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miércoles, 25 de noviembre de 2015
Humanidad
Quinto año de una antojadiza antología de la poesía de todos los tiempos, seleccionada por el escritor Quique de Lucio. Esta pretende ser una antología cuyo sentido radica en la actividad del lector, en su lectura que organiza los textos como un proyecto de su propia aventura y goce creadores. Difundiendo a los hacedores, respetando el derecho de autor.
Publicación N° 1.200-
Milan Rúfus
Poeta de Eslovaquia, nacido el 10 de diciembre de 1928 y fallecido el 11 de enero de 2009. Fue, además, traductor, ensayista y académico. Está considerado uno de los máximos poetas de lengua eslava de la época moderna. Los poemas aquí presentados fueron traducidos por Alejandro Hermida De Blas para la obtención del Título de Doctor en Filología (Filología Eslava) en la Universidad Complutense de Madrid.
"Aquel que en el silencio antes de la coral
ha oído suspirar los fuelles del órgano
sabe que hasta el canto es trabajo.
Como todo"
HUMANIDAD
Relampaguea en silencio, amortiguadamente.
Y de los campos no se oye un pájaro.
Al cereal, tímidamente ondulado,
le duele tanto antes de madurar.
La severidad silenciosa de la tierra
palpa hoy las blanduras de la espiga
y las siegas se preparan hace tiempo.
Cuando maduremos...cuando maduremos...
Pero tú no perdonas, poema.
Hágase tu justicia.-
ENCUENTRO EN LA KINGSTRASSE
Un habla desconocida, como música cercana,
me llegaba de su boca y fluía despacio,
daba vueltas en torno a mi frente perpleja.
Y luego nos besamos.
Un castaño susurró en la cálida noche muda.
Sonaban a lo lejos los tranvías.
En todas partes, Dios, es amable la tierra.
Y en todas partes la mujer es bella.
Como espiga en la tormenta se inclina
en mi hombro,
como una espiga llena y vencida.
Los relojes de las torres dieron las diez
y alguien pasó a nuestro lado.
Miró, se paró en la calle silenciosa.
Luego sonrió desde lejos.
Pero yo nunca antes había visto
a un hombre sonreír con tanta amargura.
Y se fue caminando, con veintiocho años,
inclinando los hombros de un modo extraño,
y en el largo silencio nocturno
golpeaba el pavimento su pierna de madera.-
UN INSTANTE CON LA ALEGRÍA
Desperté. De la mañana caía harina
invisible en las crestas de los gallos,
Una extraña y repentina alegría desconocida,
en la mate blancura, con paciencia arqueada
me frota la cara.
¡Ah. la ternura tras la sonrisa!
Así la oveja madre, sobre el heno humedecido
del cálido establo, lame con áspera lengua
a su prole gestada en el miedo.-
PRONTO
Aún es lino
el pañuelo de Verónica
y ya crece bajo la cruz.
Demasiado pronto
nos marcas, impaciente.
Tú venga a golpear. Ni siquiera
eludes al niño. Para tu abrigo de pieles
compras incluso la piel del nonato
y, con tiza duramente cortada,
dentro de las madres, aún a oscuras, señales...
Recibes al huésped.
Y, escupiéndolo ya ante el portón,
le dices: pase.-
ÁRBOL EN INVIERNO
Desnudo y ofendido,
como si en este momento esperase la ejecución,
está erguido
y deja pasar todo por fuera.
El viento y la lluvia.
Como agua por el plumaje
resbalan por él los días, y no abre
a nadie la puerta el callado exiliado.
Sólo dentro, tras las persianas,
junto a la blanca vela del líber,
vive lo suyo, lee los días.
Y ni la sombra, ni siquiera una sombra
en la cortina lo traiciona,
sentado tan en silencio.-
CAMPANAS
También tú oyes ya de vez en cuando
a la muerte chasquear el seco látigo.
E intentar adivinar si está lejos
o cerca la tumba.
Suena la campana de tu patria.
Un molde. La fragua y el amor
fundieron en él tu figura.
Fuente memoria. A tientas
sacías tu sed, y ya que refleja,
lentamente lees de la superficie
tu propia cara. Miras bien, te lavas la suciedad
y te limpias el sudor, lo oscuro de la ardua tarea
que no has dado y que te han robado.
Y así le pides a la patria muerta:
Sé paciente, aguanta bajo nosotros.
Y acompáñanos en este tiempo difícil.
Como las madres en silencio mueven los labios
cuando el niño dice un poema.-
ARCILLA DE PRIMAVERA
Duerme con la mano de Dios en la cabeza.
Duerme escrita del camino al bosque.
Una oscuridad muy joven penetra en ella.
El rocío de marzo, como un borrador,
le limpia los garabatos de las ruedas,
la temblorosa escritura labriega.
La arcilla es sabia, sabe su alfabeto.
Tiene ojos fieles y amarillos como un perro.
Cuando llevan de mañana los caballos frescos,
igual que a unas hijas abraza sus cascos.-
Milan Rúfus
Imágenes: Dibujos del artista contemporáneo Mark Deamsteader
quiquedelucio@gmail.com
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