José de Espronceda
Poeta español nacido en Pajares de la Vega, Extremadura el 23 de marzo de 1808 y fallecido en Madrid el 23 de mayo de 1842.
"Trae, Jarifa, trae tu mano,
ven y pósala en mi frente.
Que un mar de lava hirviente
mi cabeza siento arder."
CANTA EN LA NOCHE
Canta en la noche, canta en la mañana.
Ruiseñor, en el bosque tus amores;
canta, que llorará cuando tú llores
el alba perlas en la flor temprana.
Teñido el cielo de amaranto y grana,
la brisa de la tarde entre las flores
suspirará también a los rigores
de tu amor triste y tu esperanza vana.
Y en la noche serena, al puro rayo
de la callada luna, tus cantares
los ecos sonarán del bosque umbrío.
Y vertiendo dulcísimo desmayo,
cual bálsamo suave en mis pesares,
endulzará tu acento el labio mío.-
LAS QUEJAS DE SU AMOR
Bellísima parece
al vástago prendida,
gallarda y encendida
de abril la linda flor;
empero muy más bella
la virgen ruborosa
se muestra, al dar llorosa
las quejas de su amor.
Suave es el acento
de dulce amante lira,
si al blando son suspira
de noche el trovador;
pero aún es más suave
la voz de la hermosura
si dice con ternura
las quejas de su amor.
Grato es en nombre umbría
al triste caminante
del alma radiante
mirar al resplandor;
empero es aún más grato
el alma enamorada
oír de su adorada
las quejas de su amor.-
SONETO
Fresca, lozana, pura y olorosa,
gala y adorno del pénsil florido,
gallarda puesta sobre el ramo erguido,
fragancia esparce la naciente rosa.
Mas si el ardiente sol lumbre enojosa
vibra, del can en llamas encendido,
el dulce aroma y el color perdido,
sus hojas lleva el aura presurosa.
Así brilló un momento mi ventura
en alas del amor, y hermosa nube
fingí tal vez de gloria y de alegría.
Mas ¡ay!, que el bien trocóse en amargura,
y deshojada por los aires sube
la dulce flor de la esperanza mía.-
LA CAUTIVA
Ya el sol esconde sus rayos,
el mundo en sombras se vela,
el ave a su nido vuela.
Busca asilo el trovador.
Todo calla; en pobre cama
duerme el pastor venturoso:
En su lecho suntuoso
se agita insomne el señor.
Se agita; más, ¡ay! reposa
al fin en su patrio suelo;
no llora en mísero duelo
la libertad que perdió.
Los campos ve que a su infancia
horas dieron de contento,
su oído halaga el acento
del país donde nació.
No gime ilustre cautivo
entre doradas cadenas,
que si bien de encanto llenas,
al cabo cadenas son.
Si acaso, triste lamenta,
en torno ve a sus amigos,
que, de su pena testigos,
consuelan su corazón.
La arrogante erguida palma
que en el desierto florece,
al viajero sombra ofrece,
descanso y grato manjar.
Y, aunque sola, allí es querida
del árabe errante y fiero,
que siempre va placentero
a su sombra a reposar.
Mas, ¡ay triste!, yo cautiva,
huérfana y sola suspiro,
el clima extraño respiro,
y amo a un extraño también.
No hallan mis ojos mi patria;
humo han sido mis amores;
nadie calma mis dolores
y en celos me siento arder.
Supe amar como ninguna,
supe amar correspondida;
despreciada, aborrecida,
¿no sabré también odiar?
No soy ya del castellano
la sumisa enamorada;
soy la cautiva cansada
ya de dejarse oprimir.-
José de Espronceda
Imágenes: Pinturas del artista español Vicente Romero Redondo (1956)
quiquedelucio@gmail.com
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