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miércoles, 10 de mayo de 2017
Náufrago
Sexto año de una antojadiza antología de la poesía de todos los tiempos, seleccionada por el escritor Quique de Lucio. Esta pretende ser una antología cuyo sentido radica en la actividad del lector, en su lectura que organiza los textos como un proyecto de su propia aventura y goce creadores. Difundiendo a más de 1.800 escritores, respetando el derecho de autor.
Publicación N° 1.694-
Luis Fernández Roces
Poeta, cuentista y novelista español, nacido en 1945. Es autor , entre otros, de los libros de poesía "Viejos minerales" (Gijón, 2006), "Letras de cambio y salas de espera" (2011), etc. Obtuvo el Premio Ateneo de Valladolid 1968 con su novela "Ve y arrójate al mar" y el Premio Asturias 1981 con "La borrachera". Sus cuentos han sido incluidos en diversas antologías, entre ellos, la Antología de cuentistas contemporáneos, y la del Cuento Español de Posguerra, otros de sus libros son: "De algún cuento a esta parte" (1990) y "Ageón" (Ediciones Trea, 2001).
"abrazas esas cosas pues quizá
este al llegar esa noche total
entre las noches, la noche que está
a solas aunque tú estés con ella"
LA SOLEDAD DEL NÁUFRAGO
Presente en ti la ausencia; tantos restos de todo
perdidos en el agua,
tantos gritos y miedos, tantas manos buscando
sin saber qué buscaban, buscándose las manos
para buscar la vida,
cuando se vino abajo media tarde,
y una herida en el agua llevó al fondo de las formas,
armazones quebrados. Y el corazón del mar,
uncido al maderamen, gritó al aire el castigo.
Hundida ya la ruina sólo quedan
los signos de la ruina.
Sobrevive la muerte sobre el agua,
la visión espectral de arboladuras,
la ceniza entre el humo, sólo rutas
imposibles, hostiles, inundadas de mares,
poderosa la voz del oleaje,
y poderoso el miedo, la orfandad de los gritos.-
***
En un mundo contigo ahora aquel momento,
y el instante y naufragio como abismo te duelen,
algo se ha trastocado en el destino;
nada en ti permanece, sino la soledad
que en tu mirar habita, ceniza de la nada,
y en ti mismo te escondes
como un niño con miedo entre la lluvia,
recién mojada el agua que pierde su pureza,
de par en par abierto en ella un cielo
de tormenta y distancias.-
***
Entre azotes salados, quemaduras de soles
y ecos desconocidos que a golpes te persiguen,
aciertas a saber que el corazón se rompe
de inclemencias y miedos, de borrascas,
en esta lucha cruel, que la ida mantiene
con la muerte en el campo del agua.
Igual que si el asombro te llegara de afuera,
descubres el silencio y en él la desmemoria.
Y descubres un cuerpo que te tiembla
sin nadie.
No sabes lo que miras aunque pienses
que son tuyos los pájaros del aire,
pero siempre remotos,
y les hablas, les dices lo que es la soledad,
lo que sabes del miedo,
pues se muere el alma.
Algo invisible sientes que te toca,
secretamente quema, te preguntas
por qué no tiene flores
este mar que te lleva en sus aromas,
esa llama que palpas
y que sueñas y que muere tan lejos.-
***
Y de pronto hay un muro
de luz y aguas marinas.
Aunque extiendes las manos
no consigues tocarlo. Sueñas con sombras y agua
igual que si la sed toda del mundo
desembocara en ti.
No dejan los recuerdos de ser sombra,
y estos llanos de siglos y de espumas,
de oleaje sin fin, como si fuera el tiempo,
te parecen un río cuesta arriba
cuyo rumor te inunda la memoria.
Eres toda una herida que sangrara salitres,
se hace voz tu silencio y con ella
habla el mundo
en esta noche a solas.-
***
Está pálido el día cuando de nuevo crece.
Ya conoces el nombre del silencio,
de todo lo invisible. Y sabes de la pena,
perfecta si acabada: se llama ya la paz.
Como sabes que el el tiempo fue mentira
pues que nuestro vivir está en nosotros,
es el mundo en sí mismo.
Ves y ves el silencio, la paz, ese vivir.
Ahora ya no tiemblas, porque tiembla el espacio,
ya no sientes muy suave el aliento del mundo
porque el mundo es tu aliento.
Cuando lo sabes todo, no conoces tu nombre,
todo es innominable, participas
de algún secreto rito. Es tu aliento el espacio,
lo que tiembla, la quietud de siempre.-
***
Y así en ese rumor te lleva el oleaje,
igual que caminando hacia un santuario
con el póstumo signo.
Y te deja en la arena con amor,
te vista con su espuma de minerales,
se retira. Ya no puedes saberlo,
más también con amor, tú mismo mineral,
esperas, permaneces.-
Luis Fernández Roces
Imágenes: Pinturas marinas
quiquedelucio@gmail.com
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