Quinto año de una antojadiza antología de la poesía de todos los tiempos, seleccionada por el escritor Quique de Lucio. Esta pretende ser una antología cuyo sentido radica en la actividad del lector, en su lectura que selelecciona los textos como un proyecto de su propia aventura y goce creadores. Difundiendo a los hacedores, respetando el derecho de autor.
Publicación N° 1,197-
Salvador Madrid
Poeta y narrador de Honduras, nacido en 1978. Es Licenciado en Literatura por la Universidad Pedagógica Nacional Francisco Morazán. Ha publicado el libro de poesía: "Visión de las cenizas" (2004), así como "La hora siguiente" - Antología de la Poesía joven de Honduras (2005). Sus poemas han sido publicados en Papel de Oficio (Secretaría de Cultura de Honduras) y en la Antología de Portugal "Os rumos do vento", así como en diversas revistas y suplementos culturales de Centroamérica. Ha sido fundador y coordinador de Paíspoesible, grupo de gestión cultural para el arte y la literatura.
"el otoño es algo más que un piano de hojas
disuelto en el aire.
Más que una acumulación de labios
bajo los sauces de las planicies
y de las ciénagas invisibles"
CÁBALA
Con palabras está forjada la gloria,
el amor con vestigios.
Mirador o abismo,
pero tentado el hombre asciende.
¿Qué barro lavarse en la altura,
en la voraz transparencia que induce al impulso?
No todo es signo, pero todo puede escudriñarse
como la silueta del monte contra la estrella,
como el rocío sobre un pecho vaciado.
La gloria ocupa palabras, el amor, una herida.
Secreta hay una espada,
manchada de sangre su herrumbre;
si fue honda la herida
y aún así pidió en la agonía mirar unos ojos,
la gloria tendrá su leyenda,
el amor, su indescifrable caída.-
PRIMICIAS DEL VIENTO
Como otros me he detenido en los miradores
a recibir el viento del sur,
a escuchar esas voces que por lejanas
parecen sagradas,
a acumular la simiente
de las últimas casas de los poblados,
a traer un poco de paz a mi rostro primigenio
y a esta simpleza la he llamado milagro.
Igual que otros en la médula del verano
me he quitado la camisa
y me he bañado con el sonido de las cigarras,
con el beso de la mermelada
hecha por mis hermanas,
con la procesión del viernes de ceniza,
del que siempre renegué
y al que siempre vuelvo,
pues su calor es un acontecimiento
que nos desvanece
y por un instante es capaz de convertirnos
en minúsculos cementerios,
en pequeñas revelaciones del tiempo que pasa.
Igual que otros he vuelto al portal
de una casa tenebrosa,
he escuchado el pregón del zapatero
y sus altas nociones de tachuelas, cuero y dientes rotos.
He puesto azúcar en mis labios,
amor en la tarde;
he revisado álbumes de fotografías ajenas,
leído viejos periódicos,
viejos anuncios de compra y venta
de hace treinta años.
He escrito la palabra alegría con todo el empirismo,
pero con la gracia del poeta.
He jugado a las cartas,
visitado a las rameras,
me he emborrachado hasta perder las fuerzas
y hasta recuperar los sueños.
Y sin duda, como otros, también
me he acobardado en las palabras
he privilegiado a los ángeles y azarosamente
renunciado a los hombres,
pero en otras ocasiones he despreciado a los ángeles,
los he atado en los cordones de mis zapatos
y los llevé a conocer las discotecas y los prostíbulos
y la miseria que hermosamente alumbra
el alba en los basureros de la ciudad
para que se volviesen humanos en la hora nuestra muerte.
Como otros, sé del invierno, de sus extendidas
pléyades de gotas limpias,
de su nomenclatura ideal puesta en el trueno,
de su desliz de arpegio, de su otra niebla
como inundado molino de los tiempos
cuando el trigo era la gloria.
Y como otros
me he detenido en esta tierra armado
nada más con veinticinco centavos,
valiendo nada más veinticinco centavos,
a observar el gran holocausto de las cifras
y la gran algarabía de los bonos de la usura.
Y en secreto he guardado botones de camisa
que siempre me gustó usar,
cuentas pendientes, un libro de Saint John Perse,
el viejo candelabro de una abuela
que ya no sabe que flores escoge en las mañanas
y me he sentido a los veinte un anciano
que apenas mastica albahaca.
Y con menos sabiduría que otros,
pero con mayor tentación,
he visto los tejados, los arrieros que traza
el viento al anochecer,
las pérdidas de las cosechas por el calor o por la lluvia,
he visto el sur y sé bien que sólo es
una palabra de huesos, de pozos vacíos
y de guitarras prestas a devorar dedos y lenguas,
una vana geografía
donde el crepúsculo es la iniciación de una luz desmembrada.
He visto la esperanza, he sentido el tuétano
de su estructura,
su feliz cercanía a Dios
y he dicho mierda.
Pero me ha dado en la cara el viento del sur.
Y me he acordado de los grandes cantos,
de las grandes desgracias,
de las pavorosas asociaciones de la burocracia,
del filo de las manos que sostenían el puñál,
de la euforia del plomo.
Pero es que el viento sur es tan doloroso y tan limpio.
Y he visto mis uñas como pequeñas llamas estáticas
y he decidido buscar un camino entre las cenizas
del anochecer y la arcilla que calla,
entre las voces de los suburbios y la clorofila
que se arriesga junto al asfalto,
un camino donde inicien las historas de los otros.
Y he encontrado ese camino.
A esa simpleza la he llamado milagro.-
Salvador Madrid
Imágenes: Pinturas de Winslow Homer (EE.UU. 1836 - 1910)
quiquedelucio@gmail.com
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