Quinto año de una antojadiza antología de la poesía de todos los tiempos, seleccionada por el escritor Quique de Lucio. Esta pretende ser una antología cuyo sentido radica en la actividad del lector, en su lectura que organiza los textos como un proyecto de su propia aventura y goce creadores. Difundiendo a los hacedores, respetando el derecho de autor.
Publicación N° 1.230-
Tamara Méndez Balbuena
Poeta y narradora de Cuba, nacida en Guantánamo en 1946. Cursó estudios de Literatura Comparada en el Recinto Universitario de Río Piedras, Puerto Rico y en la Universidad Complutense de Madrid. Ha publicado en periódicos y diversas revistas literarias como "Zona de carga y descarga", "Avance", "Paréntesis y Linden Lane Magazine", entre otras. Fue finalista del Certamen Mundial de Excelencia Literaria en Estados Unidos, por el relato "Los manuscritos perdidos". Participó de numerosas antologías en su país y el extranjero. Los siguientes poemas pertenecen a su último libro: "El ángel o la bestia".
"Mi voz es un llamado atrozmente sencillo
como el pulso de un ave
o el vapuleo de las ramas de junio, Si volteas olerás sus cerezos:
mi nirvana eterno y agridulce"
ALEGORÍA DE LO MARCHITO
No es el cielo rojizo que maquilla
e ilumina las cinco de la tarde
al pie de los noviembres.
Sino el ocaso turbio de la ciudad costera.
El que se embriaga como un tonto
bajo las nubes rotas; y me empaña la voz,
y la ventana.
No deja de extrañarme porque cae, justamente
cuando la aguja del reloj, da y sacude
sin ceremonia alguna, el dígito del ocho:
alegoría de lo marchito;
emblema de lo exangüe en la charada.
Cuando la aguja del reloj: da en el vacío,
Cuando la noche anuncia su preludio:
"el día se ha jodido y sanseacaba".
Yo prefiero el ocaso de las cinco,
el del mar luminoso , y las gaviotas,
el del crepúsculo en el puerto,
el de los pájaros mojados
y tu pelo, y tu sombra; chorreándome aguaceros.
Confieso que tu imagen exacta se me escapa:
Hay un desierto alucinante acá en Los Pinos;
y cada quien, es polvo
o es una pirámide borrada; ¿ves?.
Yo desenvuelvo la palabra como un dulce,
y en el fondo hay ceniza.
Mi lengua es ese musgo
que se enreda en la arena.
Pero mi boca, intuye, y mis ojos escuchan:
yo oigo tu risa loca retozando en el viento:
Oigo eda mandolina
a las cinco de la tarde.
Yo distingo , esa torre dorada en la distancia:
Hay pájaros, ardientes, en la cúpula.-
PRONTO NOS IREMOS
Pronto nos iremos. Pronto...
Cuando caiga la noche
Cuando reine el silencio
y se extinga la luz;
yo guardaré tu imagen en mi espejo.
Cuando caiga la noche.
Cuando reine el silencio
y se extinga la luz;
tú tendrás mi alma en tu ropero.
Todo
Todo se olvidará.
El himno escandaloso del grillo
y el brevísimo esplendor de la luciérnaga
Las aguas juguetonas y gentiles del Guaso:
La mariposa de luz revoloteando en los cerezos
El hombre desnudo que se masturba
detrás de los naranjos.
El beso de agua del rocío aldeano
acariciando la niñez y el pétalo.
La niña que florece:
y la islilla espumosa y azul; y florecida.
El día magnífico, y el inútil festejo de la inocencia.
Todo quedará atrás.
Todo.
Cuando reine la nada
Cuando reine el silencio,
y se extinga la luz.-
EXILIO MADRILEÑO
Me mudo a una pensión con jardín.
La habiación es un evento:
Hay dos camas,
dos escritorios viejos,
una lámpara muy usada plegadiza,
un diario amarillo de noviembre del año pasado,
y una gotera de dimensiones
pantagruélicas que lo roe todo
y le arranca márgenes inverosímiles
a la pintura del techo.
Hay figuras formadas de seres humanos
de nños en fondos inmóviles y oscuros,
de hembras adolescentes.
Figuras temblorosas de botas, corazones, lagartos,
Hacia el centro al fondo un órgano viril florecido
hacia una esquina donde la gotera ya abarca la pared;
un anciano escuálido con barba
deformada y ojos redonditos
vira el mentón hacia perros celestiales,
efigies de leones de justicia,
jaurías
de lobos dionisíacos;
ángeles caídos:
y otras imágenes más impenetrables, asombrosas,
y secretas.
Es un albergue memorable.
Un universo que da al invernadero.-
LA LUCIÉRNAGA
Y al final,
me ha conmovido el esplendor de la luciérnaga.
Una reluciente mariposa me ha estremecido,
revoloteando de un exterminio a otro
diseminando luz sobre mis cruces.
Me ha despertado su fluorescencia verdeazul,
silvando entre el cadáver
y la hierba; donde se avivan los recuerdos.
Zumbando entre el cadáver
y la hierba, donde se animan los cerezos
del patio; y se ilumina el corazón del mundo.
Qué triste ¿no?.
¡Qué inmensamente triste
ese bullicio inagotable, amargo, del cocuyo !-
Tamara Méndez Balbuena
Imágenes: Pinturas de John White Alexander (1856 - 1915) y de Adolphe Alexander Lesrel.
quiquedelucio@gmail.com
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