Sexto año de una antojadiza antología de la poesía de todos los tiempos, seleccionada por el escritor Quique de Lucio. Esta pretende ser una antología cuyo sentido radica en la actividad del lector, en su lectura que organiza los textos como un proyecto de su propia aventura y goce creadores. Difundiendo a más de 1.300 escritores, respetando el derecho de autor.
Publicación N° 1.380-
Krystyna Dabrowska
Poetisa y traductora polaca, nacida en 1979. Estudió Artes Gráficas en la Academia de Bellas Artes de Varsovia. Escribe guiones para la radio. Tradujo poesías del idioma inglés, incluyendo trabajos de WC Williams, Yeats, Thomas Hardy y otros. Ha escrito los libros de poemas. "Biuro podrozy" (2006), "White Chairs" (2012), "Time and Aperture" (2014), etc. Fue galardonada con el Premio Wislawa Symborska (Máxima distinción en Polonia para autores de poesía), también el jurado de la Fundación Koscielski le adjudicó su premio anual para escritores emergentes en el año 2013.
"¿Qué nos queda? Darle la vuelta
a la construcción,
triste como una anciana tras una cirugía
plástica, ya sin arrugas"
MEDIDAS
De niña permanecía junto a una puerta abierta,
mientras uno de mis padres
ponía una regla en mi cabeza,
y marcaba una línea a lápiz sobre el marco de la puerta.
Después hubo otros umbrales,
en los que la ambición me hizo permanecer.
Dibujando una delgada y sólida línea,
ella probaba cuánto había
crecido.
Ahora estás midiéndome, y yo a ti.
-Dos líneas horizontales temblorosas-
nuestros cuerpos
acurrucados la una en la otra, penetran
y no hay más alto o más bajo,
no hay medidas.-
HERMANOS
Una anciana baila flamenco.
En su esfuerzo arde una antigua liviandad.
Es alta y esbelta como una garza jorobada,
su falda de florituras y pliegues, sus mejillas hundidas.
La anciana baila como una joven,
una muchacha que murió en tiempos de la guerra.
Tras el espectáculo se limpia el maquillaje,
se quita la peluca y el vestido,
entonces se pone pantalones y chaqueta
y se convierte en la persona que es fuera del escenario:
un hombre, el hermano de la muerta.
El anciano que vuelve a su hogar.
Que se tejió por sí mismo de retazo del pasado,
fotos, afiches y recortes de periódico.
Entre ellos cuelgan vestidos, que cose a mano:
pájaros multicolores del paraíso.
Y el retrato de su hermana junto a flores frescas.
Un tiempo recorrieron los países europeos,
celebrada pareja de adolescentes bailarines.
Luego vino el gueto, la fuga, la separación.
Desde el comienzo se dijo a sí mismo que
si sobrevivía
sería sólo para ser
la encarnación de ella en la danza.
El anciano bailarín prepara una olla de té.
Silencio.
Es hora de apagar las luces.
Muy pronto se irá a la cama,
pero primero, tal como es,
sin disfraz o maquillaje, danza tap en el umbral de la cocina
al pulso del repiqueteo de hueso duro
de las castañuelas.-
***
No puedo decir nosotros, a menos que nosotros
sea un guión entre yo y tú,
que se carga a través de una chispa, aunque a veces
semeje un tira y afloje.
No puedo escribir nosotros, a menos que nosotros
sea un paréntesis para nosotros dos,
la habitación donde dormimos
tratando de espantar una avispa.
A menos que nosotros signifique nuestros cuatro ojos:
que nos observan mientras la avispa rasguña la lámpara,
ella es café con rayos de oro, mírala
-qué belleza.
No me puedo escribir en un nosotros más grande
que los círculos que zumban inscritos de alas
orbitándote a ti y a mí, entrecruzándonos
y creciendo,
alejándose de nosotros cada vez más.-
EL ROSTRO DE MI VECINO
El rostro de mi vecino, el profesor,
cuya esposa se había muerto,
se había descubierto de repente, desprovisto de refugio.
Cada vez que me lo encontraba en el solar
y él empezaba a hablar de forma sorpresivamente franca
de todas las cosas que le recordaban a ella,
yo sentía que veía su rostro por primera vez.
Como la casa del frente
hasta hace poco un gran castaño la protegía,
pero una tormenta lo destrozó y tuvo que ser talado.
Y antes que la brecha se tape
con la costumbre,
puedo ver ventanas,
vida sucediendo detrás de ellas.
2
Una camisa clara. La cabeza de un
patricio romano.
Un espacio virgen para estacionar
junto a un murito, donde tras la lluvia
caracoles hacen también su parqueo.
Pasé un largo tiempo pensando:
el perfecto caballero
va a ravés de su vida ordenada
de la misma manera que cruza el solar cada mañana.
Le había puesto setenta como máximo.
Tiene ochenta y dos, me dijo hace poco,
y que de niño estuvo en el gueto de Varsovia.
Su padre y su hermano perecieron.
Su madre y él sobrevivieron.
Alina Szapczniow escribió sobre el bautismo del desasosiego.
¿Cuánta gente guarda silencio sobre lo que ha vivido?.-
EN LOS CRUCES
En los cruces de angostas calles ocupadas
-una de ellas empinada como una cascada,
abre su camino hacia la corriente de la otra-
cansados y hambrientos, nos detenemos.
En la ventana brillantemente iluminada de un bar,
el mesero sacude un salero como un incensario
sobre una bolsa de papel con rodajas de berenjena
y flores de zuquini en masa caliente.
¡El crocanto cuerno de la plenitud! Sentados en el bar,
sobre butacas altas como zancos, entre la basura
observamos a la gente. Mujeres en moto,
entre una multitud de peatones, niños cuelgan como micos bebés,
una manada de adolescentes en cacería nocturna,
sus ombligos expuestos, sus miradas de soslayo.
Inmigrantes: Africanos delgados como árboles
(junto a ellos los locales son pequeños arbustos fornidos)
y mujeres pakistanís, la languidez en sus ojos,
soportando silencio en el tintineo. En los cruces
hay dicha mientras nuestras líneas de visión
se cruzan, se bifurcan y se unen, trenzadas y separadas.
Tú ves estratos, tribus y naciones,
yo pesco rostros individuales,
como si estuviéramos haciendo juntos una pintura.
Y tuviéramos un hogar común en estas pinturas.-
Krystyna Dabrowska
Imágenes: Pinturas de Frank Cadogan Cowper (Inglaterra, 1877 - 1958)
quiquedelucio@gmail.com
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