Duodécimo año de una antojadiza antología de la poesía de todos los tiempos, seleccionada por el escritor Quique de Lucio. Esta pretende ser una antología cuyo sentido radica en la actividad del lector, en su lectura que organiza los textos como un proyecto de su propia aventura y goce creadores. Difundiendo a más de 10.000 escritores, respetando el derecho de autor.
Publicación N° 2.975-
Andrés Trapiello
Poeta, novelista y ensayista de España, nacido en Manzaneda de Torío, León. Realizó estudios universitarios y se dedica al periodismo. Es colaborador de diferentes publicaciones literarias y director de la colección de poesía "La Veleta". Ha obtenido importantes premios en el campo de la novela y el ensayo. Su obra poética se inició con el poemario "Junto al agua", en 1980, al que siguieron, entre otros, "La vida fácil" (1985), "Las tradiciones" (1991), "Acaso una verdad" (1993), por el que obtuvo el Premio Nacional de la Crítica, "Para leer a Leopardi" (1995), etc. Algunos de sus textos han sido traducidos para ser publicados en el exterior.
"Van forjando al rocío fondo y forma
en la secreta fragua,
cuando nadie lo ve, para después
dejarlo igual que un vaso en la alacena"
EL ÁRBOL
Dicen, mi amor, que es imposible hacer
versos de amor feliz, de enamorado,
que sólo lo perdido o no alcanzado
se canta en la poesía, el padecer
olvido o el sufrimiento de volver
al recuerdo de todo lo pasado.
Una veces la sed de lo vedado;
otras, el vino del amargo ayer.
No hagas caso, mi amor, habladurías.
Contigo todas mis melancolías
son ramas escarchadas en anís
donde se posa un pájaro de nieve.
Escúchala cantar tan hondo y breve.
Que no te engañe su plumaje gris.-
POEMA E.D
Mírame aún. Creció musgo en mis labios
y en los inviernos crudos me visita la nieve.
Siéntate, viajero, a mi lado.
Cuando la lluvia arranca plateados
coronas de la piedra y silenciosa
en el ciprés muere la tarde, sólo
de ti me acuerdo. Pero tú estás lejos.
Pasa tu mano por mi nombre y quita
las hojas amarillas que lo cubren,
y los pétalos secos de esas flores
antiguas. Llámame después y dime
si el viento de esos campos lo ha borrado
o si tiembla en el aire todavía
como el romero verde.-
EL RÍO
Para mí qué encanto tiene un río
con barcas en la orilla.
Estarse junto al agua y ver correr
voluptuosas nubes en su ancho caudal.
Hacerse un sitios allí, en la maleza
azulada, un hueco donde ver
cómo es cosa de poco nuestra vida
y no ser vistos. Y mirar las barcas
tensando y destensando
una cuerda de esparto en la verde
corriente, con el agua de la lluvia
pudriéndose en sus tablas. Esperar
la tormenta y contemplar el cielo
vagabundo y morado. Oír el ruido
de gotas en el río, sus castillos
como timbales delicados.
Y pensar, si se puede,
en quien amamos mucho
o si entonces no amamos, no pensar,
no pensar, no pensar.
Y volver nuestros ojos
a ese mudo transcurso, y vacíos
quedar sin que sepamos
cuánto tiene de sueño
el frío y el dolor
y esas barcas sin gente
chocando unas con otras
o si podemos despertar un día.-
***
Recuerdas aquel tiempo en que oler una rosa,
una rosa tan solo, ni siquiera perfecta,
te arrancaba las lágrimas? Te acercabas despacio
al rosal preferido y, a resguardo del mundo,
como quien lleva dentro el tesoro más hondo
podía estar horas a su lado esperando
sin atreverse apenas a confesar tu dicha,
sabedor de que nadie
te igualaba en fortuna.-
Andrés Trapiello
Imágenes: Pinturas de Vladimir Volegov (Rusia)
Blog auspiciado por Canadá Cultural Center of Montreal.
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