Sexto año de una antojadiza antología de la poesía de todos los tiempos, seleccionada por el escritor Quique de Lucio. Esta pretende ser una antología cuyo sentido radica en la actividad del lector, en su lectura que organiza los textos como un proyecto de su propia aventura y goce creadores. Difundiendo a más de 1.300 escritores, respetando el derecho de autor.
Publicación N° 1.390-
Jobyoán Villareal
Poeta de México, nacido en Culiacán, Sinaloa, en 1985. Estudió dos años la carrera de Técnico Instructor de Música Clásica en la Universidad de Sinaloa, obtuvo el Diplomado en Técnicas Avanzadas de Estudio, Lectura y Comprensión. Es autor del poemario: "Dime qué somos donde las estaciones se ensamblan" (Ayuntamiento de Culiacán, 2014). Fue beneficiario de las becas del Fondo Estatal de Cultura y Artes (2007-2008), Beca al Lector otrogada por el Instituto de Cultura (2009 y 2010), sus poemas han sido publicados en las revistas "Literal", "La Otra", "Círculo de Poesía", Trajín", Aldea 21", etc., antalogado en el libro "Nueva Poesía y Narrativa Hispanoamericana del Siglo XXI".
"Ensaya la lluvia en el suelo
un rompecabezas muerto:
el crujir seco del otoño sobre la piel ,
las estaciones que cambian de color"
SUEÑO DEL VERANO
Cuando apenas en la semilla
se mira el minuto cóncavo del espíritu,
los hombres abren paso hacia la luz,
dividen el calendario con pequeñas
huellas en el mar,
hacen promesas de polvo.
Desde antes de su memoria
llevan la idea del precipicio,
al sendero que se corta bruscamente.
Ahora en el sol asciende la duda oscura
que nutre sus ojos,
que se desarma en su pie
a la medida del abismo;
estáticos tumbos desolados,
palabras a medias,
torpes manotazos al viento.
Desde el fondo del océano,
las sombras ya pintan sus puertos.
Con polvo en la boca,
cansados en el desierto de su piel,
el ciclo de tierra gira hasta dejarlos mudos.
II
Tiempo al tiempo,
mientras la piel se encienda
con los fogonazos del alba
y los baldíos canten hasta el infinito
su cántico de islas solitarias.
Que las rosas revoloteen de nuevo como un sol
y caigan como aureola en los ojos del niño.
Que las nubes blandan de nuevo su coral de sal
sobre la piel,
mientras aullamos como bestias
la amarga luz del tiempo.
III
En alguna parte del horizonte,
el sol perderá su equilibrio
cuando se detenga puntual
y la noche se rinda al descanso:
en la negación profunda
se urdirá el sueño del verano.-
HIALURGIA
VIII
El mundo calla.
Se derrama como un accidente.
Las cosas se escabullen
entre mis manos.
Una mano tibia se abre en el pecho:
tus ojos como agua,
gladiolas que ocultan su transparencia;
tus ojos en su propio lenguaje,
asentados en mis párpados como fotografía,
aleteando las temporadas tristes de tu cuerpo.
Tus ojos envejeciendo las formas
cayendo por mí como las hojas
de un calendario vacío.
IX
Nos sentimos
como el espejo en el charco
que en las tardes refleja cosmogonías incompletas,
sorprendidos como el niño
que descubre el espacio en su frente.
En el transcurrir del agua
una agobiada presencia de universos
lleva nuestro nombre,
incandescencia que apaga su mecha
de crepúsculo en el lodo.
X
Desvaneciéndome en mi profunda tempestad,
sorprendo al mar llorando horizontes de piedra.
Se incrustan en mis ojos
espejos que mutilan la imagen
(Narciso enloquece).
Hay una voz que me dice:
-Deja que llueva,
no hay nada que hacer aquí
más que dejar que el agua
interne sus dedos en nosotros-
Y en ligeros espasmos de viento
la lluvia cierra su camino:
hendir irremediable de la memoria.
IV
Ojo y lluvia,
uno convierte al otro.
En un ruego interior,
en las liturgias de la sangre,
las fotografías son espejos muertos.
Mientras se emborracha el tiempo
la ciudad cae a pedazos.
En un acto aparece la expansión,
relatividad que crece como pulpo
vertiginosamente en la sangre.
Peces diminutos se revientan en la piel,
mientras los niños juegan
y marca la lluvia en sus ojos
un camino sin retorno.
-Sé que el temor al tiempo es algo natural,
que nada de amigable hay en esta agua
que transcurre su temporada fugaz-
Un cascar undosamente martillea
la tertulia del invierno.
En una combustión sin imagen
el silencio se posa como otra ciudad.
La naturaleza busca perpetuarse en el acto,
pare sus metáforas, despliega en caras enconadas
la heterogénea sinergia que repite el amor
hasta crear universos.-
II
La ciuda se esconde tras la lluvia.
Las flores se quiebran como memoria
en un zarpazo del aguacero.
Así se estrella violentamente,
pasa y cubre cada gota
en los techos, láminas y paredes,
sus sesiones devastadoras.
Sólo nos queda en las manos
un silencio de vidrios temblorosos.
Afuera crece una catástrofe,
un susurro cauteloso,
tragedia de siglos:
eco violento de laureles
desmoronándose en el vacío.-
Jobyoán Villarreal
Imágenes: Acuarelas de Viktoria Prischedko (Rusia, contemporánea).
quiquedelucio@gmail.com
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