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domingo, 12 de octubre de 2014

Desahucio

Cuarto año de una antojadiza antología de la poesía de todos los tiempos, seleccionada por el escritor Quique de Lucio. Esta pretende ser una antología cuyo sentido radica en la actividad del lector, en su lectura que organiza los textos como un proyecto de su propia aventura y goce creadores. Difundiendo a los hacedores, respetando el derecho de autor. 



                                                                Rafael Alberti

                         (Cádiz, España, 16 de diciembre de 1902 - 28 de octubre de 1996)

                               
                                             "No quiero, no, que te rías,
                                              ni que te pintes de azul los ojos,
                                              ni que te empolves de arroz la cara,
                                              ni que te pongas la blusa verde,
                                              ni que te pongas la falda grana"  



DESHAUCIO


Ángeles malos o buenos,
que no sé.
Te arrojaron en mi alma.
Sola,
sin muebles y sin alcobas,
deshabitada.
De rondón el viento hiere
las paredes,
las más finas, vítreas láminas.
Humedad. Cadenas. Gritos.
Ráfagas.
Te pregunto:
¿Qué ángeles malos, crueles,
quieren de nuevo alquilarla?
Dímelo.-


EL ALBA DENOMINADORA

A embestidas suaves y rosas, la madrugada te iba
poniendo nombres:
Sueño equivocado, Ángel sin salida, Mentira de lluvia
en bosque.
Al lindero de mi alma
que recuerda los ríos,
indecisa, dudó, inmóvil:
¿Vertida estrella, confusa luz en llanto,
cristal sin voces?
No.
Error de nieve en agua, tu nombre.-


EL ÁNGEL BUENO

Vino el que yo quería
el que yo llamaba.
No aquel que barre cielos sin defensas.
Luceros sin cabañas.
Lunas sin patria,
nieves.
Nieves de esas caídas de una mano,
un nombre,
un sueño,
una frente.
No aquel que a sus cabellos
ató la muerte.
El que yo quería.
Sin arañar los aires,
sin herir hojas ni mover cristales.
Aquel que a sus cabellos
ató el silencio.
Para sin lastimarme,
cavar una ribera de luz dulce en mi pecho
y hacerme el alma navegable.-


EL ÁNGEL DE LA IRA

Sin dueño, entre las ortigas,
piedra por pulir, brillabas.
Pie invisible.
Entre las ortigas, nada.
Pie invisible de la ira.
Lenguas de légamo, hundidas,
sordas, recordaron algo.
Ya no estabas.
¿Qué recordaron?
Se movió mudo el silencio
y dijo algo.
No dijo nada.
Sin saberlo,
mudó de rumbo mi sangre,
y en los fosos
gritos largos se cayeron.
Para salvar mis ojos,
para salvarte a ti, qué
secreto.-


EL MAR, LA MAR

¿Por qué me trajiste, padre,
a la ciudad?
¿Por qué me desenterraste
del mar?
En sueños, la marejada
me tira del corazón.
Se lo quisiera llevar.
Padre, ¿por qué me trajiste
acá?


                                             
                                                          Rafael Alberti


Imágenes: Pinturas de la artista Eleamor Fortescue-Brickdale  (1871 - 1945)




quiquedelucio@gmail.com 



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