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jueves, 9 de febrero de 2017

Piedra blanca


Sexto año de una antojadiza antología de la poesía de todos los tiempos, seleccionada por el escritor Quique de Lucio. Esta pretende ser una antología cuyo sentido radica en la actividad del lector, en su lectura que organiza los textos como un proyecto de su propia aventura y goce creadores. Difundiendo a más de 1.800 escritores, respetando el derecho de autor.




Publicación N° 1.616-


                                                                                                             Amaranta Freya

Poeta, narradora y ensayista cubana, nacida en La Habana en 1971. Su verdadero nombre es Aleisa Ribalta. Reside en Suecia desde hace casi veinte años. Estudió Ingeniería en Telecomunicaciones y tiene un Máster en Relaciones Internacionales otorgado por la Universidad Autónoma de Barcelona. Trabaja en diseño de interfaces gráficas y diseño web. Guarda inéditos algunos cuentos y ensayos. Junto a otros creadores participa en proyectos de difusión de la lectura y la cultura en general. Su poemario "Talud" será publicado próximamente en Suecia en edición bilingüe, español-inglés.


                                                                     "En los atardeceres amargos, cada fachada
                                                                      se sobrepone al desteñir de todo
                                                                      y emerge por sobre las olas, como un arcoíris,
                                                                      después de tanta lluvia"
   










PIEDRA BLANCA

Éste es un poema para inventar a Ulises,
para ponerlo a prueba,
como siempre.

Sabe que estoy sentada frente al mar,
que oigo cantar a las gaviotas,
pero no vuelve.

Ulises no llega. La última vez nos amamos
en este motel de la costa
sin ventanas.

Éste es un poema donde estoy sentada
sobre piedras blancas
que no lo son.

Todos los peces que encallaron aquí
perdieron el camino al mar,
sedimentados.

Sobre los esqueletos de miles de peces
se formó la arena blanca
de esperar.

Ulises, estoy en Piedra Blanca. Honda
la bahía, frente al mar
¿lo recuerdas?.-



ASTRO JODEDOR

y ahora ponte el sextante al lomo
que no te faltarán constelaciones.

Puesto a catalogar
no te querrás perder
agarra brújula y azafea
y llévate una caneca
de aquello.

Sé que no puedes ni nombrarlo,
pero un día es un día.
Date un buche y para abajo.
Anonimemos eso.

Te advierto: las estrellas son curiosas
novias desde su propio azoro ante la nada.

Qué haces aquí y por cuánto tiempo
estarás, qué fue lo que te trajo,
caramba, cómo fue que caíste. En fin,
ese tipo de cosas que una estrella pregunta.

Tú no abres la boca, contempla
feliz y déjalas.

Sin prisa, enfoca el equatorium,
presume por vez primera de astrolabio,
sácales de remate un buen torquetum
despampanante y en desuso,
pa' que sufran , bellezas.

Total, Galileo y el telescopio
se mueven ya patentados.

¡Ah! pero en eso de divisar el cosmos,
los golpes en la sombra, el cielo amplio,
el tiempo deslumbrado y tu ínsula
(de qué va a ser) del cosmos Barataria,
no te ganará nadie la pelea,
viejo poeta socarrón
astro jodedor maldito
hoy por la estela
de ti mismo
rejuvenecido.-


TALUD

Ah, eso de caer, tirarse toda,
tanto miedo a tanta altura.
El vértigo por fin ya, conquista
de despeñarse despeñada.
Ana cayendo, Ana al vacío
desde la ventana sorda
de ese rascacielos tirándose
tirada, caída, empujada.
Ana queriendo sangre
mucha sangre, más sangre
cada día, sangre de pollo,
sangre de mujer, sangre
de cualquier criatura
manchada o reinventada.
Ana hormiguita incansable,
pintando cuerpos de grana,
mutilando para creer
sin saber que un día el suyo,
minúsculo y sin levitar,
estaría completamente rojo,
reventado.

Ana que no murió
"de dos y dos son cuatro"
porque la tragedia de Ana
era la de querer crear
un universo totalmente suyo.
Algo desde donde poder
tirarse ya, despetroncarse,
que le supieran ella,
tanto que decir tenía.
Ana diciendo: ahora van a ver
por fin de lo que soy capaz.
Y yo queriendo escribir
estos versos inválidos
dándoles mi voz para que
al fin sepas mientras
escucho la voz de Ana
cayendo al vacío reventada
en su penúltimo grito,
ya susurro
que me dice: dale, salta.-


URBE DE LA NADA

-Ninguna ciudad se parece a ésta-
me ha dicho el visitante.

La ciudad de las nostalgias,
y de los nostálgicos que la habitan,
ha dejado de ser.

Una parte de sí
ha huido tras el recuerdo.
La otra se acabó resignando con lo que sueña ser.

Y este existir entre la realidad y la fantasía
la hace humana, luego ninfa,
hasta volverla diosa.
Y un día cualquiera de no sé qué año,
te sorprendes adorando
la criatura de tu propio engendro.

Cuando te acercas a ella,
atraído por el influjo marino que despide,
eres sólo un soñador errante.

Pero cuando te arrastras
a refugiarte en su seno,
sorbido violentamente
por sus afrodisíacos vahos,
eres ya un perdedor,
un torpe enamorado de la nada.

-Ninguna ciudad se ama como a ésta-
concluye el visitante.
Y se marcha alucinado.-



                                                                                                    Amaranta Freya




Imágenes: Pinturas de Daniel Gerhartz  (Estados Unidos, contemporáneo)





quiquedelucio@gmail.com

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