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miércoles, 20 de diciembre de 2017
El alma
Séptimo año de una antojadiza antología de la poesía de todos los tiempos, seleccionada por el escritor Quique de Lucio. Esta pretende ser una antología cuyo sentido radica en la actividad del lector, en su lectura que organiza los textos como un proyecto de su propia aventura y goce creadores. Difundiendo a más de 2.500 escritores, respetando el derecho de autor.
Publicación N° 1.891-
Sara Jordán
Poeta y ensayista de Chile, nacida en Santiago en 1982. Reside actualmente en Reñaca. En el año 2007 publicó su poemario "Media estación", y en el 2010 aparece en la recopilación "Poesía amorosa actual", de Ernesto González Barnet y Ángel Valdebenito Verdugo. Es Licenciada en Literatura por la Universidad Adolfo Ibañez. Residió en Londres varios años, actualmente finaliza su Mágister en Literatura en la Universidad de Chile. En 2014 publicó "Entre escombros", antología de poesía política de Armando Uribe, con notas, selección y prólogo de su autoría.
"la casa está colmada de gatos
todo es bodrio, excepto la pata
de la gata que se adelanta y enrrolla
su cola en mis canillas"
EL ALMA EN LA ESPALDA
He escuchado versos funestos, funerales,
y elegías llorando la muerte
o un amor no correspondido
mientras tu mano me busca insegura.
Decir adiós no es tan difícil
cuando aún no hemos probado un bocado de los frutos
del árbol centenario que nos vio descansar
mientras las vides se abrían paso junto a la hiedra,
palpando su corteza como a un lugar propicio.
No es tan difícil salir del parque,
olvidar el desconsuelo del Galope Muerto nerudiano,
pero sí lo es dejar de recordar la fatídica voz de T.S Eliot
ahora, cuando el camino se bifurca
para adentrarse en un laberinto solitario.
Lo cierto es que los poetas nunca supimos ser razonables
sino tan sólo frágiles muros
en cuyos cimientos terremotean las memorias,
invitándonos a la desesperación.
La sensibilidad es un bien preciado
o un presidio si la fortaleza se derrumba.
Por eso mismo me he echado el alma a la espalda,
cargando esta maleta llena de libros amargos,
por tener el maldito oficio
melancólico de recordarte.-
***
Mientras recortas el camino con tu silueta
te apresuras y arrancas la última amarra
de la embarcación,
tú, que has salido ya camino al puerto,
prométeme tan sólo algo primero:
que en aquel bosque hay un árbol
donde crecen pámpanos, escalando su corteza
y a sus pies sólo habrá rosas...
Habrá congoja, la habrá, ya lo sé,
pero al menos prométeme que cumpliré aquel sueño
y, aunque me despida siempre de ti,
después de tu partida, además de eso,
me restará encontrarlo.-
LLAVES
Fuiste el único rostro en mi vida, el aliento
el sopor, el pudor, los paños blanquecinos,
una sábana al ser colgada al amanecer,
contra la muralla expuesto, haciéndome señas
y ahora yaces replegado en el clóset
de una habitación cuyas llaves perdí por la mañana.-
LA MUERTE DE APOLO
No seguiré viviendo esta ficción
ni esta fricción entre cuerpos
que se repelen entre sí, desbordando tedio,
cayendo dentro de un frasco
como la harina de las sangrías del fardel
en el Lazarillo de Tormes. Es simple
el territorio que divide nuestras voces,
simple, la cual cuan miel de panal
y nunca llega
la sonrisa, el aire de infancia
se desvanece en el rictus de la boca
y se golpea la botella de vino contra el parqué
y se la revienta con ira contra todo deseo
de ser la que soy
y no te encuentro en las figuras de la sal
y no hay cosa que mitigue esta fatiga
y no hay broma que te robe un sonreír.
El amor no es un ciego inmaculado,
sino un pobre tuerto torpe,
un misérrimo medicante por un vacío
reiterado, un silencio roto en cuatro partes,
un lienzo famoso rasgado en tres
y sin la última parte no habrá uno.
Permanece a solas en el silencio de la sala,
deja que el mosquito se canse de aletear en tu tímpano,
que se pudran los frutos de los árboles,
que el tedio me fustigue,
que me odien tanto, que me abandonen,
pero no pidas explicaciones a quien no tiene dios.
Tú has muerto dentro de mí.-
INSTANTÁNEA DE UNA MALDICIÓN
Pasas por las orillas de mi corazón,
con tus parabienes, tus palabras, y mis desperdicios;
río caudaloso de desembocadura incierta,
irrumpiendo incansablemente al anochecer,
golpeando las orillas de mi corazón, tentándome,
pero tu dedo dorado es un veneno visible
y me he vuelto arena por desearte.-
Sara Jordán
Imágenes : Pinturas del español David Agenjo (contemporáneo)
quiquedelucio@gmail.com
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