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viernes, 22 de junio de 2018

La noche

Octavo año de una antojadiza antología de la poesía de todos los tiempos, seleccionada por el escritor Quique de Lucio. Esta pretende ser una antología cuyo sentido radica en la actividad del lector, en su lectura que organiza los textos como un proyecto de su propia aventura y goce creadores. Difundiendo a más de 3.000 escritores, res petando el derecho de autor.






Publicación N| 2.074-


                                                                                                                            Adriana Díaz Enciso

Poeta y novelista de México, nacida en Guadalajara, Jalisco, en febrero de 1964. Estudió la Licenciatura en Ciencias de la Comunicación, en el ITESO de Guadalajara. Ha publicado, entre otros, los libros: "Sombra abierta" (1987), "Pronunciación del deseo-De cara al mar" (1992), "Hacia la luz" (1997), "La sed" (2001), "Puente del cielo" (2003), "Estaciones" (Poesía bilingüe español-inglés, 2004), "Cuentos de fantasmas y otras mentiras" (2005), etc. En 1977 fue finalista en el Concurso Internacional "La sonrisa vertical", convocado por Tusquets, España, con la novela "Puente del cielo".En 1994 y 1995 obtuvo la Beca del Centro Mexicano de Escritores y en 1991-92 la Beca para Jóvenes Creadores del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, en el área de poesía.


                                                                        "Este resplandor que nos vuelve vasijas transparentes,
                                                                         este sabor de gloria, esta tragedia, Nada en el amor
                                                                         ni en el deseo se sustrae de su fuerza de creación,
                                                                         de su simple inocencia"   


                                                               








LA NOCHE

La noche
rompe la piel delgada que me envuelve

Es mi desnudez
entonces absoluta

Si me tocas no voy a abrir los ojos
no voy a abrir jamás los labios
por no dejar que escape el beso
por no dejar que la noche se diluya

Guardo tus manos dentro de mi cuerpo
Guardo una caricia oscura de cada noche
que se
      ha abierto
sobre mi vientre abierto
sobre esta inevitable abierta desnudez

Bebo los nombres
los silencios que me tocan
cuando el tacto hace a la noche

Guardo tus dedos en mis venas
como guardo ortigas de otro aleteo nocturno
como guardo retratos en la lengua
Recojo celosa cada astilla de tu cuerpo
todos los caracoles de mis mareas soñadas

Me construyo dentro de todo lo que se rompe
todo lo que dejas
cuando cierras persianas en mi rostro
para ser otra palabra de memoria

Guardo todos los vocablos
para que la vista ajena que me mira sin recuerdo
para que me crea el cristal si digo que soy yo
la misma desnuda de la noche
que agota el amor en su boca.-



Y QUE HAYA CUERPOS

Y que haya cuerpos.
Vivos, abiertos yacientes y ávidos
aún entre la bruma de la melancolía.
Que haya siempre cuerpos,
en habitaciones suaves que respiren,
en calles arboladas y entre flores.
Cuerpos capaces del desnudo completo,
limpio, perfecto.
Manos con ganas de viajar por los cuerpos.
Labios que húmedos se comuniquen
las últimas noticias de la espera.
Húmedos cuerpos que respiren y duerman en calma
profundísima junto al deseo que duerme,
y que en el deseo despierten
y se muevan suaves en la oscuridad
lo mismo que en la más clara luz.

Que ya la soledad deje de ponerle candados a los cuerpos y el frío no nos reseque
más la piel y las ganas y la entrega
fragilísima.

Que no quede nadie ignorante de su cuerpo,
con el vacío en el alma y la amargura
de la piel intacta en la mirada.
Que nadie se confunda ni confunda
la vida con su ansia oculta,
insatisfecha del amante.

Que no quede un solo cuerpo indigno del amor,
ni un solo freno para el cuerpo amoroso
y su bellísimo despliegue de sombras en vaivén.

Que haya cuerpos, que las tristezas caigan
rodeando nuestro abrazo como un mar oscuro
que protege. Que el dolor de estar vivo
no nos duela en el cuerpo.
Que esta sorpresa de criaturas sobre el mundo sea
luminosidad de azoro en las miradas
de cara hacia la vida, de frente a
nuestros cuerpos, y que sea inmenso
y amoroso el beso que nos salve
del miedo espeluznante
ante la muerte.-



FRAGMENTOS

Me besa, o te beso, en la esquina de Chancery Lane.
Nos besamos porque es hondo el silencio y la calle es
nuestra y nadie nos ve. La dulzura parece arrancarte de
un sueño y te detienen, parece que quieres irte mientras
ciegamente guardo tu mano entre las mías, y en lugar
de irte me vuelves a besar. Yo te devuelvo con mi dulce
silencio nuestros labios; nuestros pasos por calles y
jardines, te lo devuelvo todo envuelto en mi ternura, en
mi feliz asombro de ser de nuevo parte del fluir denso
de la vida, turbia como es, inflamada de calor.-





                                                                                                                            Adriana Díaz Enciso



Imágenes: Pinturas de Myles Hyman






quiquedelucio@gmail.com 

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