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jueves, 21 de marzo de 2019
Espera
Octavo año de una antojadiza antología de la poesía de todos los tiempos, seleccionada por el escritor Quique de Lucio. Esta pretende ser una antología cuyo sentido radica en la actividad del lector, en su lectura que organiza los textos como un proyecto de su propia aventura y goce creadores. Difundiendo a más de 4.000 escritores, respetando el derecho de autor.
Publicación N° 2.323-
Jorge Robledo Ortiz
Poeta y periodista de Colombia. Nació en 1917 en Santa Fe de Antioquia y falleció en Medellín, en 1990. Cursó estudios de periodismo y letras en España. Ejerció el periodismo en rotativos de Cali, Medellín y Bogotá. Parte de sus poemarios: "Dinastía" (1952), "Barro de arriería" (1964), "Poemas" (1951), "Poesías completas" (1971), "Con agua del tinajero" (1975), "Cuento del mar y otros poemas" (1980), "La niña María" (1984), "Mi antología" (1984), "Poemas" (1980), etc. Le fueron otorgadas numerosas condecoraciones por instituciones cívicas y culturales, tanto nacionales como extranjeras. Sirvió en el Cuerpo Diplomático colombiano como embajador en Nicaragua y ocupó varios cargos públicos en el Ministerio de Cultura de su país..
"Pero tuvo que ser y fue mi llanto,
sin una escena ni una cobardía.
Tú te fuiste pensando en el olvido
y yo pensando en la melancolía"
ESPERA
Te esperé con la sangre detenida
sobre el silencio en ascuas de tu ausencia.
Te esperé soportando la existencia
como un lebrel al pie de tu partida.
Te esperé casi al borde de la herida
y a dos pasos nomás de la demencia.
Te esperé en la angustiosa transparencia
de aquella noche en el reloj vencida.
Pero qué inútil la mortal espera:
sin pensarlo cité la primavera
cuando el invierno helaba mis rosales.
Y hoy casi olvidaba tu presencia,
me estoy enamorando de tu ausencia
a través de mis propios madrigales.-
LA MUJER IMPOSIBLE
Bella como la noche y como ella insegura
la mujer imposible llegó a mi corazón.
Tenía en la mirada un poco de amargura
y tal vez un poquito de menos ilusión.
No dije una palabra. Respeté la ternura
que sellaba sus labios a toda confesión.
Un anillo de llanto suplía en la cintura
la vanidad coqueta del fino cinturón.
Su voz era la misma. Un poco más callada
como si presintiera que estaba la alborada
reuniendo silencios para poder nacer.
No adelanté un reproche. No quise interrogarla
y comprendí que el llanto
que estaba por llamarla
jamás a mi cariño la dejaría volver.-
QUÉ HORRIBLE ES EL OLVIDO
¡Qué horrible es el olvido!
Es mejor la nostalgia
con su anillo de llanto
ciñendo el corazón.
Cuando hablamos de "ella"
sin sentir que morimos,
ya no vale la pena
nuestra inútil canción.
¡Qué horrible es el olvido!
Ver la muer amada
y no sentir que el alma
se curva de dolor.
Cuando cerca a su nombre
ignoramos la espina,
ya no vale la pena
nuestra estéril canción.
¡Qué horrible es el olvido!
Saber que la quisimos
y que sigue en la sangre
sin producir dolor.
Cuando nos resignamos
a vivir con su ausencia,
es porque ha envejecido
por dentro el corazón.
Y entonces, ya la vida
no vale una canción.-
SIMPLEMENTE
Nos dijimos adiós.
La tarde estaba
llorando nuestra despedida.
Nos dijimos adiós tan simplemente
que pasó nuestra pena inadvertida.
No hubo angustia en tus ojos
ni en mis ojos.
No hubo un gesto en tu boca
ni en la mía.
Y, no obstante, en el cruce de las manos
calladamente te dejé la vida.
Fuiste valiente con tu indiferencia
y fui valiente con mi hipocresía,
nos separamos como dos extraños
cuando toda la sangre nos unía.
Hoy sólo resta de esa vieja tarde
un recuerdo,
una fecha
y una rima.
Así, sencillamente nos jugamos
el corazón en una despedida.-
Jorge Robledo Ortiz
Imágenes: Pinturas de Juan González Alacreu (España)
quiquedelucio@gmail.com
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