Elvio Romero
Poeta paraguayo nacido en Yegros, Caazapá, en 1926 y fallecido en Buenos Aires, Argentina, en el 2004. Sus ideas de izquierda lo llevó a exiliarse en Argentina en 1947. Viajó posteriormente a Francia, Italia y otros países de Europa. Parte de su obra poética está contenida en "Días roturados" (1948), "Resoles áridos" (1950), "Despierten las fogatas" (1953), "El sol bajo las raíces" (1956), "El viejo fuego" (1977), "Los valles imaginarios" (1984), etc. En 1991 obtuvo el Premio Nacional de Literatura de Paraguay.
"Germina un beso puro en nuestro pecho,
un beso que es un poco pan de tierra,
un poco arena y vuelo"
CANTO EN EL SUR poesía de Elvio Romero
Esta noche, en el Sur,
me he mirado en tus ojos.
Soy como tú,
de piel morena, oscura, oscura,
con estrellas heridas por adentro
y por fuera sudor, cáscara ruda.
Tengo la sangre hirviendo
como un sinuoso trueno derramado;
tengo las manos ásperas
como herramientas duras y soleadas;
tengo los ojos lúbricos
como lúbricas raíces.
Esta noche, en el Sur,
me he mirado en tus ojos.
Te vi ayer en el Norte;
vi en el Norte lo mismo, el mismo
y primario dolor sobre los cuerpos,
el aguardiente galopando a sorbos
y lo demás lo mismo: el mismo
brazo sudando a contraluz sangrienta,
el mayoral que brama entre los árboles,
los mismos ojos sin calor, la misma
temblorosa epilepsia del sudor,
los mismos exprimidos, los mismos coronados!
Esta noche, en el Sur,
me he mirado en tus ojos.
Soy como tú,
la misma turbulencia contra el mismo espejismo,
idéntico remanso bajo la misma noche.
Conservo el sortilegio
de estas zonas arbóreas que me cercan.
Tengo la risa ronca
y estas anchas tristezas.
De piel morena, oscura,
pisando en el calor exasperado.-
EL AMOR
Sí,
hoy me he puesto a encender el viejo fuego
El azar y los años
me han llevado a pisar en el sendero
que me ha impuesto el amor, que mi
adorada
impuso a mi corazón; ahora vuelvo
al fervor inicial, a esa primera mañana
en que el sol se ha instalado en nuestro
pecho.
Y así las cosas:
la canción, la plenitud, el deseo
me han alumbrado el rostro, se me han
ceñido
como un pañuelo verde sobre el cuello,
y entro en la casa del fervor como antaño,
asombrándome al ver reverdecer los
sueños.
Es como si hubiesen atizado
a mi sangre el verano, la intemperie, los
vientos
cordilleranos, o inundando sus causes
un enérgico brío de panales repletos,
los brazos encendidos al apretar sus
brazos,
las dos manos cargadas de un esplendor
secreto.
Sí,
porque mi corazón no descansa en la
noche,
hoy me he puesto a encender el viejo
fuego.-
Elvio Romero
Imágenes: Pinturas de Eduardo Abela (Cuba, 1889-1965)
Publicación de Quique de Lucio para "Nos Queda
la Palabra"
quiquedelucio@gmail.com
twitter@quiquedelucio
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