Sexto año de una antojadiza antología de la poesía de todos los tiempos, seleccionada por el escritor Quique de Lucio. Esta pretende ser una antología cuyo sentido radica en la actividad del lector, en su lectura que organiza los textos como un proyecto de su propia aventura y goce creadores. Difundiendo a más de 1.800 escritores, respetando el derecho de autor.
Publicación N° 1.641-
Edgar Guzmán Jorquera
Poeta y filósofo peruano, nacido en Arequipa en 1935 y fallecido en 2000. Estudió Filosofía y Derecho en la Universidad de San Agustín y se graduó de doctor en filosofía en 1971. Entre 1987 y 1989 permaneció en los Estados Unidos, su carrera la prosiguió a partir de 1992 en la Universidad Católica de Santa María. Entre su extensa ora, se menciona: "Perfil de la materia" (1987), "Rondando la casa de los Dickinson (Perú, 1990), "Trilogía del mar" (1993), "Ora poética completa" UNSA, 2010), etc. Com filósofo escribió "Los principios lógicos. Un análisis de la lógica simbólica" (1963), "Existencia y realidad" (1971), etc.
"Un mar muriendo mata alrededor
de playas de obstinados labios
mata manglares que reinciden siempre,
y que entierran sus aireadas raíces"
RONDANDO LA CASA DE LA DICKINSON
El espíritu entonces, el gloriado,
el infatuado soplo de la carne en acecho,
era un perro rijoso ante la joven
bahía germinal en que te ahogabas
e insististe en ahogarte hasta ser plancton.
Te alcancé en el recodo de su sino,
cuando nadie en la Tierra nos veía;
morí una muerte más y nací para siempre,
para ser tuyo, el tuyo, el que tu piel y tu sazón pedían
sobre la pira en que doblé tu talle
y en que un beso en tu oído haló por mí:
Oh mujer, alfabeto que invento mientras leo,
corazón, tibio ritmo, sosiego suspendido
inútilmente cerca de mi insomne cabeza,
de mis guardias fervientes que en ti se multiplican.
Treparé por tus ramas a tu húmedo follaje
a constelar tu noche con veloces brillantes,
a conferirte el sello de mi obsesión más diáfana,
mordiendo lo que esconden tus arcos cigomáticos.
Has de desastillarte sobre el madero en vela
que aguarda impaciente desde tu roja aurora,
y lograr que esa aurora sea luz sobre un pueblo
florecido en los valles de tus sueños y entrañas.
Yo quiero ver tu voz encarnarse en el alba
de tu amor, que es elíxir de un día interminable;
ver tus alas crecer y envolverme en sus pliegues
como un ángel niño de pie bajo otro cielo.
Quiero que la belleza fructifique en tus miembros como el texto que un sabio
descifra e interpreta;
construir sore ti y engendrar la mañana,
y en ti en tu exfoliada espera en tu retiro,
descubrir mi sentido, mientras mi celo
esculpa en tu cuerpo a mi amada
y en tu forma mi forma.-
***
Abre ya; agonicemos de nuevo en
nuestro juego,
mi Emily, mi espiga con cerquillo,
sonrisa apuntalada con acero
largo esfuerzo de amor por no quedarse solo;
mi Emily, sensual labios sore unos
dientes que aterran calcios de adocenados tímpanos.
Juguemos otra vez por dentro y fuera
del rompiente ajedrez que desangraba
los dulces, más salvajes, ijares de tu lucha.
Tú será ella para tu mirada,
la metódica niña que colgaba
aros de poesía como muérdagos
de una inacabable navidad;
yo para ti seré él, el que colora
el hechizado haz de tu linterna mágica.
Entonces miraremos las cosas desde fuera
de sus tres dimensiones, y de aquéllas
haremos un sistema mayor en que movamos
los barcos y las velas, y uniremos
tu ver y tu mirar, y haremos uno
del descubrimiento del cuerpo en tus colinas
y de una violación en las antípodas
de otra exaltación de los sentidos,
de otro amanecer que solamente
para ser siniestro puede ser sinrazón,
por la misma razón por la que inversamente
sólo para la bota en las narices
el olfato no cuenta. Nuestra fue esa pasión
de ave martirizada por un rayo, ese azaroso juego
que amamos juntos y que quiero siempre:
lo quiero, aunque tuvieras, como solías, leve,
que cruzar el jardín de lo mirífico,
como un búho de facto filosófico,
sin despertar al perro, porque para
parir la soledad bastan sus ojos
del color de la muerte, los que atisban
a cubierto de rígidos colmillos,
de vuelta del país del odio lúcido.-
***
Soy el perenne vástago de la naturaleza
que te quiebra y te rompe como
a un espejo loco
de tanto reflejar cielo y libélulas
y remansos mejores para el olvido.
Yo soy el peregrino de mil rostros,
soy un heraldo crónico, el revuelo
de alas que mudan de trigal y trigo;
soy el advenimiento de la música
para la que halla voz cada garganta.
Soy el cantar, el canto que
en tu apretado tiempo
surcó tu corazón de estrella a estrella.
Yo soy la llamarada del infierno que entonces
guardaste en los vaivenes de tu pecho.
Póngamonos de acuerdo;
engañaré a Lavinia;
te aguardaré, te aguardo, te aguardé: es lo mismo,
si la noche te quema y te ilumina.
Subo del otro lado de tus senos;
vengo henchido de pactos y recuerdos;
ardo por revivir en tu jadeo sólido
mi costumbre de siglos y de universos, y ardo
por forzar a través de tus estrechas
horas mi diligencia milenaria,
por nacer otra vez en tu sabrosa lengua
e, instalado en tu tibia recámara de anhelos,
como intenso rubí de su rojez colmado,
al trasluz de tus versos ser lectura.
Mira, he vuelto; yo soy el alhajado
retoño cortical de los sentidos,
que un día descubrieron que podíamos
ser los impíos ángeles
que hoy somos.-
Edgar Guzmán Jorquera
Imágenes: fotografías del mar de autores contemporáneos.
quiquedelucio@gmail.com
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