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jueves, 9 de junio de 2016
Descenso
Sexto año de una antojadiza antología de la poesía de todos los tiempos, seleccionada por el escritor Quique de Lucio. Esta pretende ser una antología cuyo sentido radica en la actividad del lector, en su lectura que organiza los textos como un proyecto de su propia aventura y goce creadores. Difundiendo a más de 1.300 escritores, respetando el derecho de autor.
Publicación N° 1.384-
Consuelo Martínez Astorga
Poeta de Chile, nacida en Temuco en 1989. Ha publicado los poemarios. "La sombra del pájaro" (2012) y "Curso de anatomía" (2015). Criada en el lluvioso territorio que cobijó a grandes representantes de la lírica como Teillier, Neruda, Gabriela Mistral, entre otros, en este tiempo se detiene en su quehacer diario para sumergirnos en el universo del lenguaje poético.
"Por la entrada de la calle
ya veo los mil ojos,
mil ojos para probar
qué evito cuando tiemblo"
DESCENSO
Fragilidad.
El paso interrumpido del resto del cuerpo,
despojándose como un otoño pisoteado. Una puerta
oculta los ojos quebrados,
el pecho partido, la piel congelada.
Silencio.
El palpitar violento se apacigua
en el regazo del silencio.
El reflejo de la anoche se agolpa
tras los ojos.
Polvo.
La herida se abre
liberando
su vieja sangre:
nunca se sabe
cuándo volverá
y otra
vez
la
luz
se
muere
en los
párpados
de
un
recuerdo.-
***
Te tocó un té
con sabor a tilo,
tartamudo y tosco.
Traía trocitos de tímido,
Tesoro tildado y tupido.
Te tocó un té
Taciturno y tranquilo.-
***
Hace un instante, la infancia.
Ahora mismo, otra época.
Hace horas, hoy,
Y el reloj sigue igual.
Años, mañana,
Y las estaciones son las mismas.
Tiempo todo cruza,
Tiempo se consume
¡Se abren los cielos
y se desatana cadenas!
Porque existe camino
a la libertad.-
EL NAVEGANTE
Mañana seré un navegante invisible
(Ese que siempre quise ser)
Las velas me llevarán a donde
la mente se niega.
Las aguas me dirán
que los mares existen
y que la inmovilidad es una
obsesión
improbable.
Pregúntenme, mi cuerpo así no se duerme,
puedo capitanear con los ojos
cerrados,
puedo mover velas de madera.
Allí, entre los dos azules,
iré tras mi tripulación
para dejar esos caminos
verdaderamente pocos.
Mi barca está en la orilla,
todavía escuchando la voz de los gestos.
Pronto zarparé
y me iré a las olas trazando
otro universo que no obra como yo.-
EL CONJURO DE LÉCTOR RÍVANO
I
El tiempo dilata los fantasmas
y multiplica su intuición,
limitando el mundo y las formas
que, angustiosas, son posibilidades muertas.
Léctor Rívano los conoce.
Cada tarde, frente al libro
posa sus grandes noches sobre las palabras:
las conjura y son inmortales,
las convierte en espíritus que suplantan
su credo por todo aquello que no
es cierto.
Con sus astucias abre el laberinto y sale por él.
Léctor permanece a cuentas con su atávico espanto
y los fantasmas
vuelven a sus polvorientos cajones.
Este conjuro lo salva de que enloquezcan sus sufrimientos,
y descubre que mientras descubre el poema
se le transfigura la muerte.
II
Esta es el alma pasajera,
empuñada, tan silenciosa y lejana
que de las viejas páginas enciende el vapor
para despertar el escritor perdido
e imaginarse los lugares que al amanecer no existen.
Léctor sabe bien
que enunciando los paisajes
continuará conjurando la ilusión entre libros.
III
Desde lejos, el trueno habla a los espejos de Léctor,
combatiendo a luz y agua por la tinta de los viejos libros:
para hacer volver el aroma de las aguas desconocidas,
darle patio a las aves que vuelan lejos,
ocultarse tras la voz de un mundo invisible
y empezar por el fuego antes del mar.
IV
Léctor y la noche acercarán las horas, muy cerca,
para que más tarde se unan a crear las hojas
antes de que se vuelen a la memoria perdida.
Se deja al silencio sin relojes
y se convierte en un viento
qué, más allá, viajará a las lindes de la emoción.
V
Rívano nació escuchando la música de los poemas.
Antes de fundarse su propio sueño
ya quemaban sus ojos de carne
con las palabras de sus enterrados escritores favoritos.
Así aprendió que lo invisible es escolta y poción
que sabrán desvanecer las murallas que espantan el alma
y no habrá llave ni lengua más que la suya
que despierten a los árboles muertos.-
Consuelo Martínez Astorga
Imágenes: Pinturas del artista francés Claude Monet.( 1840 - 1926)
quiquedelucio@gmail.com
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