Sexto año de una antojadiza antología de la poesía de todos los tiempos, seleccionada por el escritor Quique de Lucio. Esta pretende ser es una antología cuyo sentido radica en la actividad del lector, en su lectura que organiza los textos como un proyecto de su propia aventura y goce creadores. Difundiendo a más de 1.200 hacedores, respetando el derecho de autor.
Publicación N° 1.356-
Tannia Rodríguez
Poeta y crítica de Ecuador, nacida en Ambato en 1978. Es Licenciada en Ciencias de la Educación en la Especialidad de Lingüística, Literatura y Lenguajes Audiovisuales y Máster en Filosofía y Teoría del Arte por la Universidad de Cuenca. Actualmente cursa el Doctorado en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales. En el año 2005 publicó el poemario "Salmodia a la derrota". El mismo año su poema "Canto de la Hégira" obtuvo el Segundo Premio en el Concurso Nacional de Poesía Universitaria "Efrain Jara Idrovo" y fue publicado en el 2007 por el Encuentro de Literatura Ecuatoriana.
"Alguien ha depositado
sobre el herrumbre de este tiempo,
la palabra y en ella es fácil tropezar
porque hemos aprendido
a significarla en los actos"
LA GRAN OSADÍA
Y
el mar se durmió
sobre ese tiempo
y fue la primera vez que no pude escapar
y tropecé con la derrota,
definitiva,
limpiamente fulminante
y tú,
prendido sobre mi carne crispada
Y yo
escapando por siempre a tu deseo.
Y
me niego al abismo,
porque sabes bien que daría lo que me sobra de eternidad
para salvarte del mar en que sucumbes.
Pero nuestro fruto está muerto:
ya detuvo su carrera.
II
Extendió la mano hacia las sombras
y arrancó el fruto
que pendía del silencio.
Ahora sé que nos abandonó
la inocente indiferencia,
que nuestros pasos se han fraguado
en la semilla de un fruto
cuyo brillo esconde el sufrimiento
de por fin pensarnos y sabernos
-Como pensamos y sabemos los secretos
de otros seres que también han de caer
con nuestro oprobio-
y ya nunca faltará un dolor para abrazarlo
a las cosas que heredamos;
porque son ahora frágiles
se han unscrito ya en el tiempo,
y su memoria se acuña en las palabras
disfrazando la muerte
con la ansiosa apetencia de la vida.
Mas,
detrás de su cariz se esconde la sentencia
y nada importa lo que digan
-ni aun de la belleza-,
para mí,
solo existe el destierro
levantando el polvo del caído
y solo la tristeza de estar enfermo
me acompaña
a rememorar el esmeralda color de los ramajes
en donde se enreda, una vez más,
el brazo de mi Eva.
Pero,
ignora que somos muerte,
vuélcate al sabor de lo que, al caer del día, nos aguarda,
cuando con las sombras busquemos disimular el fruto
que ha engendrado este destierro.-
CANTO DE DAVID
I
Indolentes otra vez,
-o solo, descubierto por la muerte no
somos más que territorio
del que se escapan los latidos del cansancio.
hoy
soy quien nunca fui
y,
aunque intente detener este invierno,
nunca encontraré
a quien fuera.
II
Porque no somos
sino, territorio del que se exilia la vida
aunque sonreímos con el hábito de amarnos
-el hábito de la seguridad y del refugio solo
estamos quemando,
ingenuamente
nuestros frutos
en tributo
a los ídolos que amamos.
mientras sentimos
que se agiganta el mundo con los sueños
gota a gota, como el mar herido por las olas,
nos huye la vida.-
VI
Tras la cortina de la tarde,
como un monte de duda,
se divisa el sitio donde yace tu cuerpo
royéndose
también,
por la fatiga
Y no me importa la atracción de lo yerto
aunque dore, amoroso, el sol
-filtrándose
por las estrías de las rocas-
tus huesos.
Ayer
¿Quién se negaría
ante la húmeda seducción de tu mirada,
aunque la convocatoria fuese
en pos de estas jornadas de injuria?
Y no me atrae el dominio quieto de lo muerto.
A esta hora
-aunque otra vez golpea el dolor del desmparo se
ha impuesto un tiempo que alienta la huida
La herida apunta al sitio donde,
remisamente, el sol
va despertándose.-
Tannia Rodríguez
Imágenes: Pinturas del artista ruso Wassili Kandinsky.
quiquedelucio@gmail.com
que cosa la sincronía: yo no uso jamás la palabra "osadía" pero ayer la necesité y recurrí a ella para algo del blog. Entro a ver tu poema, como tantas veces y está allí. Lo tomaré como una señal de algo cuyo significado no llego a entender.
ResponderEliminarMientras me bañaba recordé unas lineas de un libro, leído hace décadas,"es evidente que Dios me dio una tregua". No existe el destino, no existe Dios, solo palabras que titilan como señales que no se entienden.
Buena vida.