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miércoles, 1 de junio de 2016
El bosque
Sexto año de una antojadiza antología de la poesía de todos los tiempos, seleccionada por el escritor Quique de Lucio. Esta pretende ser una antología cuyo sentido radica en la actividad del lector, en su lectura que organiza los textos como un proyecto de su propia aventura y goce creadores. Difundiendo a más de 1.300 escritores, respetando el derecho de autor.
Publicación N° 1.376-
Jennifer Chang
Poetisa de Estados Unidos, nacida en Nueva Jersey. Su poemario inicial "La historia del anonimato" (2008), editado por la Universidad de Georgia fue seleccionado para Virginia Quartely Review's y fue finalistapara el Premio de Shenandoah / Glasgow. Sus honores incluyen becas de The Mac Dowell Colony, Yaddo, Djerassi Resident Artits Program, Barbara Deming Foundation, Asian American Writers' Workshop, Bread Loaf Writers' Conference, Virginian Commission for the Arts y otras. Su trabajo ha sido incluído en decenas de antologías de su país y del extranjero, como: New American Poetry Series.
"Los libros que robé para ti,
los perdí. La línea sinuosa
de estas montañas son como
la curva de la duda que crece"
EL BOSQUE
Nunca un yo, nunca una pregunta
que contestamos sin pensar.
Sí, incluso ella, la niña
que bebe su reflejo en el arroyo.
Perdonamos al musgo sus tiernos rudimentos
y perdonamos a la corteza
por caer y fracasar. El invierno revela
su vasta reserva. La rama desnuda
no da la cara, el eco del viento
sin voz, hay un rastro
para cada llegada, y ella persigue
lo que cree.
Éramos una semilla
y el estallido nos volvió muchos.
Nos hizo altos. Desde arriba
su cabeza sugiere mapache, venado,
un cuerpo hurga
su propia sombra, un animal,
de todas formas. Sí,
esta es la raíz de los allazgos, aquí
están las extrañas huellas
del otro que guían hasta un claro del bosque,
hacia un rayo de luz y de reconocimiento.
Sabemos lo que es deambular.
Sabemos seguir
y nos quedamos.-
APOLOGÍA
Soñé el océano
desmantelado nuestro techo y estos dos durmientes
que somos se enfrenaban al frío apocalipsis
como maderas a la deriva.
No fue un mal sueño,
aunque las olas me sustraían, y tú, solamente
durmiendo te elevabas.:
el océano
hace su casa de respiración. Las olas salan una mejilla
hasta convertirse en pergamino, tu otra mejilla
arde con la luz. Te acurrucas
entre la marea, te vuelves tú mismo
navío, ¿pero dónde estoy?
Veo pero no siento. El sepia nunca te conocerá-qué tinta
qué nadador tan demente
el fondo del mar nunca te conocerá, Señor a la Deriva
Durmiente de las mareas, podría soñarme como el agua
que te retiene
la pequeña ola que te despierta
La oscuridad requiere de cuidados
tengo un jardín de pesares
flores que crecen a lo loco
cada noche
Así empieza la carta que escribo y nunca mandaré.
No le daré voz ni le prestaré oidos a mis palabras.
No tengo derecho. Las ciruelas negras
en un cuenco de madera, la fruta de la última estación.
Agosto nos ofrece
su triste calor. Yo investigo el viento para encontrar
su vestigio otoñal.
Saboreo las ciruelas lentamente.
No entendí entonces
tu última carta soy tonta
aburrida creo que moriré de esta
pena o peor viviré
Cuando era niña, no me comía la cáscara,
pero ahora quiero esa primera mordida agria,
la que corta la dulzura de la carne.
Formo una línea con los huesos
en el alfeizar de la ventana. Tres autos amarillos,
unos chochines invisibles
hacen ruidos muy claros a lo lejos, un poema
que no puedo terminar. Creo que moriré de esta pena.
Un recuerdo:
Manejaba tus manos, le quité atus palmas
el peso del arte en bruto. Tu piel de arenisca, mi amor, alguna vez mío.
¿Por qué me detuve? ¿Por qué
me reduje?
En el océano
me quedo sin cuerpo, una respiración y un pensamiento
sueltos entre las olas. Veo cormoranes tan húmedos
que no vuelan. Se detienen
sobre las rocas, aprenden las orillas. Soy el corazón frío del agua,
el ojo helado. No soy nada
se me olvidó contarte
de la pobreza de la hierba, del terco florecer.
O que no hay señales en el camino a esta playa
hay muchas rocas y, si me tiendo sobre la arena tibia,
me tiendo sobre ti.
No perdí mi cuerpo en el océan.
Lo perdí en ti.
Querido amabas mejor
que yo tus palabras
su lenta irrupción dentro de mí
amarán mejor Querido
que yo la fruta de
la errencia sabe amarga
Querido hace frío por favor abre
la ventana mi querido escribe.-
Jennifer Chang
Imágenes: Pinturas del artista belga René Magritte.
quiquedelucio@gmail.com
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