Juan Carlos Onetti
(Uruguay, 1909-1994)
"Desde el perfume en que te quiero tanto
hasta esa gran ternura que como túnica te viste
hay un camino a mi alma
que es un camino a mi dicha"
BALADA DEL AUSENTE poesía de Juan Carlos Onetti
Entonces no me des un motivo por favor
No le des conciencia a la nostalgia,
La desesperación y el juego.
Pensarte y no verte
Sufrir en ti y no alzar mi grito
Rumiar a solas, gracias a ti, por mi culpa,
En lo único que puede ser
Enteramene pensado
Llamar sin voz porque Dios dispuso
Que si Él tiene compromisos
si Dios mismo le impide contestar
Con dos dedos el saludo
Cotidiano, nocturno, inevitable
Es necesario aceptar la soledad,
Confortarse hermanando
Con el olor a perro, en esos días húmedos,
En cualquier regreso
En cualquier hora cambiable del crepúsculo
Tu silencio
Y el paso indiferente de Dios que no ve ni saluda
Que no responde al sombrero enlutado
Golpeando las rodillas
Que teme a Dios y se preocupa
Por lo que opine, condene , rezongue, imponga.
No le des conciencia, grito, necesidad ni orden.
Estoy desnudo y lejos, lo que me dejaron
Giro hacia el mundo y su secreto de musgo,
Hacia la claridad dolorosa del mundo,
Desnudo, sólo, desarmado
bamboleo mi cuerpo enmagrecido
Tropiezo y avanzo
Me acerco tal vez a una frontera
A un odio inútil, a su creciente miseria
Y tampoco es consuelo
Esa dulce ilusión de paz y de combate
Porque la lejanía
No es ya, se disuelve en la espera
Graciosa, incomprensible, de ayudarme
A vivr y esperar.
Ningún otro país y para siempre.
Mi pie izquierdo en la barra de bronce
Fundido con ella.
El mozo que comprende, ayuda a esperar,
cree lo que ignora.
Se aceptan todas las apuestas:
Eternidad, infierno, aventura, estupidez
Pero soy mayor
Ya ni siquiera creo,
En romper espejos
En la noche
Y lamerme la sangre de los dedos
Como si la hubiera traído desde allí
Como si la salobre mentira se espesara
Como si la sangre, pequeño dolor filoso,
Me aproximara a lo que resta vivo,
Blando y ágil.
Muerto por la distancia y el tiempo
Y y la, lo pierdo, doy mi vida,
A cambio de vejeces y ambiciones
ajenas
Cada día mas antiguas, suciamente
deseosas y extrañas.
Volver y no loharé, dejar y no puedo.
Apoyar el zapato en el barrote de
bronce
Y esperar sin prisa su vejez, su
ajenidad, su diminuto no ser.
La paz y después, dichosamente, en
seguida, nada.
Ahí estaré. El tiempo no tocará mi
pelo, no inventará arrugas,
no me inflará las mejillas
Ahí estaré esperando una cita
imposible, un encuentro que no se
cumplirá.-
Juan Carlos Onetti
Imágenes: Pinturas de Martin La Spina (La Plata, Argentina, 1973)
Publicación de Quique de Lucio para "Nos Queda
la Palabra"
quiquedelucio@gmail.com
twitter@quiquedelucio
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