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domingo, 3 de mayo de 2015

El viaje

Cuarto año de una antojadiza antología de la poesía de todos los tiempos, seleccionada por el escritor Quique de Lucio. Esta pretende ser una antología cuyo sentido radica en la actividad del lector, en su lectura que organiza los textos como un proyecto de su propia aventura y goce creadores. Difundiendo a los hacedores, respetando el derecho de autor.




Últimas poesías de Quique de Lucio


                                                             "Se te ha hecho tarde,
                                                              la muerte te va a dejar esperando,
                                                              vestido y engalanado como para una celebración.
                                                              Este es el pueblo de los que a diario olvidan
                                                              donde confluyen todas las cosas"    








LA HUERTA

Aromas, aromas, aún
la belleza se nos parece igual
inaudita y fugaz
en este desequilibrio del tiempo.
Córdoba,
las fotos del tomillo
el viento, los ojos
el estragón
el viento, el llanto
el cedrón
el viento
a veces la lluvia de Córdoba
lluvia
y la puerta que se cierra dejándonos
de este lado y me voy.
El perfume de las albahacas
reventando en los latidos,
aroma de una sola humedad.
Flores de romero que saltan a la vista,
desgarradas por el sol,
por la demasía en vapores,
-eso es la vida- rememoro
y pienso en que mis ojos, en algún instante
lejano en el tiempo,
se llenaron de aromantes hierbas.
Menta y poleo
de una sola inocencia
terrible.
Decirlo de ese modo para qué
decirlo
de cualquier modo.

Así como vinimos
nos iremos
cediendo las fotos de la huerta
a quien sepa o no sepa
entenderlas.-



EL VIAJE

Siempre es mejor los preparativos
y las rutas trazadas en el mapa.
Bueno, fuimos a Villa Benegas
con mis amigos
el fin de semana y había un arroyo.
Sí.     Un arroyo.
tiene el agua más pura de
Traslasierras.
fluye directamente desde las rocas
y podíamos ver bajo el agua pura
una cosa así como un espejo.
Y había una mojarrita.
Una mojarrita,  nadando de derecha
a izquierda como un banderín ondulante.
Vos sabes: un banderín,
con pequeños dientes, y un ojo como un
pendiente de plata entre toda esa
vegetación de montaña.
Con tantas burbujas. Cada una
era como un pequeño mundo
elevándose en su luminosa piel.
Y después fuimos a ver
la cerámica negra
Sí.      Cerámica negra
y había unas cuevas en la maleza
rasparon y rasparon los cerros
hasta que la tierra corrió.
Cayendo en huecos
cayendo en huecos.
Esas líneas de longitud y altitud que unen
el mundo, este planeta
atado al sol tanto en Traslasierras
donde el tomillo enmarañado
se mezcla con las raíces del aromo
como en cualquier otra parte.
Vos sabes: en la cabeza
de pronto aparecen esos culpables secretos
doblemente atados
como pedazos de arrepentimiento
Sin poder sujetar nada
donde uno se niega a sí mismo
y se repite
como la mojarrita del arroyo
y patina por el universo
cayendo en huecos
cayendo en huecos
y en instantes se percibe la red
Sí.      La red.

Y se hizo de noche
satélites titilando y luego se desvanecen.
Estrellas brillando
que permanecen mudas. La luna
perforada arrastra un manto de nube
sobre un solo ojo
luego sobre ambos, parpadea de nuevo.
Aves nocturnas se escuchan cantar,
a lo lejos
traicionando sus propias creencias.
Entonces, con mis amigos manejamos a casa.
Bueno, volvimos de Traslasierras.
A nuestro sitio
el sitio donde vivimos.
Este viaje casi nunca decepciona
y creo que nosotros nos sentimos un poquito mejor.
Sí.
Sólo un poquito mejor
después de nuestro viaje a Villa Benegas.-


INFINITAS VECES

                                  A todos los pobladores de las Sierras Chicas
                                  Marzo del 2015

Bajo el agua,
y qué si naufragamos
y de tanto naufragar nos volvemos
anfibios.
Uno se puede acostumbrar a respirar
bajo el agua
o bajo el llanto del otro.
Recuerdo de lejos los nombres de la angustia,
las lluvias, el barro, la crecida,
recuerdo que reí alguna vez
pero olvido.
Es la hora del lamento,
medicina de infortunio porque no pude
y no supe
acompañar a los inundados,
no pude mirarlos a los ojos.
Medicina repetida en días de nubes
que se esparcen sobre las tumbas
de mis pequeñas pero infinitas muertes
en este temporal que nos exige,
que nos obliga a respirar
bajo el agua.-


                                                                              Quique de Lucio











quiquedelucio@gmail.com

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