta. Finalista de "El Fungible" en el 2005; ha publicado sus textos en Booket y en "Suma de letras". Ha colaborado en las revistas literarias: "El invisible anillo", El laberinto de Ariadna", Nayagua", "Enfocarte", etc. Junto al escritor Pablo Fidalgo trabajan en un proyecto de creación que parte de los años ochenta.


                                                                                                   "Tengo, sólo, una colección
                                                                                                    de palabras, enteras,
                                                                                                    atragantadas, una tras otra,
                                                                                                    esperando que se despeñen" 












ANNA

Dices que mi nombre debiera escribirse con dos enes
como las protagonistas de las películas de Bergman,
de Theo Angelopoulos.
Dices que desde que me encontraste me llamas así,
que me nombras muy despacio, deteniéndote en el centro
justo, de la palabra.
Que nadie puede notar la diferencia,
y que es así como viven los secretos.-


***

Aquel septiembre tú habías empezado
a decírmelo todo,
como si después de tantos años
no supieras que daba igual
saber el nombre de las cosas.
Dijiste algo de los hombres
y yo supe que habías dejado de quererme.-


***

Ahora había llenado las horas de quehaceres
sin importancia, para que el día se comiera
las palabras,
una a una,
que se las tragara,
poco a poco.
Que cayeran desde mi boca al suelo
sílaba a sílaba inútil.
Tres años de literatura a oscuras
desde ti a otros cuerpos aquienes
nunca di nada.
Tengo un cementerio de frases para ti en mi vientre
y por eso no podré ser madre.
¿Oyes el eco de lo viejo?
tú, que estás tan lejos,
¿aún puedes escuchar?
dime qué hacer con un niño muerto entre las manos.-


***

El nadador es adicto al mar
y lucha contra el agua a brazadas,
se sumerge y sale a la superficie a respirar
y a comprobar que todo, afuera,
sigue esperándolo.
El agua entra y sale por los orificios
de su cuerpo viejo.
A veces traga el cloro infesto
y borra el instante para no pensar
en lo artificial de su agua.
El nadador llora cuando nada
porque nadie puede verlo,
ni siquiera él se culpa de estar tan mojado,
y siempre lamenta la hora de salir
de la piscina, secarse,
y regresar a casa.-



POEMA 2

Yo tenía los labios muy pintados
para ensuciar de prisa su ropa
y no había avión quemado en el aire
ni gritos, ni muerte, ni miedo,
que me arrancara de su boca.
Él llevaba un reloj que no importaba,
no tenía madre, no tenía nombre,
no tenía casa,
estaba tan enfermo que sólo podía
llorar de rabia
y dejar que mis besos lo calmaran.-


***

Como las tardes del domingo,
nos resbalamos como peces sin agua
que caen al suelo sin más.
Nos miramos las manos
como instrumentos inservibles
que se mueven arriba y abajo, en el vacío
Hay tanto espacio para el vacío
cuando se mira desde el suelo...
Después de un rato en que los dos
estamos sin hacer,
en el que hacemos por estar;
hacemos por estar, el amor,
los brazos caen cansados.
Nos quedamos muy quietos,
porque al final,
sólo somos peces sin agua
en el suelo húmedo.-


***

Muñecas de sal, camisetas verdes,
piel naranja y me vuelvo intraspasable,
tan lento,
con todas las catástrofes
pese a la cafeína y al calor,
lento hasta doler,
y llegan, con la última nota,
el absurdo sin comedia
las magas que se escapan de los libros
las persas,
todas las mujeres que quise ser,
maniobra de escape de los cuerpos
sin desaparecer, pechos turgentes,
y la tarde cae, desde el pezón
la tarde entera se desploma
el mundo es tan alto y yo tan horizontal
será temporal, como cada verano.
Escribo cartas y las dejo en tus escondites
porque tú no has hurgado en mi ombligo
pienso;
no sabes cuál es mi centro,
y qué sabes. Qué sabes.
La calle se llena de pasos sonoros
por un instante nos creo visibles,
qué importa que te desconozca
que todo tú seas nuevo y aún así no te quiera;
la tarde languidece y me gusta así,
ver como va mordiendo los colores
hasta que se los traga y duerme.-


***

Sabes que nosotros somos agua
pero hay demasiada agua en todas partes,
hay tantos hombres que aman el mar
como hombres que no lo necesitan,
hay hombres que ven el mar y lo desean.
El río va al mar
pero el río no es el mar,
tus peces no son los míos,
nadie puede elegir dulce o salado,
se es o no se es lo mismo.-





                                                                                                                         Ana Vidal Egea






Imágenes: Pinturas de Kathy Jones  (contemporánea)






quiquedelucio@gmail.com

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