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domingo, 3 de diciembre de 2017

Hablando conmigo

Séptimo año de una antojadiza antología de la poesía de todos los tiempos, seleccionada por el escritor Quique de Lucio. Esta pretende ser una antología cuyo sentido radica en la actividad del lector, en su lectura que organiza los textos como un proyecto de su propia aventura y goce creadores. Difundiendo a más de 2.500 escritores, respetando el derecho de autor.





Publicación N° 1.875-




                                                                                                                              José María Pinilla

Poeta español, nacido en 1951 y fallecido en 2009. En 1971 escribe "Poemas a través de un amigo", al que le siguen: "Huellas ocultas" (1972), "Cantos con piel" (1973), "Poemas antigeométricos" (1983), "Renacer" (2003), "Terraza de verano" (2004), "Umbral de tolerancia" (2006), "Los subtítulos del corsario" (2007), "Las palabras del naúfrago" (2007), "El libro de las excusas" (2007), "Erratas de fe" (2008), etc.  Obtuvo el Premio Internacional de Poesía "De las dos orillas", Uruguay 2007, Medalla de Oro en Lima, Perú , en reconocimiento a su trayectoria e invalorable aporte a las letras, Primer Premio de Poesía Luys Santa Marina", 2007, etc.


                                                                                                "Masa de agua y de cielo,
                                                                                                  extracto de rocas y de asfalto,
                                                                                                  bandadas de gaviotas, sobre el papel,
                                                                                                  todo mi sacrificio es la palabra"














HABLANDO CONMIGO, SIN TI

Anoche conversé con mi pasado
en el secreto que da la intimidad.
-ese silencio lento, no amaestrado que junta pasos-
cuando las alforjas se vacían de proyectos
y faltan los disfraces de mis dedos
en tus dedos.

Ya nada impide el beso, salvo el beso.
Nos besamos en los besos, no en los labios.
Porque los labios que quiero están distantes.
No son mis labios. Son tus labios.
Son cómo pájaros que vuelan con disimulo,
ordenan las cosas distraídas
y archivan los olvidos de tu frente
en mis manos de ciego, cuando callas.

Anoche conversé con mi pasado
en medio de los puntos cardinales.
Le hablaba de tu entrega, de tu talle,
de cómo yo inventaba tus caricias,
abotonando la sorpresa que dormía
en el secreto sin secreto
de tu almohada imaginaria;
ya sin traje de descanso,
perfilando los colores de la huída,
en el dibujo de la esencia,
escaparate desnudo del tiempo,
buzón de los abrazos, todo entero,
caminando hacia el mañana.

Anoche, conversé con mi pasado,
y en la arruga del silencio
faltaban tus palabras.-



¿DÓNDE ESTÁS?

Considerando que nos movemos por impulsos,
antes de andarse
era el camino;
y tu frase llega desnuda, tan sin voz
ni maquillaje,
rasgando la noche
entre dos chasquidos despiertos,
a encender la pupila del mensaje:
¿Dónde estás?

Y la pregunta,
esa pregunta,
se convierte en instrumento esencial,
en justo equilibrio,
un marco de principios generales
para el silogismo del amor.

Los colores de la ausencia se disuelven,
igual que una nada que lo fuera todo,
y es en instante, todavía,
cuando las penas transeúntes del olvido
vuelven a casa cabizbajas,
como sombras de lo que fueron.
¿Dónde estás?

Y apareces tú, detrás de la palabra,
vestida de blanco,
con el perfume que da la libertad,
amante, amada,
en el borde dulce del miedo ausente,
juntando las partículas de un mañana
en busca del después.

Es la frase, sin respuesta inminente,
una llamada de auxilio
en el bosque del silencio
y una lágrima hueca que nace
en la esquina exacta de tu nombre.

Dime,
dime dónde estás.-



AMÁNDOTE, IGNORO

Las manos de la mar envejecen por devotas
y hay gente que ni siquiera ve su cuerpo
ni su pelo alborotado en pesadumbre;
en modo alguno. Casi cerca
las claras olas del olvido
suman y restan presagios mentalmente,
hasta agotar de refranes su aritmética
de muecas calladas y suspiros.

A lo mejor, es el claro azote de la piel
que nace de hora en hora
y se santigua, antes de la muerte,
entre los ojos y el alma,
los dos puntos y la coma, el ayer o el después.
Los medios días y el disturbio,
la soledad, la historia y los caminos...

Por eso amo el acertijo imperfecto
y los zapatos rotos del idiota,
bebedores de lluvia como de rioja se tratara,
el santo que no llega,
los pobres locos que inventan ilusiones,
los incendios que se enamoran del agua
y a quien celebra el cumpleaños tan solo que se asusta.

Amo las cerillas que no queman
y las uñas pintadas del profeta
y la sed que tiene el amuleto
para seguir siendo tan sólo un amuleto.

Amo el final de una película
y la espalda de mi amante;
amo mi niñez y amo las espinas,
amo los llantos que perdieron el honor
y el honor que suena a sobresalto.

Y de tanto amar, a veces, ignoro
que los ángeles no sangran, no lloran ni se caen,
sin alas ni venas.

Ni siquiera tienen sexo.-





                                                                                                                     José María Pinilla






Imágenes: Pinturas del artista de Estados Unidos, Richard Marcnell.







quiquedelucio@gmail.com



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