Sexto año de una antojadiza antología de la poesía de todos los tiempos, seleccionada por el escritor Quique de Lucio. Esta pretende ser una antología cuyo sentido radica en la actividad del lector, en su lectura que organiza los textos como un proyecto de su propia aventura y goce creadores. Difundiendo a más de 1.200 poetas, respetando el derecho de autor.
Publicación N° 1.365-
Pilar de Vicente-Gella
Poetisa, narradora y ensayista española, nacida en Zaragoza en 1948 y fallecida en Madrid en 2016. Recibió el Primer Premio de Poesía "Nicolás del Hierro". Publicó una larga docena de libros, diez poemarios y tres volúmenes en prosa, el primero de ellos de narraciones apareció en Heraldo de Aragón: "El trasplante y otras narraciones para casi adultos" (1981). Estudió en la ciudad de París, en Cannes y Montecarlo. Se casó con el diplomatico Fausto Navarro y eso la llevó a vivir en distintos lugares del mundo: París, Liverpool, la India, etc. hasta que se instaló en Madrid. Alguna de sus colecciones líricas son: "La eterna prometida" (1987), "Cuarto creciente" (1990), "En el frágil costado de la infancia" (2000), etc.
"yo que vivo aún
si vivir se pudiera con tanta muerta atrás
atándome los pulsos habré de bendecir
para siempre la puerta que fue mía"
NO PARTAS
No partas, corazón, en esta noche
en que tibio refugio, por poco , nos deserta.
Ni en furtivos amores halles cauce
que no redima aún
sus techos ni mis labios.
Sola habrás de seguir, estrella mía,
limitándome el paso y el sendero.
Ni un amor fugitivo,
ni sombra de hogar,
que fuera cual cobijo de tus horas
te arroparán la senda.
¿Qué sueñas, todavía, corazón
si la vida es un campo en que las densas rama
rehuyen de su fruto?.-
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Aún me veo perdida entre grandes alturas
que tus techos urgían
Menina torpe y ciega, como una muñeca
a quien todos quisieran.
Bajo aquella gran mesa que el comedor centraba
yo tenía refugio.
Todo allí fue posible.
Peter, Alicia, el Gato fueron mis compañeros.
Mis únicos amigos
con los que compartir
el chocolate oscuro
o la manzana tersa. Ahora tu soledad
es igual a la mia.
Y tu te deshabitas
sin que yo haya aprendido
con la vida a habitarme.-
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¡Qué lejanas horas
en que pudiera amar a padre y madre!
Habiada de sombra está la casa.
En cada leve quicio
un crisantemo llora su letargo.¿Y por qué tan altivos corredores
aún protegen mi melancolía?
Tal vez perdura el milagro del verbo
arropado por las blancas paredes.
Tal vez, en mi renuncia,
creo oir el bramido de la casa
protegiendo mis manos de tantas flores muertas.-
SE MUEREN, DE ESTÍO, LOS ALCORES
Se me mueren , de estío, los alcores
que cuando me encontraba con tus manos
la garza alzaba el vuelo
y gemían las aguas, ya tan puras,
de tus dedos al roce.
Apriétame el calor de este verano
como inútil promesa.
Fue fugaz tu destino
encallando mi vida adormecida.
No conozco el color de las plegarias.
Pero ruego a los cielos, si aún existen,
que no olvides por siempre
aquel único gramo de locura.-
HOY, CATORCE DE JULIO
Hoy, catorce de julio, Clínica del Rosario.
Y Claudio se nos muere, poco a poco,
entre sábanas tersas.
Tan blancas, tan lavadas,
más blancas que sus sienes
teñidas de azabache.
Su rostro ya ha adquirido ese gris macilento
que nos aguarda a todos,
pues la muerte es cercana.
Me ha reconocido.
Ha dicho algo.
Tal vez fuera importante, o así creo.
Tal vez su despedida.
as no logro raptar todo su verbo.
Me quedo sin el último mensaje.
Tomo el cincuenta y uno. Príncipe de Vergara.
Llegó a Alcalá. Gran Vía.
Y ni siquiera llueve en esta hora.
Espero mi transporte.
Enciendo mi suicidio en un cigarro
Y ahora me doy cuenta de que tanta tristeza
humedece mis ojos
como un río pequeño que no tuviera orillas.-
LA CASA ABANDONADA
Tú casa, cautério de otras horas, hoy caudal
de vacío y de llanto
¿dónde irás este día?
¿Dónde tus blancos muros se esantarán indemines,
ajenos a nosotros?
¿Qué manos, qué quejidos te rozarán la piel?
Eras como castillo que me contó en mi infancia
el verbo de mi madre,
en las anochecidas tan privadas de luna,
cuando el piano en la sala,
rezaba con Beethoven
y una algarabía de pan y chocolate
me manchaba las manos.
Eres urna que, dócil, intentaba el refugio.
Eres almud que, suave, aceptaba mi siembra.
Y hoy han muerto casi todos tus habitantes.
Sólo yo permanezco
si es salvarse de muerte este vivir cegado.
Resta mi voz tan solo.
Esa voz que atenaza
la blancura tan gris
de tus cuatro paredes.
Y te ruega, te grita, te impone: no olvides.
Casa, recuerda siempre a quienes te habitamos.
En ti seremos sombras
que abriguen tus pasillos.
De nuevo otorga voz
a aquello que en ti mueren.-
Pilar de Vicente-Gella
Imágenes: Pinturas de Albert Karl Buehr (Alemania, 1866 - 1952)
quiquedelucio@gmail.com
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