Sexto año de una antojadiza antología de la poesía de todos los tiempos, seleccionada por el escritor Quique de Lucio. Esta es una antología cuyo sentido radica en la actividad del lector, en su lectura que organiza los textos como un proyecto de su propia aventura y goce creadores. Difundiendo a más de 1.400 escritores, respetando el derecho de autor.
Publicación N° 1.421-
Sara Ferro
Poeta de España, nacida en León en 1990. Estudió Bellas Artes en la Universidad de Salamanca. Sus poemas pueden leerse en diversas revistas literarias como "El uno" o "La tribu de Frida", suplementos culturales de periódicos, compartiendo espacio con sus ilustraciones y grabados.
"Con el dedo metido en el ombligo
he tomado aire para escuchar
una historia que pensé
que no llegaría a existir"
MECANISMO
Masticando la comida fría
el mismo número de veces,
desempeñar, sin amor,
los mismos hábitos.
Resbalar el frío en los pies
dejando las botas embarradas
en el portón de la casa.
Resigna su habla al anhelo de otro tiempo,
dando la espalda a lo que queda,
avanzando hacia atrás.-
SEMILLAS
Sé que existe, tanto,
como existe esta rueda en mi cabeza,
tanto,
como para dejarle de comer
y observar cómo se aleja saciado,
tras la mirilla.
Como el animal asustado
que abandona el nido tras ser revuelto.
Hablo de semillas
y encuentro una,
hurgo en ella con un palo,
la tiño de negro,
escupe alimento.-
BUENAS TARDES
Pasará otra mujer asustada
con la mirada vidriosa del que parece estar alerta
y se le marcarán las ojeras
como si fuera lo único que tiene en la cara
bajo el pelo grisáceo, oscuro
con el abrigo marrón acolchado
esperando a que se llene la garrafa en el caño.-
HUMEDAD
Cuando el último tejado de la última casa
termine por hundirse
quizás ya sólo resistan los gatos en el pueblo
amontonándose en el alfeizar
de alguna ventana con el cristal
reventado
o bajo el quicio de otra puerta que se cierra
con una cadena y y un
agujero en la madera.-
VALE
Al preguntarnos el nombre lo intercambiamos
porque estábamos cansados de tener que decirlo
porque nos daba igual como se llamaran los demás,
sobre todo si eran mayores y nos hablaban con voces
agudas, inclinando la cabeza.-
LA TARDE
Si llego a casa y enciendo una vela,
una de esas que sólo se utiliza si hay tormenta,
y enchufo una lámpara pequeña,
hiervo agua en un cazo de porcelana
para que las hierbas me acallen las tripas.
Si busco algo en la radio
y abro un cuaderno y se queda abierto,
recibo una llamada y me levanto a por el teléfono
y es mi madre, que resulta
que está en la habitación de abajo
y claro, no contesto.-
A TI
Señora,
caminas por una calle vacía, de casas vacías
alcanzas dos palmos menos de los que alzaste algún día
y tu cuerpo menudo pero redondo se apoya dificultoso
casi sólo sobre una pierna.
Empujas el carro azul de la compra,
y tardas casi tanto en llegar del supermercado hasta tu casa
como tardo yo en recorrer todo el pueblo.
Pareces tan mayor cuando te veo
pero al decirte hola contestas con voz casi de yema
aunque tu barbilla juega como si escondieras una dentadura
de las de pega.
Pienso que quizás vivas en la casa que está un poco más adelante,
aún te costará un rato llegar
la que tiene ropa tendida: negra, marrón, azul oscuro
en el corredor de madera;
está al girar la esquina,
dejando atrás los matojos de hierbas que arden desde ayer
entre las berzas.-
Sara Ferro
Imágenes: Pinturas del francés Paul Cézanne.
quiquedelucio@gmail.com
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