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viernes, 20 de noviembre de 2015
La vela
Quinto año de una antojadiza antología de la poesía de todos los tiempos, seleccionada por el escritor Quique de Lucio. Esta pretende ser una antología cuyo sentido radica en la actividad del lector, en su lectura que organiza los textos como un proyecto de su propia aventura y goce creadores. Difundiendo a los hacedores, respetando el derecho de autor.
Publicación N° 1,195-
Marlene Retana Guido
Poeta, narradora y docente de Costa Rica, nacida en 1955. Licenciada en Filología Española de la Universidad de Costa Rica, Profesora de la enseñanza del Español y Literatura en la misma universidad. Trabajó durante años en edición de materiales audiovisuales y programas radiales en la Asociación Demográfica Costaricense. Poemas suyos fueron incluídos en el suplemento Áncora del periódico La Nación, así como en las revistas: Una Literatura, Revista New Wave de la Universidad de Colorado, en la Antología "Bitácora abierta" 31 Latidos en el andén (2015), etc.
"doblada espiga su cuerpo
a contraluz del crepúsculo,
así la sorprendían las horas
en su oficio de hormiga"
ESTALACTITAS DEL TIEMPO
Piedra suave que el tiempo modela
con su tenaz labor de pájaro,
en lianas infinitas,
endurecida escama,
raíz invertida hacia lo germinal
donde lo negruzco y el olor a tierra
asciende con su tallo al calor,
a la vida,
a tocar las brasas del aire,
a imitar la curvatura del abrazo,
doblegado siempre hacia el amor,
a poblar los sitios del beso y su ardorosa huella,
a detener la piedra del insomnio
que rueda hasta el cansancio,
a herir la sustancia oscura
y escurrirla en ríos, aguas oxidadas,
a despejar las nieblas y liberar sus pájaros.
Son estalactitas de mi historia.
Es el mineral de las palabras.
El canto que anima el corazón de los objetos.
Alocados labios
besando a las piedras
y sus grietas inseguras.
Manos de granito
que sangran en dunas,
hielos en el salvaje
vuelo de las olas.
Es esta voz profunda que despierta al tiempo.
Son mis estalactitas,
instrumentos de dolor, cuando las toca el agua,
tintineantes huesos en las brisas del mar,
fantasmales murciélagos
adheridos a la noche;
son mías quizá
en el espíritu que siembra su marfil vegetal
en almácigos terrestres,
que colgarán sin tiempo en la palabra.-
LA VELA
Voraz espiral que derrama
parafina ardiente
sobre el silencio nuestro.
Es la vela siempre rendida
a la emulación del amante,
porque enciende los pezones a mi noche,
aquí, en mi cuarto, con el oficio imperioso
del prepucio de la llama,
de hacer que el candor se expanada
hasta dejar tu cuerpo imaginado
exhausto de ternura.
Y tú me engulles con tu amor a besos
palmo a palmo,
como si fueras la serpiente macho
que pudiese cambiarme la historia.
El macho que me amó entre las sombras móviles
de la llama.-
MI VENTANA
Este amanecer es diferente,
como si estallara el color de los jardines
y derretido iluminara mis paredes.
El presente me encandila con sus goznes
y mi ventana emerge
añejada en la vigilia.
Empiezo a escuchar a sus músicas,
el golpeteo de las alas de los pájaros,
el canto sublevado en la tijera
que intenta cortar mis nudos.
Siento un sabor extraño en el recuerdo,
a óxido en la brisa,
y mi sangre se revuelve
rebelde en la nostalgia.
Acudo al cariño de los pétalos,
a su docilidad,
lenguaje fresco, recién cortado,
a la costumbre de hablarle a mis mascotas,
a este corazón declinando
amarillo en el misal.
¡Ah, la forma de abrazarme con los árboles
y cómo se conduelen ahora de mis lágrimas
si no es invierno!
Entonces, cuando hablaba con el ave
y su timidez en brincos por mi patio,
cuando hablaba con la sombra indigente
de los parques,
hasta la soledad oculté
en la concha de tortuga de mi cuarto.
Ahora ya no hablo.
Confieso que el futuro se me ha hecho más cercano
y ya me cuesta colocarle sueños.
Ya nadie escucha,
aunque les hablo a gritos.
Tengo miedo de quedarme a solas,
con este dolor de pájaro
en la garganta;
temo que se cierre esta ventana.-
LA OTRA PENÉLOPE
Ulises desplegó sus redes,
derramó malquerencias
por la casa,
y con todo el odio posible
en su cuerpo y su desdén,
tomó su bote de remos anclado
a la orilla del crepúsculo,
y se hizo a la noche para siempre.-
II
Las plegarias de las sombras caen
sobre Penélope abatida,
sentada bajo el árbol de sus soledades,
y con fuego de veranera entre sus manos
tejió y tejió la noche con el día,
hilvanó silencios con horas desahuciadas
mientras
los calendarios consumían,
poco a poco sus soles.-
Marlene Retana Guido
Imágenes: Pinturas del impresionismo, Edward Cucuel (EE.UU. 1875 - 1954) y Claude Monet.
quiquedelucio@gmail.com
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