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martes, 27 de febrero de 2018
Pregunto
Séptimo año de una antojadiza antología de la poesía de todos los tiempos, seleccionada por el escritor Quique de Lucio. Esta pretende ser una antología cuyo sentido radica en la actividad del lector, en su lectura que organiza los textos como un proyecto de su propia aventura y goce creadora. Difundiendo a más de 2.500 escritores, respetando el derecho de autor.
Publicación N° 1.959-
Nira Etchenique
Poeta, novelista y ensayista argentina, nacida en Buenos Aires en 1926, y fallecida en 2005. Asidua colaboradora de las más importantes revistas literarias de los 60. Estuvo varios años radicada en España. Obtuvo importantes premios, como el Certamen Literario Ciudad de Barañaín, Casa de la Cultura de Navarra , España, Premio Fundación Dupuytrén (Argentina), dos veces el Premio de la Sociedad Argentina de Escritores, etc. , parte de su extensa obra, se compone de los poemarios: "Mi canto caído", "Esta tierra puesta en soledad", "Horario corrido y sábado inglés", "Los dueños del hambre", "Diez y punto", "Último oficio", etc.
"un otoño con plomo en las entrañas
o un verano de cal que nos quemaba,
pero había después, dormir contigo,
y caer en la tormenta de tu almohada"
PREGUNTO
Pregunto por la muerte y me pregunto
por dónde te quitaron de mi sangre,
quién fue, quién quiso, quién estuvo
comiéndote el amor con dientes grandes.
Ahora ya me callo, es el crepúsculo.
El sol se agarra a dios como a un ahogado.-
SIN AMOR
Si por lo menos
no hubieras dicho que me amabas,
si sólo hubieras dibujado con tu mano cabal
la mansedumbre de mi cuerpo,
si me hubieras asaltado en silencio,
como el agua,
si hubieras venido a mí como un sonámbulo,
todo pulso, y calor, y piel, y lengua.
Si por lo menos
no hubieras dicho que me amabas,
esta noche,
esta noche tan amarga
me sería más fácil caminarla.
Caminarla sin ti que estás mordido
como pan de vagabundo en la ventana,
caminarla sin ti, que te has herido
como pájaro de vientre prolongado.
Si por lo menos
no hubieras dicho que me amabas,
si sólo hubiera llegado como hoy
simple y rotundo como un cero
y nada más, y nada de tu ayer y tu castigo,
y tu culpa y tu viejo carro uncido.
Si me hubieras penetrado sin palabras
solo y único, en silencio, acorazado.
Si me hubieras medido con tu carne
con la boca afirmada a la moneda
si me hubieras logrado sin hablarme...
Si por lo menos
no hubieras dicho que me amabas,
si solo hubieras descendido oscuro
y anónimo y feroz y enmudecido,
qué fácil caminar por esta noche
de ciudad dilatada en bocacalles.
Qué fácil detenerte en las esquinas
y en las manos que juegan a ser rosas
sobre el límpido cristal de las vidrieras.
¡Qué fácil el otoño y el olvido!.-
de DIEZ Y PUNTO
VIII
Dormir contigo.
Dormir contigo era
la víspera de reyes.
Una ansiedad en la boca del estómago
y un gusto a barro por las uñas.
Un cumpleaños siempre, cada noche,
un par de zapatos puesto en la ventana
Dormir contigo.
Dormir contigo era
vigilar la oscuridad en las baldosas,
la mezquina sombra de los árboles,
el interminable amanecer que se estancaba
y alejaba la noche y me alejaba.
No importan las mesas,
en copas con que me bautizabas
en los estaños viejos de tu almagro,
no importaban los naipes
el tute burlón que desafiaba
la sorpresa caduca de unos ojos
entintados en vino.
Íbamos enfermando el día,
murmurándole un réquiem a la tarde,
atravesados de dolor y espuma,
millonarios de amor, locos de versos,
drogados de gardel o de rivero,
viajeros de taxis desolados,
caminadores fuertes del tabaco,
Yo miraba en el fondo de tus ojos
la gran cama poblada como el mundo,
un incendio de clavos y de alambres,
un espacio de vidrio y lunas rojas,
un pedazo de estrella calcinada
la fractura con lágrimas de un árbol.
Dormir contigo.
Dormir contigo era
depositar mi sangre de muchacha
junto a tu sangre simple de muchacho,
los besos que me dabas entre sueños
mirándome sin verme.
Entonces yo miraba la ventana,
la luz que aun llegaría
y el sonido de la calle comenzaba a dolerme.
Luego había cosas que hacer como sonámbulos,
enlazar piedritas con relojes,
engañar la vida de algún modo,
volver a ser humano humanamente hablando.
Había que acechar los minuteros
y sonreír y pulirlos con ternura
y enfrentarse a paredes y agonías
y armar mecanos, piezas sueltas,
corazones en islas solitarias,
manteca sin papel,
papel sin letra,
despareja canción.
Dormir contigo.
Dormir contigo era
saber que nunca moriría.-
Nira Etchenique
Imágenes: Pinturas de Francois Kavel (Francia, 1861 - 1931)
quiquedelucio@gmail.com
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